Turismo familiar en pueblecitos de Teruel
Los pueblos más bonitos de Teruel para disfrutar con tus hijos
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Ser la capital de la provincia menos poblada de España no le ha impedido a Teruel custodiar uno de los tesoros mudéjar más importantes del país, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. De hecho, uno de sus principales atractivos turísticos son precisamente sus edificaciones mudéjares como la Iglesia de Santa María, las Torres del Salvador, San Martí y San Pedro, y la Catedral de la diócesis de Teruel. No obstante, si queréis descubrir los secretos mejor guardados de esta zona, nada mejor que emprender un viaje por sus pueblecitos más autóctonos, cinco de los cuales están catalogados como “los pueblos más bonitos de España”.
7 pueblos de Teruel que no debéis perderos
1. Valderrobres
Se trata de un pequeño pueblo que atesora un patrimonio arquitectónico invaluable, gracias al cual ha sido considerado como uno de los sitios más bellos de España. Ermitas medievales y modernas, antiguas fábricas y un casco histórico único son algunas de sus cartas de presentación. De hecho, si visitáis su centro histórico no olvidéis llegar hasta la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, declarada Monumento Histórico durante la segunda República Española.
La próxima parada será la Casa Consistorial y el Castillo del Arzobispo, catalogados como bienes de interés cultural. Si preferís las actividades en contacto directo con la naturaleza, podréis emprender la ruta por los árboles singulares, una aventura a través de algunos de los paisajes más preciosos de la región. Aunque a los amantes de la historia les aguarda un recorrido diferente: la ruta de las cárceles, una procesión por las principales prisiones de la comarca que una vez estuvieron activas.
2. Albarracín
Enclavada en el corazón de los Montes Universales, esta comarca medieval que desde 1961 es Monumento Nacional, tiene mucho que ofrecer a sus visitantes. Se trata de un pueblo que conjuga de manera armoniosa la belleza de sus paisajes naturales con la majestuosidad de su arquitectura. De hecho, cuenta con importantes monumentos que son testigos vivos del paso del tiempo, como la Iglesia de Santa María, el Palacio Episcopal, la Mansión de los Monterde y la evocadora Plaza Mayor.
No obstante, uno de los detalles que suele llamar más la atención es el imponente recinto de murallas que una vez sirvieron para proteger al pueblo y que culminan en el Castillo del Andador. Otro de los grandes atractivos de este pueblo es el trazado de sus calles, perfectamente adaptado a la compleja topografía del terreno, con pasadizos y escalinatas, así como el empleo de estructuras con entramado de madera y tabicones de yeso rojizo que le confieren al pueblo su característico color rojo. También cuenta con un peculiar entorno natural formado por cañones, profundos barrancos, peñas, valles, praderas y bosques.
3. Calaceite
Conocida como la capital cultural de la Comarca del Matarraña, este pueblo se ha erigido gracias a la influencia catalana y valenciana, las cuales han servido de base para crear las costumbres, cultura e historia que hoy se aprecia en sus calles. De hecho, Calaceite cuenta con un vasto patrimonio arquitectónico formado por Edificio del Ayuntamiento, la Plaza de España, la Iglesia Parroquial de la Asunción, la Capilla de San Roque y la Torre de Calaceite. No obstante, Calaceite también custodia un importante patrimonio arqueológico que incluye al Poblado Ibérico de San Antonio, “Tossal Redó” y “Els Castellans”.
Si preferís disfrutar de las joyas naturales, tendréis a vuestra disposición los imponentes Cerros de San Antonio, San Cristóbal y Castillo, que han servido de estructura para la construcción de algunos de los más importantes tesoros arquitectónicos de la región. Y si al terminar este recorrido tenéis fuerzas para más, podréis emprender la ruta de Val de Zafán, el Camino de Mazaleón-Calaceite o el Camino Calaceite hasta la Ermita de San Pol de Arenys.
4. Burbáguena
Este pueblo, ubicado en la comarca del Jiloca, muy cerca de la Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta, cuenta con preciosas edificaciones de estilo renacentista aragonés que datan de los siglos XVI y XVII y que lo han convertido en uno de los destinos de turismo histórico más interesantes de la región. De hecho, Burbáguena posee un amplio patrimonio arquitectónico en el que se incluye uno de los palacios que pertenecía al marqués de Montemuzo, las ruinas del antiguo castillo de Anento con sus tres torres y algunos lienzos de muralla, así como un templo dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles, de estilo barroco-mudéjar.
A pocos kilómetros del centro histórico de Burbáguena se encuentra el Museo de la Miel, donde podréis descubrir la historia del proceso de elaboración de la miel desde la antigüedad hasta nuestros días. Y si tenéis fuerzas para más, podéis llegaros hasta las ermitas de San Pedro Mártir, San Nicolás y San Bernabé, a los peirones de la Virgen de Herrera y de San Antón y a las pequeñas poblaciones de Báguena y Calamocha, que se encuentran en los alrededores
5. Linares de Mora
Este pueblo, ubicado en plena Sierra de Gúdar y declarado Bien de Interés Cultural desde 2001 por el gobierno de Aragón, cuenta con muchísimas opciones para seducir a sus visitantes. Sin duda, uno de los sitios más emblemáticos es el casco histórico, construido alrededor de un castillo que data de 1202 y que se encuentra protegido por una extensa muralla de la cual todavía se conservan algunos lienzos y tres portales: el Portal Alto, el Bajo o de la fuente, y el Portalico. En este entorno de casas blancas y tejados rojos se erige la peculiar Iglesia de la Inmaculada Concepción, con su torre campanario separado de la estructura principal, así como muchas otras construcciones que se levantan a lo largo de la calle Temprado.
Si preferís disfrutar de las actividades en contacto con la naturaleza, podéis recorrer los diferentes senderos que zigzaguean alrededor del pueblo y descubrir algunos de sus tesoros mejores guardados, como el Pino del Escobón, la ermita de Santa Bárbara y el Molinete. Y si al terminar el recorrido aún tenéis ganas de más, podéis llegaros hasta Castelvispal, un pequeño pueblo situado en el valle del río Linares
6. Mirambel
Monumentalidad e historia se conjugan en Mirambel, un municipio declarado Conjunto Histórico-Artístico y reconocido con el premio Europa Nostra, el galardón mundial más prestigioso que se le concede a los sitios que mejor conservan el patrimonio cultural europeo. De hecho, esta localidad os anima a emprender un viaje a la época medieval ya que muchos de sus torreones, iglesias, portales de muralla, palacios y casas conservan el mismo aspecto de cuando fueron construidas, hace siglos.
Uno de los sitios que no debéis perderos son las ruinas del Castillo de Mirambel, edificado por la Orden del Temple a mediados del siglo XIII, así como el convento de las Agustinas Ermitañas, una edificación que data de 1564 y que se encuentra situada cerca del Portal de las Monjas. Una vez que hayáis descubierto los tesoros del centro histórico de Mirambel podéis visitar la increíble Iglesia Parroquial de Santa Margarita y las Casas Consistorial, de Aliaga y Castellot, tres construcciones representativas de la arquitectura aragonesa que seguramente los niños adorarán.
7. Rubielos de Mora
Conocido como el Pórtico de Aragón, esta localidad de Teruel atesora en cada una de sus piedras una historia antiquísima que se remonta a varios siglos. Muestra de ello es la increíble Iglesia de Santa María la Mayor, con sus capillas cubiertas por bóvedas de crucería y torres con campanas que datan de 1476, así como las preciosas ermitas de Santa Bárbara, los Desamparados y San Roque. En su casco urbano, galardonado con el premio Europa Nostra en 1983, también podéis encontrar el Portal de San Antonio y del Carmen, dos de las siete antiguas entradas al recinto amurallado, así como algunos de los edificios más emblemáticos como la Casa Consistorial, la antigua Lonja del pueblo y algunas casas de la nobleza, como la de los Condes de Florida y de la los Condes de Creixell.
No obstante, Rubielos de Mora no solo es conocida por la belleza de su conjunto arquitectónico sino también por sus sorprendentes paisajes naturales, desde las gargantas en los Ríos Mijares y Rubielos y el embalse de las Balagueras hasta las altas páramelas en las Muela.
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