Educación

Técnicas de modificación de conducta infantil: ¡Sin gritos ni castigos es posible!

El castigo, muchas veces, no es necesario; aplicando sencillas técnicas de modificación de conducta infantil se consigue mucho más.

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Técnicas de modificación de conducta infantil
Nuria Capdevila

Nuria CapdevilaMaestra y pedagoga

El castigo y los gritos no es lo que más nos gusta tener que hacer a los padres; sin embargo, a veces, parece que sean las únicas técnicas a las que podemos recurrir a la hora de enseñar correctamente a nuestros hijos. No somos perfectos y habrá momentos en los que vamos a perder los nervios, pero corregir es de sabios y nunca es tarde para aprender una serie de técnicas que nos permitan mejorar la actitud de nuestros hijos sin tener que recurrir a castigos o a los gritos.

¿Qué son las técnicas de modificación de la conducta?

Como su nombre indica, las técnicas de modificación de conducta son pequeños hábitos empleados día a día con los que se consigue modificar aquellos comportamientos en los niños que no nos parecen adecuados. Para ello, y atendiendo a la naturaleza del comportamiento que queramos modificar, podemos utilizar técnicas de refuerzo positivo, reducción de conductas y eliminación de estas. Vamos a ver un poco de cada una de ellas.

Refuerzo positivo: refuerzo de las conductas positivas

El refuerzo positivo es una técnica que se usa a la hora de reforzar las conductas que nos parecen positivas y aceptables, así como instaurar aquellas que, aun cuando forman parte de la conducta de nuestros hijos, no son lo suficientemente frecuentes como nos gustaría.

En este caso, la técnica es muy simple: debemos elogiar al niño cada vez que lleve a cabo la conducta que queremos instaurar sin que ello implique regañarle cuando haga lo contrario. Se trata de poner la atención, únicamente, en la conducta positiva. Así, debemos minimizar la atención que les damos a las negativas.

Reducción o eliminación de conductas

Cuando hablamos de la reducción o eliminación de las conductas hacemos referencia a aquellas técnicas que nos permitirán eliminar conductas inadecuadas en los niños o bien minimizarlas hasta lo que consideremos aceptable.

Sanción o coste de respuesta

El coste de respuesta hace referencia a la eliminación de un refuerzo positivo. Es decir, si estábamos reforzando positivamente al niño por una conducta y le premiábamos con algo (refuerzo positivo), este debe ser eliminado cuando haya una conducta negativa.

Refuerzo de conductas no compatibles

El refuerzo de la conducta no compatible implica que deberemos reforzar aquellas conductas que consideremos aceptables sin prestar ninguna atención a la que queremos eliminar. De este modo, el niño verá que una determinada conducta no llama nuestra atención, mientras que la otra sí lo hace. Con ello, conseguiremos que elimine una conducta para reforzar la otra.

Sobrecorrección

Cuando hablamos de sobrecorrección, hacemos referencia a la eliminación de una conducta sustituyéndola por otra y hacérsela repetir hasta que esta se convierta en una conducta estable. Hay dos tipos de sobrecorrección: la restitutiva y la práctica positiva.

La sobrecorrección de restitución implica la modificación de la conducta inadecuada. Así, si un niño, por ejemplo, ha tirado un vaso de agua, deberemos hacer que lo recoja a la vez que lo vuelve a llenar.

Por otro lado, la sobrecorrección de práctica positiva, es decir, hacerle repetir aquella conducta que consideramos adecuada tantas veces como sea posible. Si, por ejemplo, el niño pinta en un lugar donde no debe, deberemos hacerle limpiar este lugar y añadir otro lugar que limpiar.

Las técnicas de modificación y eliminación de la conducta son eficaces siempre que se lleven correctamente en práctica. Es decir, se deben seguir una serie de pasos para que funcione.

corregir mala conducta infantil

No precipitarse, esta es la clave

Seguir los pasos correctos para aplicar estas técnicas implica que no podemos precipitarnos a la hora de establecerlas. Para ello, es fundamental observar al niño unos días y ver cuáles son las conductas a reforzar y cuáles son las que queremos extinguir.

Una vez hayamos identificado dichas conductas, deberemos seleccionar aquellas que queremos modificar y establecer qué técnica vamos a emplear, siempre tomando en consideración la gravedad de la misma.

Aplicar varias técnicas a la vez ha resultado ser un proceso muy efectivo, aunque no se pueden castigar todas las conductas. Así, deberemos ir paso a paso en este proceso.

¿Por qué el castigo debe dejarse en último lugar?

Mucho se ha hablado de la idoneidad del castigo como técnica para mejorar la conducta infantil. Si bien es cierto que es necesario en algunos casos, este recurso debe ser siempre el de última elección, pues conlleva más inconvenientes que beneficios.

Dentro de los inconvenientes del castigo, podemos destacar los siguientes:

  • Al darle atención a la conducta, es posible que esta vaya apareciendo de nuevo, pues si el niño lo hace para llamar la atención, estaremos reforzando la conducta sin quererlo.
  • Pobre autoconcepto: cuando un niño es castigado frecuentemente, desarrolla una imagen muy poco positiva de su ser, lo que da como resultado una falta de confianza en sí mismos y una autoestima baja.
  • El niño puede emplear la misma técnica con otros niños o con aquellas personas que crea que se comportan mal, lo que le puede llevar a tener malas relaciones a la larga.
  • Dada la carga emocional que conlleva el castigo, el niño puede empezar a tener manifestaciones físicas que le entorpecerán la vida y que ya había superado: volver a mojar la cama, chuparse el dedo, etc.

Las técnicas de modificación de conducta infantil han sido ampliamente usadas y estudiadas. Muchísimos estudios demuestran su eficacia si estas se llevan a cabo correctamente, lo que implica estudiar el comportamiento del niño y establecer cuáles son las conductas que premiar y cuáles a penalizar. Una vez tengamos esto claro, deberemos establecer cuáles serán las técnicas que utilizar y los refuerzos positivos que emplearemos.

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