¿Sufriste violencia obstétrica?
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Desde hace varios años, se ha comenzado a hablar de una forma de violencia sutil pero que se encuentra presente en muchos hospitales durante uno de los momentos más delicados, maravillosos y difíciles que atraviesa una mujer en su vida: el parto. Se trata de la violencia obstétrica, un problema que necesita más visualización para erradicarlo.
¿Qué es la violencia obstétrica?
La violencia obstétrica implica un trato deshumanizador, el abuso de la medicación y/o la patologización de los procesos fisiológicos del parto, lo cual acarrea una pérdida de autonomía y la capacidad de decisión de parte de las mujeres, tanto durante la gestación como en el parto.
Esta violencia se manifiesta a través de malos tratos, humillaciones, falta de información sobre los procedimientos obstétricos, así como el abuso de los medicamentos o las intervenciones cuando no son necesarios ni la mujer los ha solicitado. Muchas mujeres consideran que estas situaciones son normales pero que en realidad van en contra de los estudios científicos y las recomendaciones de las sociedades médicas.
Solemos confiar en que el personal sanitario nos atiende de la mejor manera posible, pero por desgracia, no siempre es así. De hecho, un estudio reciente señala que el proceso de embarazo, parto y lactancia se ha medicalizado excesivamente. Esto conlleva a que se produzca un mayor intervencionismo durante el parto con porcentajes elevados de cesáreas.
En España, un 25% de los niños nacen por cesárea, diez puntos más de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud y hace poco otra investigación reveló que por las noches el número de cesáreas aumentan hasta 6,3 puntos, independientemente del riesgo que este procedimiento representa para la mamá y el bebé. Ese incremento de los casos de cesáreas nocturnas no planificadas responde a que los médicos se muestran más impacientes ante la progresión natural del trabajo de parto y optan por intervenir.
Los signos más comunes de violencia obstétrica
La violencia obstétrica puede asumir diferentes formas, por lo que a veces es difícil de detectar. De hecho, no solo se ejerce contra la mujer sino que también se puede dirigir contra sus familiares. Algunas de las situaciones más comunes son:
- Impedir que la mujer se exprese durante el parto, silenciando sus temores y emociones en sentido general. En este caso, lo más usual es que las víctimas sean madres primerizas.
- No brindar toda la información relevante relacionada con el parto, tanto en lo que se refiere a los procedimientos de rutina como a las posibles complicaciones, de manera que la mujer no puede tomar una decisión informada.
- Trato deshumanizado, irrespetuoso y a veces incluso humillante, tanto a la mujer como a su acompañante durante el parto.
- Comentarios que ridiculizan o minimizan el dolor que experimenta la madre, como por ejemplo: reírse de las madres que llevan un plan de parto a la sala de dilatación.
- Desoír los deseos y opiniones de la madre y el padre, tanto durante el embarazo como en el parto y el postparto. Por ejemplo, algunos anestesistas pueden ignorar a la madre cuando les indica que la epidural no le está haciendo efecto.
¿Cuáles son tus derechos como madre?
En la guía de práctica clínica sobre atención al parto normal del Ministerio de Sanidad y Política Social se recoge el derecho de toda mujer a un parto respetado. Por tanto, tienes derecho a:
- Dar a luz en un lugar seguro, confortable e íntimo.
- Elegir el acompañante que desees para que te brinde apoyo emocional, contención y seguridad durante el parto.
- Respetar tu ritmo natural, de manera que el parto no se acelere ni retarde innecesariamente.
- Tener libertad de movimiento para adoptar la postura en la que te sientas más cómoda a lo largo de todo el proceso.
- Los profesionales de la salud solo intervendrán cuando sea necesario, siempre avisándote de lo que harán y solicitando tu consentimiento mientras te informan de las alternativas posibles. Obviamente, deben respetar tu decisión.
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