¿Sabes qué sucede cada vez que mientes a tus hijos?
La mentira, ni las piadosas, van a beneficiarte en la relación con tus hijos
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La mentira es una de las acciones humanas más comunes, y se puede decir que es una parte inherente de la naturaleza humana. Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han usado la mentira para ocultar la verdad, evitar el castigo u obtener algún beneficio. Sin embargo, cuando se trata de mentir a los niños, la situación es diferente. Las mentiras que se les dicen a los niños pueden tener consecuencias graves y duraderas en su vida futura.
¿Por qué nunca debes mentir a tus hijos?
Como seguro que has comprobado más de una vez en tu vida, la verdad siempre sale a la luz. Y lo mismo sucede cuando mientes a tus hijos: tarde o temprano, van a darse cuenta de ello y ya te aseguramos que este “descubrimiento” va a tener consecuencias.
Pérdida de confianza
Uno de los efectos más inmediatos de mentir a tus hijos será la pérdida de confianza en ti. No lo dudes ni un solo segundo: tu hijo se sentirá traicionado y engañado. Esto puede hacer que se cuestione su capacidad para confiar en los adultos y, en última instancia, en las relaciones futuras. Los niños necesitan sentirse seguros y protegidos en su entorno, y una mentira puede socavar completamente esta sensación.
Falta de autoconfianza
Además de perder la confianza en ti, tus hijos también pueden perder la confianza en sí mismos cuando descubren una mentira. Si un niño descubre que ha sido engañado, puede comenzar a preguntarse en qué más le han mentido y si puede confiar en sus propias percepciones. Esto puede llevar a una falta de autoconfianza y a la creencia de que no pueden confiar en sus propias habilidades y juicios.
Dificultades para formar relaciones
Otra consecuencia de mentir a los niños es que puede hacer que sea difícil para ellos formar relaciones saludables en el futuro. Los niños que han sido mentidos pueden tener dificultades para confiar en los demás y pueden desarrollar relaciones basadas en la desconfianza y la sospecha. Esto puede dificultar la formación de amistades y relaciones significativas a largo plazo. Por ello, si mientes a tus hijos, en el futuro no podrás lamentarte de sus acciones, pues habrás sido su “mejor ejemplo”.
Problemas emocionales
Las mentiras también pueden tener consecuencias emocionales graves en los niños. Un niño que ha sido engañado puede sentirse traicionado y abandonado, lo que puede llevar a una serie de problemas emocionales, como la ansiedad y la depresión. Además, la falta de confianza en sí mismo y en los demás puede llevar a una baja autoestima y a sentimientos de aislamiento y soledad.
Problemas de comportamiento
Los niños que han descubierto mentiras por parte de sus personas de confianza también pueden desarrollar problemas de comportamiento. Pueden comenzar a mentir ellos mismos para evitar el castigo o para obtener algún beneficio, ya que han aprendido que las mentiras pueden ser efectivas para obtener lo que quieren. Además, pueden desarrollar comportamientos de evitación o retraimiento social, lo que puede dificultar su capacidad para interactuar con los demás.
Dificultades para aprender valores y principios morales
Finalmente, las mentiras también pueden dificultar el aprendizaje de los valores y principios morales. Tus hijos necesitan tu modelo y poder tener confianza en ti para aprender a diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Si les dices una mentira para encubrir un comportamiento inapropiado, ellos aprenderán que está bien hacerlo si con ello se salen con la suya. Sin duda, esto dificulta, notablemente, su capacidad para comprender y adoptar los valores y principios éticos adecuados a medida que crecen.
Pérdida de respeto
No en vano, cuando los niños se sienten engañados, ya no nos van a ver igual. El respeto y la admiración que sentían hacia nosotros puede verse muy afectado. Por ello, es importante demostrarles justo lo contrario: seremos sus héroes siempre porque, a pesar de lo difícil que sea, siempre vamos con la verdad por delante y asumimos las consecuencias. Lo que nos lleva al siguiente punto.
Ni consecuencias, ni aprendizaje
Por último, es fundamental destacar que la mentira solo hará que nuestros hijos empiecen a usarla para justificar sus actos y evitar las consecuencias de estos. De este modo, a la larga, estaremos criando a niños a los que les cuesta tomar decisiones y que, en caso de hacerlo, no tendrán en cuenta sus consecuencias, pues saben que lo podrán justificar. Pero, no debemos olvidar que esta falta de capacidad para asumir consecuencias también se relaciona con una falta de aprendizaje. Sin duda, un grave problema que deberán enfrentar a la hora de aprender de la vida y crecer como personas.
¿Qué hacer en caso de mentira?
No está todo perdido: si hemos dicho alguna mentira a nuestro hijo y no hemos tenido en cuenta las consecuencias, es momento de actuar. Seguramente, podremos sacar el tema y darle una versión más suave. Otra manera en la que podemos actuar, por ahora, es no decir nada y buscar, por todos los medios, que nuestro hijo nunca se entere de ello. Y, sobre todo, compensarlo con la verdad de este mismo momento. A cuanto más tardemos en darnos cuenta de lo perjudicial que son las mentiras, más ocasiones tendremos de actuar de este modo. Y, por ende, peores van a ser las consecuencias a su momento.
Mentir a los niños puede tener consecuencias graves y duraderas. Puede socavar la confianza y la autoconfianza de los niños, hacer que sea difícil para ellos formar relaciones saludables y tener un impacto emocional y de comportamiento negativo en su vida futura. Como adultos, es importante ser conscientes de las consecuencias de nuestras acciones y ser honestos con los niños, incluso si esto puede ser difícil en el momento.
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