Conocer el sexo del bebé puede decepcionar a los padres
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Un bebé es un regalo maravilloso que trae mucha alegría al hogar. Sin embargo, en la maternidad y la paternidad todo no es color de rosa. Mientras los padres esperan a su bebé, es normal que fantaseen con su pequeño. Imaginan cómo será, qué rasgos heredará de cada uno de los padres y, por supuesto, qué género tendrá. Cuando el sexo del bebé no corresponde con el que desean los padres, estos pueden experimentar sentimientos de decepción y/o frustración.
La decepción por el género del bebé
Después de su primer hijo, la cantante Britney Spears se animó a tener el segundo. Quería que fuera una niña, por lo que confesó que se sintió decepcionada al descubrir que era otro varón. Ashton Kutcher compartió esa decepción por el género, pero por un motivo diferente: afirmó que su primera experiencia con su hija fue tan maravillosa que esperaba tener una segunda niña.
No han sido los únicos que se han sentido decepcionados por el sexo de su bebé. Una encuesta realizada a más de 2.000 madres y padres en el Reino Unido reveló que una cuarta parte de las madres admiten haberse sentido muy decepcionadas por el género de su bebé. Sin embargo, solo un 3% reconoció que esa decepción afectaba el vínculo con el niño o niña a largo plazo ya que la mayoría de los padres superan ese conflicto rápidamente.
Hablar de los sentimientos ayuda a superar la decepción
Niño o niña: los bebés siempre son una bendición, pero es importante no mirar hacia otro lado cuando los padres se sienten decepcionados por el género de su bebé, es un tema que hay que sacar a la luz y sobre el cual es necesario hablar.
Sentir una preferencia por uno u otro sexo es perfectamente normal. Así como también es normal albergar ciertas expectativas e ilusiones sobre el bebé que está por llegar. Los padres imaginan cómo será su vida con su hijo, qué harán juntos y qué intereses compartirán.
De hecho, hay que entender que, en muchos casos, la predilección por un sexo en realidad depende de nuestras ideas preconcebidas sobre los rígidos patrones de género. Es decir, los padres pueden preferir un varón porque quieren jugar al fútbol con su hijo y las madres pueden querer una niña porque piensan que pueden convertirse en su mejor confidente, una especie de “mini-yo”.
Si dejamos de lado los roles de género tradicionales y asumimos que cada persona es un individuo único, con sus propios intereses y pautas de comportamiento, nos daremos cuenta de que el género no es determinante, o al menos no tan importante como creemos.
Aun así, es comprensible que cuando las expectativas que los padres alimentan sobre su bebé no se cumplan, se sientan un poco desilusionados o decepcionados. No hay nada de malo en ello. La clave consiste en no esconder esa desilusión. Los problemas que se esconden no se resuelven, siguen latentes generando malestar y conflictos.
Por tanto, debemos aceptar la desilusión y hablar de ella. Sin sentir vergüenza o pensar que esa decepción nos convertirá en malos padres. Solo así podremos aceptar la realidad y crear un vínculo emocional fuerte con nuestro bebé.
¿Es buena idea conocer el sexo del bebé cuando nace?
Algunos psicólogos sugieren que una estrategia para evitar la decepción por el sexo del bebé consiste en no saber su género hasta el momento del nacimiento. Si los padres están especialmente preocupados por sentirse desilusionados, deberían pedirle al médico que no les diga el género del bebé.
El momento del nacimiento suele ser muy emotivo. Conocer a su bebé y tenerlo en brazos por primera vez suele ser una experiencia emocional tan intensa y propicia un vínculo afectivo tan fuerte que generalmente a los padres deja de importarles que sea niño o niña.
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