Séptimo mes de embarazo
Cambios y síntomas durante el séptimo mes de embarazo
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El séptimo mes marca el inicio del último trimestre de la gestación, una etapa en la que el bebé está prácticamente formado y podría sobrevivir fuera del útero materno, aunque sus sistemas y órganos aún no han madurado lo suficiente. Se trata de una excelente noticia para la madre, quien tendrá que lidiar con el aumento de peso, los problemas de movilidad y una mayor sensación de cansancio.
¿Qué cambios experimenta la madre?
Durante el séptimo mes de embarazo los síntomas que la madre había estado experimentando en los meses anteriores se suelen intensificar: la fatiga y el cansancio aumentarán, así como el sueño constante y los dolores en las piernas. Las contracciones y los calambres menstruales que preparan al útero para el momento del parto también se harán más frecuentes y las ganas de ir al baño pueden perturbar su sueño ya que son más perentorias durante la noche.
En este mes el riesgo de padecer estreñimiento también aumenta como resultado del incremento de la progesterona, una hormona relacionada con los trastornos digestivos, y la disminución de los niveles de motilina, una hormona encargada de activar los movimientos intestinales. Algunas mujeres empiezan a percibir un desagradable hormigueo en las piernas que les genera un impulso irresistible de moverlas, este fenómeno se conoce como el síndrome de las piernas inquietas y suele desaparecer cuando la madre camina, se masajea las piernas o las mueve.
Durante el séptimo mes los cambios de humor también serán más intensos y frecuentes ya que las hormonas están revolucionadas. No obstante, la madre tendrá que aprender a gestionar esas emociones ya que en esta etapa el bebé ya es capaz de percibir cuándo está inquieta o enfadada.
¿Qué cambios ocurren en el bebé durante el séptimo mes de embarazo?
Para finales del séptimo mes de embarazo el bebé habrá alcanzado los 40 centímetros de largo y pesará alrededor de 1.400 gramos. En este mes ya se pueden escuchar sus latidos si se pone el oído en la barriga de la madre y se pueden percibir mejor sus movimientos. Sus sentidos, a excepción de la vista, estarán bastante desarrollados. De hecho, el iris ya tiene color aunque no será el definitivo ya que algunos de sus pigmentos necesitan captar la luz para terminar de desarrollarse, lo cual explica por qué el color de los ojos del bebé cambia durante las primeras semanas.
En este mes, el bebé empieza a abrir y cerrar los párpados y experimentará por primera vez los ciclos de sueño y vigilia, dormirá y se mantendrá despierto. Este cambio suele asustar a muchas madres primerizas ya que no notan los movimientos de su bebé. No obstante, cuando el pequeño se despierte tendrá mucha energía, por lo que se moverá con más fuerza. También reaccionará con mayor intensidad cuando escuche ruidos fuertes o repentinos que activen sus reflejos de protección más primitivos: extender los brazos y las piernas.
En el séptimo mes su sistema nervioso continuará desarrollándose, se están creando los diferentes surcos cerebrales y su cerebro ya puede regular la temperatura corporal. Durante estas semanas su piel seguirá alisándose y se empieza a formar un poco de grasa subcutánea, que no solo le hace lucir más rellenito sino que también le protegerá de los cambios de temperatura cuando nazca. Los huesos siguen endureciéndose y la columna vertebral se vuelve cada vez más estable y fuerte. Asimismo, los dientes empiezan a formarse debajo de las encías, aunque no será hasta varios meses después del nacimiento que comenzarán a salir.
Para finales del séptimo mes, el corazón del bebé ya bombea sangre al resto de su cuerpo, su sistema circulatorio funciona casi a la perfección y sus pulmones han desarrollado una compleja red de vasos sanguíneos que le permite nutrirse.
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