Los rasgos que delatan a los niños caprichosos
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Los niños suelen ser antojadizos por naturaleza. Como no tienen un gran autocontrol les resulta difícil retrasar la satisfacción de sus deseos, de manera que cuando quieren algo lo exigen inmediatamente. Se trata de un comportamiento completamente normal que se acentúa alrededor de los 2 o 3 años y que va desapareciendo a medida que crecen y aprenden a controlar sus emociones y desarrollan su pensamiento reflexivo. Sin embargo, hay casos en los que en lugar de extinguirse esta conducta se acentúa con el paso del tiempo dando paso a niños caprichosos que no aceptan un “no” por respuesta.
Se trata de pequeños que no valoran lo que tienen y siempre quieren más. Incapaces de cohibir sus deseos, exigen a sus padres hacer o tener lo que les apetece y, cuando se les niega, reaccionan con una rabieta o enfadándose sin dejar de exigir lo que quieren con mucha más fuerza. El problema es que cuando los padres permiten este comportamiento y se convierte en hábito lo que en realidad están haciendo es animar a sus hijos a convertir sus caprichos en su reacción por defecto, el primer paso para educar a pequeños tiranos en casa.
Por eso es importante comenzar a corregir la conducta caprichosa de los niños desde una edad temprana para ayudarles a ser más tolerante ante la frustración y enseñarles que en la vida no siempre podrán conseguir lo que desean. La manera en la que los padres aborden los caprichos infantiles será determinante para que esa actitud no se prolongue mientras los niños crecen. Y, en este sentido, el primer paso para conseguirlo consiste en aprender a detectar las señales que alertan de que podemos tener a un niño caprichoso en casa.
¿Cómo identificar a un niño caprichoso?
Los niños caprichosos suelen ser irreflexivos, cuando quieren algo lo quieren al instante sin importarles si es posible lo que piden o lo que los demás piensan o desean. De ahí que muchos de estos niños se crean merecedores de todo lo que se les antoja y consideren que es responsabilidad de sus padres hacer lo que esté en sus manos para darles todos los gustos. Sin embargo, estas no son las únicas características que los distinguen. Los niños caprichosos también:
1. Son egocéntricos
Los niños caprichosos creen que el mundo gira en torno a sus caprichos y antojos. Consideran que las personas que les rodean deben estar siempre dispuestas a satisfacer sus necesidades y deseos. Están acostumbrados a ser el centro de atención y, cuando no sienten que es así, hacen lo que está en sus manos para llamar la atención y salirse con la suya.
2. Tienen una baja tolerancia a la frustración
Los niños caprichosos están acostumbrados a hacer siempre lo que quieren y/u obtener lo que desean. Debido a ello no tienen una gran tolerancia a la frustración, de manera que recurren a las rabietas o los berrinches cuando las cosas no salen como esperaban. Ante estas situaciones se frustran con facilidad y pierden la compostura rápidamente.
3. Son incapaces de valorar lo que tienen
Es habitual que los niños caprichosos no valoren las cosas que tienen e incluso, sean descuidados con ellas. Como están acostumbrados a obtener todo lo que quieren fácilmente no reparan en todo el esfuerzo que hay detrás de cada juguete o cada antojo. Esto les convierte en niños infelices ya que nunca están satisfechos con lo que tienen.
4. Actúan de manera obstinada e irreflexiva
Los niños caprichosos no suelen atender a razones. Son pequeños obstinados que se comportan a menudo de manera irreflexiva. Están dispuestos a conseguir lo que quieren y no piensan en las consecuencias o el impacto que sus caprichos pueden tener en las personas que les rodean.
5. Carecen de empatía
Al pensar que son el centro del mundo y que merecen todo lo que quieren, los niños caprichosos pasan a menudo por alto los deseos de las demás personas. Son incapaces de ponerse en su lugar y ceder en sus antojos por el bien de los demás. Sólo piensan en ellos y no se paran a pensar en el esfuerzo que sus padres tienen que hacer para darles lo que quieren.
3 recursos para corregir a los niños caprichosos
Ya sea porque no conocen las consecuencias que puede tener ese comportamiento a largo plazo o porque quieren mimarles en exceso, a veces los padres no ponen coto a los caprichos de sus hijos hasta que se convierten en pequeños caprichosos. La buena noticia es que este problema de conducta infantil puede corregirse para que los niños empiecen a valorar más todo lo que tienen y dejen de ser tan antojadizos. He aquí algunas claves sencillas que puedes implementar en casa desde que notes los primeros signos de que tu hijo se está volviendo caprichoso.
1. Explícales la diferencia entre capricho y necesidad
Cuando los niños son pequeños no conocen la diferencia que existe entre una necesidad y un capricho, explicárselo es una buena manera de ayudarles a comprender ambos conceptos para que aprendan a distinguirlos en la práctica. Puedes explicarles que las necesidades hacen referencia a aquellos elementos que le permiten satisfacer actividades de su vida cotidiana, como los alimentos que come o la ropa que viste. En cambio, los caprichos incluyen aquellos elementos que no son necesarios y que obedecen a un simple deseo como los alimentos gourmet o la ropa de marca conocida.
2. Pon límite a sus caprichos
Darles a los niños algunos caprichos está bien ya que, a fin de cuentas, también es una manera de hacerles felices. Sin embargo, ceder a todos sus antojos no sólo es contraproducente, sino que puede convertirlos en personas insatisfechas. Por tanto, lo ideal es que encuentres un punto de equilibrio entre los caprichos que puedes concederles y los que no. Poner límite a los antojos de los niños es también una manera de educarles para la vida y hacerles comprender que a veces no pueden tener lo que quieren.
3. Establece normas para combatir los caprichos
Las normas no sólo ayudan a los niños a organizarse mejor, sino que les indican lo que pueden o no hacer. Por eso, una buena estrategia para corregir el comportamiento de los niños caprichosos consiste en establecer normas claras en casa que determinen cuándo, cómo y bajo qué circunstancias podrá satisfacer sus caprichos. Por ejemplo, puedes implementar una rutina según la cual solo se puedan comprar golosinas los fines de semana o juguetes en ocasiones especiales como la fecha de su cumpleaños, Navidad o Reyes. La idea consiste en transmitirles que los caprichos son una excepción y no una regla.
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