Por qué hay padres o madres que “olvidan” a sus bebés en el coche
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Los casos de niños “olvidados” dentro de los coches bajo temperaturas extremas son cada vez más comunes, llegando a ocupar las portadas de los diarios. De hecho, casi la mitad de los padres reconocen que en alguna ocasión han olvidado a sus hijos en el coche, aunque afortunadamente, la mayoría de esos despistes transcurren sin mayores consecuencias.
No obstante, ese olvido es la causa más frecuente de los golpes de calor en los niños durante el verano y puede provocar incluso la muerte ya que la temperatura del interior del coche puede subir de 10 a 15 grados en apenas un cuarto de hora, incluso con las ventanillas abiertas.
A esto se le suma que la temperatura corporal de los niños sube entre 3 y 5 veces más rápido que la de un adulto debido a que tienen una reserva de agua más limitada. Esa es la razón por la cual los más pequeños, de entre 0 y 4 años, son las víctimas más comunes de hipertermia, un problema que puede desencadenarse en menos de 20 minutos y lleva a la muerte en cuestión de dos horas, según este informe.
Los padres que olvidan a sus hijos en el coche son padres comunes y corrientes
Solemos pensar que los padres que olvidan a sus hijos en el coche son padres despistados, desinteresados y negligentes, pero en realidad no es así. Se trata de padres comunes y corrientes que aman a sus hijos. David Diamond, neurocientífico de la Universidad del Sur de Florida, se ha dedicado a investigar este fenómeno, que denominó “Síndrome del Bebé Olvidado”.
Este neurocientífico no ha hallado ninguna característica de personalidad específica que pueda predecir que algunos padres son más propensos a olvidar a sus hijos que otros. Tampoco considera que se deba únicamente al estrés, la tensión y el agotamiento al que están sometidos muchos padres, aunque reconoce que estos factores pueden influir. De hecho, está convencido de que se trata de un conflicto de memoria.
Un conflicto de memoria podría encontrarse en la base de esos olvidos
Solemos pensar en la memoria como un gran almacén donde acumulamos nuestros recuerdos, pero en realidad esta función cognitiva es mucho más compleja. Contamos con una memoria de hábitos, que se activa a través de la amígdala y los ganglios basales del cerebro.
Esa memoria nos permite realizar tareas repetitivas como si estuviéramos en piloto automático. Recordamos todos los pasos sin esfuerzo y los repetimos mecánicamente, como cuando conducimos de camino a casa. Se trata de una memoria importante ya que de esta manera libera espacio en nuestra mente para pensar en otras cosas.
No obstante, también tenemos una memoria prospectiva, que es donde almacenamos los planes futuros. Este sistema de memoria es más complejo y depende tanto del hipocampo, que es la zona del cerebro donde se registran los nuevos recuerdos, como de la corteza prefrontal, que es la encargada de la planificación y la toma de decisiones. Esa memoria nos permite recordar, por ejemplo, que tenemos que recoger al niño del cole.
El problema es que a veces ambos sistemas de memoria entran en conflicto. En esos casos suele ganar el sistema de hábitos ya que las autopistas neuronales sobre las cuales están construidos son mucho más sólidas.
Por ejemplo, si nos hemos puesto al volante en “piloto automático” activando nuestras rutinas, la memoria de hábitos se impondrá y es menos probable que interrumpamos esa cadena de hábitos para hacer algo nuevo. Es justo lo que nos ocurre cuando olvidamos detenernos en la tienda de camino a casa o cuando los padres olvidan dejar a su bebé en la guardería de camino al trabajo pues pierden la conciencia de que se encuentra en el asiento trasero.
¿Cómo evitar estos despistes?
Algunas soluciones consisten en recurrir a la tecnología. De hecho, algunos fabricantes están incluyendo en sus coches sistemas que recuerdan al conductor mirar al asiento trasero antes de abandonar el coche. También existe una aplicación, Kars4Kids, que se mantiene siempre encendida y envía una alerta cada vez que se apaga el motor del coche. Sin embargo, existen estrategias más sencillas, como colocar en una parte bien visible del coche algún objeto relacionado con el bebé que sirva como recordatorio.
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