¿Qué ocurre en el cerebro de los niños mientras juegan?
La magia del juego en el cerebro de tus hijos
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El juego es la actividad que más disfrutan los niños durante sus primeros años de vida y a la que más tiempo dedican. Se estima que el 60% del tiempo que pasan despiertos lo dedican a jugar. Sin embargo, el juego es mucho más que una simple diversión, se trata de la primera actividad en la que se involucran los peques y a través de la cual empiezan a interactuar con todo lo que les rodea. De hecho, es el primer agente socializador que les permite a los niños relacionarse con los demás y desarrollar sus habilidades comunicativas.
La actividad lúdica también es un ejercicio estupendo para desarrollar las habilidades motoras y consolidar la marcha, el salto y la carrera, a la vez que estimula el equilibrio y la coordinación mano-ojo. A través del juego se potencia el desarrollo de la percepción, el pensamiento, la imaginación y la creatividad y el pequeño aprende nuevas estrategias de resolución de problemas. Además, es un ejercicio excelente para desarrollar las actitudes y consolidar la autoestima, el autoconcepto y la autovaloración.
Sin embargo, estos no son los únicos beneficios del juego en la infancia. Se ha demostrado que la actividad lúdica desempeña además un papel crucial en el desarrollo cerebral infantil durante los primeros años de vida.
Cuando los niños juegan la estructura bioquímica de su cerebro se activa
Al jugar no solo se activa el metabolismo sino también la actividad química a nivel cerebral. Diversos estudios de resonancia magnética han demostrado que cuando un niño juega, aumenta la liberación de serotonina, un neurotransmisor que participa en la regulación del estado de ánimo y el sueño y que desempeña un papel fundamental en el control de la digestión y la temperatura corporal. A la misma vez se incrementa la producción de endorfinas, las cuales se encargan de promover el estado de bienestar, reducir el dolor y potenciar algunas funciones del sistema inmunitario.
Mientras los niños juegan también se estimula la segregación de acetilcolina, un neurotransmisor involucrado en el funcionamiento de las funciones motoras, neuroendocrinas y sensoriales, que regula además la capacidad de concentración, la formación de recuerdos y el desarrollo de la atención y el pensamiento lógico. También se ha encontrado que la actividad lúdica potencia la producción de dopamina, otro neurotransmisor que potencia el proceso de aprendizaje y la imaginación.
Otros beneficios para el cerebro del juego a edades tempranas
1. Fortalece las conexiones neuronales
Cuando el niño nace ya cuenta con las conexiones neurales que el cerebro necesita para funcionar. A medida que crece estas conexiones se hacen más fuertes y se ramifican en redes más complejas, que son las que le permitirán desarrollar al máximo sus habilidades cognitivas. En este proceso el juego desempeña un papel esencial ya que brinda a los niños la oportunidad de experimentar nuevas experiencias y de entrenar sus capacidades, lo cual ayuda a fortalecer las redes de conexiones neuronales y crear nuevas.
2. Estimula el desarrollo de la corteza prefrontal
Expertos de la University of Lethbridge, en Canadá, encontraron que la actividad lúdica modifica la estructura neuronal de la corteza prefrontal, creando nuevas redes y fortaleciendo algunas ya existentes. La corteza prefrontal es el centro de la racionalidad y es donde se desarrollan funciones cognitivas tan importantes como el pensamiento y el lenguaje. También se le conoce como el centro de control ejecutivo del cerebro ya que tiene la función de regular el resto de las funciones cerebrales.
3. Contribuye a la formación del cerebro social
Investigadores de la Universidad Estatal de Washington encontraron que el juego no solo ayuda a desarrollar las habilidades cognitivas sino también las sociales. Estos científicos encontraron que el juego contribuye a la formación del cerebro pro-social, que es el que regula la interacción social positiva. En dicha investigación, los expertos hallaron que mientras se juega, se activa la neocorteza y se modifican aproximadamente un tercio de los más de 1.200 genes relacionados con el lenguaje y la comunicación.
La magia del juego en el cerebro de los niños
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