No existe el niño difícil… existen emociones que no se saben expresar
Descubriendo el lenguaje emocional oculto: cómo las emociones no expresadas se convierten en comportamientos «difíciles» en los niños y cómo podemos ayudarles a encontrar su voz interior.
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Es posible que más de una vez hayas escuchado a alguien hablar de su hijo o de otro niño con el término: «niño difícil». La realidad es que no existen niños difíciles, solo emociones que no saben expresar y que necesitan una guía para lograrlo. Por este motivo, vamos a hablarte sobre este tema para que puedas ayudar a un niño considerado «difícil» porque la realidad es que es un niño que está sufriendo al no saber expresar las emociones intensas de su corazón.
Las emociones contenidas
Todos los niños tienen y sienten emociones, como cualquier persona. Pero ellos no tienen las estrategias necesarias para poder canalizarlas ni trabajarlas correctamente, y si no tienen la guía adecuada a su alrededor, las contienen. Se convierten en emociones contenidas y siempre, duelen y se magnifican.
Cuando las emociones de un niño empiezan a acumularse, al no haberlas gestionado, es cuando aparecen los comportamientos disruptivos y lo que parecen, actitudes «difíciles». Los niños, al igual que los adultos, también se pueden sentir frustrados, enfadados, tristes o con miedo… pero al carecer de las habilidades necesarias para comunicar sus sentimientos de forma correcta es cuando aparecen las rabietas o comportamientos disruptivos. Es la única manera que encuentran para liberar su tensión emocional.
Por qué se les llama «niños difíciles»
¿Por qué se utiliza la etiqueta de «niños difíciles»? Es una etiqueta demasiado común porque a menudo no comprendemos completamente lo que está sucediendo en el mundo emocional de un niño. Cuando un niño se comporta de manera desafiante, es más fácil etiquetarlo como «difícil» en lugar de investigar y abordar las emociones subyacentes que pueden estar impulsando ese comportamiento.
También es importante destacar que la percepción de un niño como «difícil» puede variar de una persona a otra. Lo que uno puede considerar un comportamiento desafiante, otro puede verlo como una reacción comprensible a una emoción no expresada.
Desmintiendo la etiqueta «niños difíciles»
Para ayudar a desmitificar este término, es importante reconocer que cada niño es único y que sus comportamientos disruptivos son una señal de que algo más está sucediendo en su mundo emocional. Pero, ¿por qué hay que dejar de utilizar la etiqueta de «niño difícil»?
- Porque no son niños difíciles, solo les faltan habilidades emocionales.
- Tienen una comunicación limitada y los adultos somos su guía y ejemplo.
- Es su respuesta a situaciones estresantes y no hay que juzgarlos, debemos ser su apoyo en esos momentos difíciles para ellos.
Cómo ayudar a un niño a canalizar sus emociones
Ahora que hemos dejado claro que no existen «niños difíciles», es hora de aprender cómo podemos ayudarles a canalizar sus emociones de manera efectiva.
Fomenta la expresión emocional
Anima a tu hijo a hablar sobre lo que siente. Pregúntale cómo se siente en diferentes momentos del día y valida sus emociones. Decir algo como: «entiendo que te sientas triste porque no pudimos ir al parque hoy» muestra empatía y ayuda al niño a sentirse comprendido.
Enseña habilidades emocionales
Ayuda a tu hijo a identificar y nombrar sus emociones. Utiliza cuentos, juegos y conversaciones para enseñarles sobre las emociones básicas y cómo manejarlas. Esto les dará las herramientas necesarias para expresarse de manera adecuada.
Modela un comportamiento equilibrado
Los niños aprenden observando a los adultos. Muestra cómo manejas tus propias emociones de manera positiva y constructiva. Si cometes un error, también es una oportunidad para enseñarles sobre la autorreflexión y la disculpa. Pide perdón siempre que sea necesario y sé capaz de reconducir tu conducta.
Crea un entorno seguro
Los niños deben sentirse seguros para expresar sus emociones sin temor a castigos o juicios. Asegúrate de que tu hogar sea un lugar donde puedan hablar abiertamente sobre lo que sienten. Su hogar debe ser su refugio.
Fomenta la empatía
Ayuda a tu hijo a comprender las emociones de los demás. Esto les permitirá desarrollar empatía y mejores habilidades de comunicación interpersonal. Pero al mismo tiempo, hay que enseñarles estrategias de autocuidado emocional, porque entender a otros solo es posible cuando primero somos capaces de entendernos y ser compasivos con nosotros mismos.
Equilibrio del niño: refuerzo positivo y buena comunicación
Para mantener un equilibrio saludable en la crianza de un niño, es esencial utilizar el refuerzo positivo y la buena comunicación. Son dos pilares fundamentales que no pueden faltar en tu crianza para que tu hijo entienda que estar a tu lado siempre será su lugar seguro.
Refuerzo positivo
El refuerzo positivo implica el uso de elogios y recompensas para fomentar el comportamiento deseado. En lugar de castigar o reprender constantemente a un niño por su comportamiento disruptivo, céntrate en reforzar positivamente los comportamientos positivos que quieres ver.
Por ejemplo, si tu hijo se esfuerza por compartir sus juguetes con un amigo, elogia su generosidad y felicítalo por ser un buen amigo. Esto refuerza la idea de que el comportamiento positivo es valorado y alentado.
Buena comunicación
La comunicación efectiva es clave en la relación con tu hijo. Para ello potencia la escucha activa con contacto visual y mostrando interés en todo lo que te dice. Háblale siempre con un lenguaje apropiado para su edad y asegúrate de que entiende lo que le estás diciendo. Utiliza las preguntas abiertas para fomentar una buena comunicación.
Por supuesto, la parte emocional es necesaria, por lo que siempre valida sus emociones para que así sienta que sus sentimientos son respetados. Cuando sea necesario ofrece tu apoyo incondicional para que sepa que puede contar contigo siempre sin importar sus acciones o las emociones que pueda sentir. Tu amor y apoyo le hará entender que todas las emociones son necesarias pero que somos nosotros los que decidimos qué hacer con ellas.
Desde este momento, olvida el término de «niño difícil» y céntrate en mirar siempre más allá del comportamiento. Ante un mal comportamiento siempre hay una emoción no expresada y por tanto, sufrimiento. Esto ocurre tanto en niños como en adultos, por eso es tan importante saber reconocer las propias emociones para así, poder guiar a nuestros hijos hacia un buen equilibrio interno.
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