A veces no estoy para nadie… porque estoy para mí misma
Priorizarte no es ser mala madre, es pensar en tu familia
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Ser madre no es nada fácil, es más, se puede decir que es el trabajo más difícil que existe en el mundo, aunque también es el más satisfactorio. Desde que una mujer se queda embarazada empieza a olvidarse de ella misma porque cuando se cuida, lo hace por el bebé, cuando nace el bebé, deja de lado su descanso para poder atender al pequeño, a medida que crecen sus hijos sabe que la prioridad en su vida ya no es ella… Pero hay que saber que hay veces que no se está para nadie, excepto para una misma.
Tú
Es importante que una mujer que es madre sepa y entienda que hay veces que no se está para nadie, excepto para una misma, porque es necesario. Eso no significa que no quieras a tus hijos o que descuides a tu familia… Eso significa que para poder cuidarles bien y que realmente disfruten de una madre feliz y atenta debes priorizarte de vez en cuando.
Necesitas tener un espacio para ti, donde solo tú eres la protagonista, donde reponer tus energías y que tus pilas no se agoten demasiado. Si no lo haces, si no repones tu energía puedes acabar realmente cansada y estresada cada día, llegando incluso a un agotamiento excesivo que te puede derivar en problemas emocionales. No debes descuidarte, este es un punto prioritario de la maternidad.
No te abandones o llegarás al límite sin darte cuenta
Sin darte cuenta, con el día a día puedes dejarte abandonada, pensar que no eres tan importante, que tus hijos lo son más que tú. Pero si tu no te cuidas, te respetas y te priorizas, ¿cómo lo harás bien para otros seres? Ser madre parece una carrera de fondo. Son muchas las cosas que tienes en la cabeza que debes hacer en 24 horas, sin freno… Y acabas agotada. Sabes que todos tienen necesidades pero olvidas las tuyas propias.
Es cierto, todos te necesitan, les hace falta a tus hijos constantemente, esto es innegable. Todos los días te encuentras con nuevos obstáculos pero consigues superarlos todos, pero no existen medallas para darte las gracias, tampoco existe un ‘gracias’ diario que te reconforte. Parece que son cosas que deben ser así y punto; que nadie reconozca tu valía, tus esfuerzos, tu cansancio, tus renuncias diarias y a largo plazo, tu dedicación a tus hijos y a tu familia.
Si te abandonas empezarás a darte cuenta que las cosas empiezan a carecer de valor para ti, que todo se vuelve automático, que los colores ya no son tan vivos como antes. Todo esto puede hacer que entres en una depresión o en una tristeza crónica que haga que vayas en automático o sin frenos. Si te abandonas es posible que tengas algunos síntomas como fatiga, cansancio extremo, dolores de cabeza, dolores físicos, problemas estomacales, apatía, irritabilidad, frustración, mal humor… ¿te suena? Esto es que te has vuelto insensible a tus propias necesidades, te has olvidado de ti.
Vuelve a ti
Pero tienes un deber que no puedes olvidar: VUELVE A TI. Aprende a no estar para nadie y a dedicarte un tiempo para ti misma. No estarás descuidando a tu familia, hay opciones para que tus hijos estén atendidos mientras tienes un rato para ti y para nadie más. Descúbrete emocionalmente, regálate tu tiempo y atención. Aumenta tu energía y permite que tu felicidad recorra tu cuerpo. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo evitar tu propio abandono?
- Si empiezas a sentirte saturada. Para, respira y reflexiona.
- Traza un plan para priorizar un poco de tiempo para ti.
- Prioriza lo más importante y lo secundario, puede esperar.
- Pon fecha y hora al tiempo que tendrás para ti, ya sean 15 minutos al día o 2 horas durante la semana.
- Ese tiempo es solo para ti: sin móvil, solo tú. Camina, respira y disfruta de tus pensamientos.
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