Niños mimados que se convierten en adultos débiles, ¿cómo evitarlo?
Criar resilientes, educar hijos fuertes ante un mundo de desafíos
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La mayoría de los padres quiere lo mejor para sus hijos. De ahí que muchos progenitores se sacrifiquen y pongan su mejor empeño en proteger a los niños y darles todo lo que ellos no tuvieron. Sin embargo, de lo que no son conscientes es de que en ese afán de allanarles el camino a sus hijos y quitarle de en medio cuanto obstáculo puedan, lo que en realidad están consiguiendo es educar a personas débiles que no saben enfrentarse al mundo porque nunca lo han aprendido. En lugar de criar a hijos fuertes y prepararlos para la vida adulta, lo que están haciendo es limitar su desarrollo, convirtiéndolos en personas cada vez más dependientes. Es lo que hoy se conoce como generación blandita o de cristal.
Generación blandita o de cristal
Ningún padre quiere que sus hijos sufran o tengan que afrontar dificultades, por lo que es natural que hagan todo lo que esté en sus manos por facilitarles la vida. Sin embargo, cuando esto implica asumir las responsabilidades por ellos, tomar sus decisiones y librar sus batallas lo que en realidad están haciendo es limitar su oportunidad para aprender y desarrollar sus propias habilidades. De esta manera, terminan criando a niños mimados y dependientes, que no son capaces de luchar por lo que quieren y que tiran la toalla ante el primer imprevisto porque nunca han aprendido a afrontar los problemas.
Los niños de la generación blandida o de cristal como también se le conoce no están preparados para resolver los obstáculos de la vida, tienen expectativas muy altas sobre lo que merecen y/o pueden conseguir y se quejan frecuentemente por las circunstancias que les han tocado vivir sin darse cuenta de que, en muchos casos, son mejores de las que les tocó vivir a sus padres o abuelos. A pesar de ello, se sienten frustrados porque creen que la vida no es buena con ellos. El problema es que detrás de esa percepción lo que en realidad se esconde es una gran inestabilidad emocional, una inseguridad personal y una enorme sensibilidad que nunca se ha puesto a prueba.
Al final estos niños terminan convirtiéndose en personas que no saben afrontar la vida y que se vienen abajo ante cada contratiempo, en adultos inseguros y temerosos que prefieren mantenerse en su zona de confort antes que atreverse a probar cosas nuevas y a los que les resulta muy difícil tomar decisiones. De esta manera, se transforman en personas frágiles, sensibles a las críticas, poco resolutivos, incapaces de esforzarse por lo que quieren y que creen merecerlo todo.
¿Cómo evitar que tu hijo se convierta en un adulto débil?
Cuando se trata de la educación infantil, la permisividad, la ausencia de límites y el fomento de la dependencia no son buenos aliados. Tampoco lo es el exceso de mimos, la sobreprotección o la falta de responsabilidades. Obviamente, esto no significa que no haya que brindar amor a los niños, ayudarlos a crecer y ofrecerles oportunidades para que comiencen a trazar su propio camino. Es importante encontrar un punto de equilibrio entre lo que los padres buenamente pueden ofrecer a sus hijos y los límites que no deben traspasar para que sean los propios niños quienes sean capaces de desarrollar sus habilidades.
Si bien, la educación de los niños es muy complicada y está sujeta a numerosos factores, existen algunas claves que deberías poner en práctica en la crianza de tus hijos si no quieres que terminen convirtiéndose en adultos débiles y mimados.
1. Enséñales a tomar sus propias decisiones
Desde pequeños los niños deben aprender a tomar sus propias decisiones. Esto no solo les ayudará a ser más independientes y seguros de sí mismos, sino que contribuirá a que se responsabilicen por sus acciones. Por eso, es fundamental que desde una edad temprana los animes a que hagan pequeñas elecciones, como la ropa que quieren ponerse o la fruta que más le apetece comer. También puedes hacer que participen en las decisiones más importantes preguntándoles su opinión al respecto. De esta manera, podrán desarrollar la capacidad de tomar decisiones rápidamente, una habilidad que les resultará muy útil a medida que crezcan.
2. Anímalos a asumir sus responsabilidades
Los niños tienen que aprender a asumir responsabilidades desde una edad temprana. Esto no solo implica asumir pequeñas responsabilidades en el hogar o la vida familiar como puede ser recoger su habitación o limpiar las hojas de la terraza, sino también ser conscientes de que cada acción tiene consecuencias. De esta manera, aprenderán la importancia de responsabilizarse por lo que hacen, una manera sencilla de que piensen antes de actuar y sean capaces de reconocer sus errores cuando se equivocan.
3. Bríndales la autonomía que necesitan
Los niños necesitan ser libres para aprender y, por qué no, también para equivocarse. Por tanto, evita estar todo el día detrás de ellos cuidándolos y sobreprotegiéndolos para evitar que se hagan daño al jugar o sufran una decepción. Los niños deben tener la libertad necesaria para explorar el mundo, descubrir las cosas que les rodean y encontrar su propio camino. Esto también implica dejar que cometan errores y los enmienden ellos solos. Obviamente, esto no significa que no estés a su lado para apoyarlos, pero es importe que sean ellos quienes lleven las riendas de su vida a medida que crezcan.
4. Edúcalos en una cultura del esfuerzo
Si quieres evitar que tus hijos se conviertan en adultos frágiles, es fundamental que les eduques en la cultura del esfuerzo. Los niños tienen que saber que, para la mayoría de los mortales, todas las cosas requieren un sacrificio, desde el juguete que reciben por Navidad o la escapada de fin de semana hasta sacar buenas notas en el colegio o mantener la relación con un amigo. En esta vida todo lo que realmente vale la pena merece un esfuerzo y, cuanto antes lo aprendan mucho mejor para ellos.
5. Prepáralos para afrontar los problemas de la vida
En lugar de proteger a tus hijos de los problemas y afrontar los obstáculos por ellos, es importante que los prepares para afrontarlos por sí solos. Bríndales las herramientas necesarias para que sean capaces de solucionar los problemas de la vida y ayúdalos a crear una autoestima a prueba de balas que les permita levantarse y reinventarse cuando los obstáculos los superen. Solo de esta manera, estarán preparados para afrontar la vida cuando no estés a su lado para apoyarlos.
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