Por qué los niños aprenden más rápido que los adultos
La ciencia ha descubierto porque los niños aprenden mucho más rápidamente: el GABA es el responsable de ello.
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Todos somos conscientes de que los niños aprenden mucho más rápido que los adultos, ya sea en el área del lenguaje como en las matemáticas, habilidades, etc. ¿Cuántas veces hemos oído decir que los niños pueden aprender varias lenguas a la vez? O, ¿cuántas veces, nosotros mismos, nos hemos comparado con nuestros hijos y nos hemos quedado sorprendidos de sus capacidades de aprendizaje?
Los niños aprenden a usar rápidamente las nuevas tecnologías, memorizan conceptos en un abrir y cerrar de ojos, dominan ciertos movimientos o técnicas en el deporte mucho más rápido que otros niños o adultos e, incluso, son capaces de tocar instrumentos con mayor fluidez que una persona adulta. Pero, ¿cuál es la razón? Científicos de la Universidad de Brown han dado con el responsable de esta rapidez en el aprendizaje: el neurotransmisor GABA.
¿Qué es el neurotransmisor GABA y cómo afecta en el aprendizaje?
El GABA es uno de los neurotransmisores cuya función es la de regular la capacidad del cerebro a la hora de aprender, así como de adaptarse. Su funcionamiento es básicamente el de estabilizar las neuronas, por lo que es un inhibidor más que un excitador. ¿Es eso bueno para aprender? Pues, resulta que sí, aunque pueda parecer todo lo contrario. Este neurotransmisor permite que las neuronas se puedan “relajar” de todos los estímulos que reciben, por lo que no se saturan tan rápidamente y el aprendizaje es mayor.
Los investigadores del citado estudio midieron los niveles de GABA en los aprendizajes visuales, tanto en adultos como en niños. Comprobaron que, en ambos casos, la cantidad de GABA aumentaba durante el aprendizaje, por lo que no había una diferencia sustancial. Sin embargo, sí encontraron diferencias después del entrenamiento: el GABA disminuía rápidamente en los adultos, mientras que permanecía elevado durante unos minutos en el caso de los niños. Así, llegaron a la conclusión de que la prolongada concentración de GABA es la que permite asentar un nuevo conocimiento mucho más rápidamente.
El GABA: aliado de padres y escuelas
De acuerdo con los mismos investigadores, este conocimiento debería ser empleado por familias y escuelas a la hora de potenciar la adquisición de nuevas habilidades. Pero, ¿cómo podemos los padres potenciar el aprendizaje infantil? Pues, a través del juego y hay tres tipos que resultan especialmente útiles:
Juegos sensoriales
Los juegos sensoriales son unos de los que más gustan a los niños, pues están llenos de sonidos, luces y texturas. En el mercado, hay una gran cantidad de ellos para todas las edades, por lo que es muy fácil conseguir uno de ellos y dejar que los niños experimenten con él.
Juegos de palabras
Potenciar la adquisición del lenguaje es algo que podemos hacer desde los primeros meses de vida y no esperar a poder leer cuentos a los niños. Así, podemos ir jugando con las palabras, las repeticiones y las asociaciones entre palabras y objetos. A medida que el niño va desarrollando el lenguaje, podemos ir incluyendo palabras más complejas, enseñarle a crear estructuras usando verbos y adjetivos, y fomentar la lectura.
Para fomentar la lectura debemos ofrecer al niño una gran variedad de estímulos diferentes y darle un entorno rico en libros. Así mismo, nunca debemos forzar a los niños a leer cuando son pequeños, ya que esto puede actuar del modo contrario: los pequeños deben tener la lectura a su alcance, pero nunca deben sentirse forzados a leer. Al menos, hasta en la edad escolar.
Juegos de bloques
Los juegos de bloques son muy útiles a la hora de trabajar el espacio. Sin embargo, estos juegos, como los sensoriales, deben estar adaptados a la edad y, sobre todo, al gusto del niño. Y, sobre todo, deben ser muy visuales y llamativos para captar su atención.
Para aprender, hay que experimentar
Además de centrarnos en los juegos para potenciar la adquisición de nuevas habilidades, los niños también necesitan experimentar y estar envueltos de una gran variedad de estímulos. Sin embargo, esto no quiere decir que los padres debamos llenar la agenda de los niños hasta los topes de actividades extraescolares, pues hay otras maneras en las que podemos ofrecerles estos estímulos de un modo más lúdico: salir a pasear por la naturaleza, dejarles interactuar con otros niños y practicar diferentes tipos de deporte son solo algunos ejemplos.
La rutina, mala amiga
En todo momento, hemos hablado de la “variedad” de estímulos, algo esencial para que los niños no acaben aburriendo una actividad. Este “aburrimiento” iría en contra de todo lo que hemos logrado en un momento dado, por lo que debemos cambiar la actividad tan pronto cuando veamos que al niño ya no le hace gracia o no le llama tanto la atención. En el caso de los juegos, por ejemplo, es importante comprar solo uno e irlo cambiando a medida que el niño vaya creciendo. Si pensamos en el contacto con la naturaleza, por ejemplo, podríamos espaciar las salidas y buscar siempre sitios distintos.
Que los niños aprenden más rápido que los adultos es algo que todos sabíamos, y habíamos observado en infinidad de ocasiones. Sin embargo, ahora hemos podido dar con el responsable de esta facilidad a la hora de adquirir nuevos conocimientos: el GABA. Las elevadas concentraciones de este neurotransmisor, tanto durante el aprendizaje como después de este, permite a los niños asentar los conocimientos más rápidamente sin que sus neuronas se cansen o se saturen. Esto no solo hace que aprendan más rápido, sino que puedan hacerlo durante un mayor período de tiempo.
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