Un niño que tiene todo lo que quiere se convertirá en un adulto infeliz
No se puede tener todo lo que se quiere, aunque duela
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Sin que los padres se den cuenta, están criando a niños caprichosos, frágiles y llenos de inseguridades. Esto ocurre porque no se les enseña a los niños a ser resistentes a la frustración, porque los padres solo piensan en que sus hijos sean felices… sin darse cuenta de que igual de importante es que sean felices, es que aprendan a manejar las frustraciones que la vida les va poniendo delante.
Los niños que no aprenden a manejar las frustraciones creen que otra persona les debe garantizar su felicidad, que ellos no son capaces de conseguirlo por sí mismos. Grave error, puesto que si alguien (sea quién sea o lo que sea) no les garantiza la seguridad caen en una desgracia emocional de la que les cuesta salir por sí mismos. Cuando los niños crezcan, la sociedad no se va a fijar en su felicidad, se les pedirá que actúen y que sepan cómo funcionar.
Cuando los niños no aprenden de la frustración
Los niños que no aprenden a tolerar la frustración se convertirán en adultos infelices, que no estarán nunca satisfechos con nada. Sentirán gran vacío emocional que no se llenará con absolutamente nada, además, tendrán dificultades para entender sus propias emociones y también las de los demás. Por si fuera poco, al no tolerar la frustración pueden aparecer problemas de agresividad, problemas con el respeto de las normas y con la autoridad.
Cuando se intenta evitar el sufrimiento a los niños, los padres estarán evitando que se enfrenten a frustraciones diarias, necesarias para que después afronten la vida. La sobreprotección solo causará problemas emocionales ya que se les está vetando la capacidad para aprender por sí mismos, de resolver los problemas, de ser independientes y de enfrentarse a la realidad que tienen delante. La vida está llena de problemas, evitarlos no es la solución. La solución es aprender a manejarlos.
No se puede tener todo lo que se quiere
No importa la edad que tengan tu hijos, es importante ayudarles a manejar su frustración para que sean capaces de expresar cómo se sienten, poniendo palabras a las emociones. De esta forma, cuando tengan una rabieta podrán manejarla antes. La comunicación y el diálogo son fundamentales para que los niños aprendan a expresar cómo se sienten o qué necesitan en cada momento.
Si las rabietas no se corrigen o si el adulto la tiene al mismo tiempo que el niño, esto puede transformarse y que se convierta en un verdadero problema. Un niño de diez años con rabietas no es lo mismo que un niño de tres. El de tres llora, el de 10 insulta e incluso puede amenazar a las padres por no saber controlar esas emociones que siente tan intensas, por no entenderlas… Por no haber aprendido a que las emociones deben sentirse pero también deben controlarse.
Sin frustraciones aparecen los problemas
No queremos decir que los niños se frustren todos los días, pero sí que si se evitan las frustraciones cotidianas, los niños se pueden convertir en déspotas, en niños tiranos. Tendrán apego a las cosas materiales sin valorar lo que tienen porque no se les ha enseñado a valorar las cosas. No serán tolerantes, no sabrán empatizar y no entenderán las emociones. Se convertirá en un adulto infeliz y frustrado.
No hay que darles todo lo que piden, ni tampoco quitarles todos los problemas para ver su sonrisa en el rostro. Los niños no pueden estar sobreprotegidos dentro de una burbuja, porque se convertirán en seres frágiles, fáciles de romper.
Es muy importante que los padres y educadores de los hijos vayan siempre por el mismo camino. Necesitan coherencia en la crianza para sentirse seguros y protegidos, pero no… sobreprotegidos.
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