La mirada de las mil yardas, el signo del dolor más profundo
La expresión que revela el alma herida, reflejo de una batalla interna y silenciosa
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Los ojos son el espejo del alma. Por ese motivo, no es extraño que cuando una persona está triste o ha sufrido un trauma sus ojos estén apagados y perdidos. Es lo que se conoce como la “mirada de las mil yardas”. Un término acuñado por el artista bélico Thomas Lea en su obra “The 2000 Yard Stare” con la que representa el sufrimiento de un marine estadounidense durante la Batalla de Peleliu y que hace referencia a esa profunda angustia psicológica que se refleja en la mirada de las personas que han vivido una experiencia traumática.
¿Qué refleja exactamente la “mirada de las mil yardas”?
La “mirada de las mil yardas” es un término popular que se utiliza para describir un signo clínico en las personas que han experimentado una situación adversa, estresante o traumática. Básicamente, hace referencia a una expresión de angustia, insensibilidad y anhedonia que se refleja en la mirada y manifiesta el profundo dolor emocional y psicológico que se está experimentando como consecuencia de estar o haber estado bajo una situación de tensión sostenida.
En la práctica, es bastante sencillo identificar la “mirada de las mil yardas”. Se manifiesta con unos ojos tristes y apagados que reflejan abatimiento y miedo, quedándose a menudo suspendidos en un punto fijo como si la persona estuviese absorta, con la mente en otro sitio y tiempo. Es una mirada vacía que refleja la pérdida de toda esperanza y un profundo conformismo con el entorno.
Esto se debe a que detrás de la “mirada de las mil yardas” se esconde un estado de desconexión mental o disociación que forma parte de la respuesta adaptativa de la persona ante una situación de estrés agudo o estrés postraumático. Por eso suele acompañarse de otros síntomas psicológicos como los problemas de identidad, la desconexión con el entorno, los fallos de memoria, la incapacidad para expresar emociones o, por el contrario, la aparición de conductas erráticas o ataques de pánico.
¿Quiénes presentan “la mirada de las mil yardas”?
La “mirada de las mil yardas” se detectó por primera vez como signo clínico en los soldados o militares que estuvieron en primera línea de batalla. De hecho, un estudio realizado por el Department of Veterans Affairs en conjunto con el Department of Health and Human Services de Estados Unidos encontró que era una condición bastante habitual entre los veteranos estadounidenses de la Guerra del Golfo. Sin embargo, aunque el término surgió estrechamente relacionada con el contexto militar, hoy se conoce que es un signo común en cualquier persona que haya sido víctima de un gran trauma o estrés.
Víctimas y/o testigos de conflictos bélicos, desastres naturales o atentados también suelen manifestar la “mirada de las mil yardas”. Además, es un signo clínico común entre quienes han sufrido un gran trauma, como puede ser la muerte de una persona muy querida y cercana o estar expuesto a situaciones de vejación, sobre todo cuando son sostenidas en el tiempo. De hecho, es un síntoma que puede verse en ocasiones en los niños que han sido víctimas de violaciones durante mucho tiempo, aquellos que han sido maltratados por sus padres o han atravesado condiciones muy difíciles como a las que a veces se exponen en las migraciones irregulares.
Recuperar el brillo en la mirada tras un evento traumático es posible
Dejar atrás la “mirada de las mil yardas” y recuperar el brillo en los ojos es posible. Al tratarse de un signo clínico de un trastorno bastante complejo, como el síndrome de estrés postraumático o el estrés crónico, lo ideal es consultar a un psicólogo que se encargue de realizar el diagnóstico adecuado y proponga un plan de tratamiento personalizado. Sin embargo, si se trata de una persona cercana, también existen algunos consejos sencillos que puedes aplicar para ayudarle a recuperar las ganas de vivir.
1. Anímala a hablar sobre lo que le ha sucedido
A veces, las personas solemos callarnos los temas que más nos preocupan o afectan porque pensamos que los demás no serán capaces de comprenderlos. Sin embargo, hablar sobre las cosas que nos suceden puede tener un enorme poder catártico ya que nos ayuda a expresar las emociones contenidas, a la vez que contribuye a poner en perspectiva la situación. Por tanto, una buena manera de ayudar a una persona con la “mirada de las mil yardas” consiste en animarla a hablar sobre ese dolor. Eso sí, si no está preparada o no quiere hacerlo no la fuerces ya que podría ser contraproducente.
2. Hazle saber que estás a su lado para ayudarla
Contar con un hombro amigo no eliminará las penas, pero aligerará la carga en los peores momentos. Por eso, otra manera de ayudar a quien está lidiando con un trauma consiste en hacerle saber que estás a su lado para ayudarle cuando más lo necesite. Dile que puede contar contigo cuando desee hablar para desahogarse, pero también cuando necesite tu compañía o consejo.
3. Deja que llore, es más, anímala a que lo haga
En la sociedad actual, solemos animar a las personas a que no lloren. Sin embargo, llorar tiene un enorme poder liberador y contribuye a aliviar las tensiones emocionales, a la vez que es una buena manera de descargar la negatividad y la tristeza. Por tanto, no solo deberías permitir que la persona que está atravesando por un mal momento llore sobre tu hombro, sino animarla a que lo haga para que se sienta más ligera.
4. Bríndale el espacio y el tiempo que necesita
Sanar lleva tiempo. A veces las personas que han atravesado un trauma necesitan tiempo y espacio para comprender lo que han vivido, recomponer los pedazos rotos, sacar sus aprendizajes y seguir adelante. Por tanto, es importante que les brindes el tiempo y espacio que necesitan para conseguirlo. Ten en cuenta que no todos somos iguales, ni afrontamos las dificultades de la misma manera, por lo que, si en realidad quieres ayudar a esa persona, respeta su ritmo y permítele que sane poco a poco.
5. Ayúdala a reencontrar el placer por la vida
Otra buena manera de ayudar a una persona con la “mirada de las mil yardas” consiste en animarla a reencontrar el placer por los pequeños detalles de la vida. Proponle planes entretenidos, motívala a disfrutar de sus antiguas pasiones y organiza actividades donde pueda pasar tiempo en la naturaleza o haciendo lo que más le gusta. Esto no solo la ayudará a olvidar por un rato su enorme tristeza, sino que le hará reencontrar un nuevo sentido a su vida. Eso sí, no intentes forzar las situaciones, si no se siente con energía o ganas de intentarlo, mejor déjalo para otro momento.
- Kang, H. et. Al. (2002) Post-Traumatic Stress Disorder and Chronic Fatigue Syndrome-like Illness among Gulf War Veterans: A Population-based Survey of 30,000 Veterans. American Journal of Epidemiology; 157(2): 141–148.
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