Método Robinson para facilitar el estudio a los niños
Este método mejora la comprensión lectora en los niños
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¿A tu hijo le cuesta estudiar? Quizá se debe a que no aplica un método de aprendizaje eficaz que le permita aprovechar al máximo las horas de estudio y fijar los contenidos. En ese caso, una de las estrategias de aprendizaje más eficaces es el método Robinson.
Con el método Robinson tu hijo aprenderá a estudiar solo y podrá aprovechar al máximo el tiempo que dedica al estudio. También comprenderá mejor los contenidos, lo cual facilita su retención. Además, estimula la habilidad infantil para comprender nuevos conceptos e incluirlos en su mapa mental, desarrollando a su vez el pensamiento crítico de los pequeños.
¿Cómo surgió el método Robinson?
El método Robinson, que en realidad se denomina SQRRR o SQ3R, es una técnica de comprensión lectora que se estructura en cinco pasos: exploración, pregunta, lectura, recitación y revisión. Fue introducido a mitad del siglo XX por Francis P. Robinson, un filósofo educativo estadounidense.
Este método ofrece un camino más eficiente y activo para leer los libros de texto, y aunque originalmente fue creado para facilitar el estudio a los alumnos universitarios, también lo pueden utilizar los niños más pequeños.
¿Cómo aplicar el método Robinson?
1. Exploración
Se trata de la primera etapa del método Robinson y consiste en realizar una lectura rápida del contenido. Es conveniente que el niño lea el título, encabezados y subtítulos, incluyendo los que se encuentran bajo las imágenes o gráficos. También debe leer los párrafos introductorios, el resumen y las conclusiones del capítulo o artículo. Esa lectura rápida sirve para que el niño se forme una idea del contenido que estudiará.
2. Pregunta
En esta fase del método Robinson el niño debe plantearse una serie de preguntas sobre el contenido que está a punto de estudiar. Un truco consiste en convertir los enunciados y subtítulos en preguntas. También ayuda preguntarse qué dijo el profesor sobre ese tema en la clase, o simplemente preguntarse qué sabe ya al respecto. Puede preguntarse además la utilidad de esa información en la vida cotidiana.
A esta fase le puede dedicar unos 5 minutos, pero es fundamental que no la pase por alto ya que con estas preguntas se persigue el objetivo de activar en la mente infantil los conceptos relacionados con el contenido que debe aprender. De esta manera le resultará más fácil establecer conexiones significativas que faciliten la comprensión de los nuevos conceptos y su fijación en la memoria.
3. Lectura
Esta fase se refiere a la lectura propiamente dicha, aunque se trata de una lectura profunda. El niño puede marcar los conceptos más importantes y/o intentar responder a las preguntas que se planteó en la etapa anterior, lo cual le animará a reflexionar sobre lo que está leyendo, para comprenderlo mejor.
Si una primera lectura no es suficiente para entender los conceptos, puede volver a leer el contenido cuantas veces sean necesarias. Es importante reducir la velocidad de lectura en las partes más complejas o parar la lectura y volver atrás en aquellos conceptos que no están claros.
4. Recitación
En esta fase el objetivo es recuperar de la memoria el contenido que se ha leído, recitando en voz alta los puntos principales de lo aprendido. Sin embargo, no se trata de repetir mecánicamente el contenido de las páginas, sino de resumirlo o explicarlo con sus palabras ya que ese proceso implica una reconstrucción del contenido que contribuye a que este sea más significativo y, sobre todo, se integre mejor en los mapas mentales ya existentes.
5. Revisión
Recitar el contenido una sola vez no suele bastar para consolidarlo. Lo ideal es que el niño realice una segunda revisión, al menos de los conceptos más importantes. En esa revisión debe responder a las preguntas iniciales y asegurarse de que no queden dudas.
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