Las mentiras y la preadolescencia
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La mentira no está bien vista por la sociedad porque además de no ser buena para las relaciones interpersonales puede generar muchos conflictos tanto internos como externos. Los niños a una edad temprana pueden comenzar a mentir para intentar salirse con la suya, para evitar posibles consecuencias a las conductas o simplemente para no enfadar a los demás. Incluso a veces, pueden empezar a utilizar las mentiras para medir a las personas y saber hasta dónde pueden llegar con cada uno de ellos.
Los niños pueden mentir en las diferentes etapas de su vida y dependerá de los padres y de los valores que se le den y se le muestren a los niños, que opten por mentir o no mentir para conseguir las cosas en sus vidas. Por norma general los niños más pequeños suelen usar la mentira para evitar consecuencias negativas o para no molestar a los adultos y también porque les falta una comunicación abierta con sus adultos de referencia. Pero, ¿qué pasa con los niños pre-adolescentes? ¿Por qué mienten?
Los niños y niñas preadolescentes
Los niños y niñas a esta edad están trabajando duro para establecer su identidad y mostrar su personalidad, quieren sentir confianza hacia ellos mismos y hacia los demás, pero también deben trabajar la conciencia para entender la importancia de la misma.
Los preadolescentes, que tienen entre 9 y 12 años, cada vez son más expertos en decir mentiras y en mantenerlas para conseguir sus propósitos, pero también son más conscientes de las repercusiones de sus acciones. Pueden tener grandes sentimientos de culpa después de haber mentido porque empiezan a entender la conciencia social y cómo la mentira repercute en los demás y en ellos mismos. Si mienten, la desconfianza hacia su persona puede ser de grandes magnitudes.
El valor de la verdad
Para que los preadolescentes puedan sentir la verdad como algo necesario en las relaciones interpersonales, resulta imprescindible que los padres mantengan con ellos conversaciones directas sobre la honestidad y sobre la confianza y lealtad entre las personas. Por supuesto, resulta también muy importante que los padres den un buen ejemplo sobre la honestidad.
En ocasiones pueden haber pequeñas mentiras aceptables con el fin de ser educados o para no herir los sentimientos de otras personas, pero en estos casos también es necesario tener muy claro qué momentos son los adecuados y cuáles no. Hay veces que es mejor decir la verdad aunque duela que seguir mintiendo solo para evitar herir los sentimientos de los demás y que después, las consecuencias emocionales sean mayores.
Cuando surgen situaciones como esta, ser directo con tu hijo para evitar el envío de mensajes contradictorios es imprescindible.
Cómo entablar la conversación
Si no sabes cómo comenzar la conversación con tu hijo, puedes decirle cosas como: ‘Sabes que decir siempre la verdad es muy importante, pero en ocasiones pueden haber momentos en los que también es importante ser educado para no herir los sentimientos de otra persona. Si por ejemplo vas a comer a casa de unos amigos y la comida que ponen no te gusta, es educado comerte la comida y agradecerla.»
Los buenos modelos siguen siendo cruciales para todas las personas, y son valores que también deben trabajarse. Los niños deben sentirse cómo cuando hablan con sus padres, de esta manera serán más propensos a decir la verdad, y para ello, se debe trabajar la confianza. Los padres por su parte, también deben entender que sus hijos no siempre dirán la verdad, y cuando no sean sinceros, es muy importante hacer un ejercicio de reflexión para pensar por qué mienten y en qué se les debería de ayudar para poder responder a esas mentiras adecuadamente.
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