Cómo mejorar el comportamiento de tu hijo en una semana
Descubre 5 técnicas que te cambiarán la vida
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Es posible que tus días se resuman en gritos o rabietas continúas, algo que sin duda te trae de cabeza y te estresa. Es normal. Quizá pienses que tu hijo debe mejorar su comportamiento y realmente puede hacerlo, pero lo primero que debes tener presente para que él lo consiga es que el primer paso lo debes dar tú. Aunque es cierto que no hay nada que estrese más que las quejas y gritos de los hijos, los padres y las madres pueden ser tan culpables como los hijos de su comportamiento.
Todos los padres quisieran que sus hijos mejorasen su comportamiento de forma instantánea, pero esto no es posible… Porque son los padres los primeros que deben valorar si su comportamiento es el correcto y sobre todo, probar diferentes métodos. El secreto para mejorar el comportamiento de los hijos es probar diferentes técnicas durante una semana y reforzar la que realmente funciona con tus hijos (no todas las técnicas funcionan con todos los niños, por eso hay que ir probando).
Diferentes técnicas para probar durante una semana
No reaccionar
La primera técnica consiste en no reaccionar y valorar lo que está mal o lo que está sucediendo. El error en la mayoría de los padres es responder de forma instantánea a la mala conducta y esto solo reforzará de forma negativa la mala acción de los hijos. Hay padres que temen qué ocurrirá si ignoran el mal comportamiento, pero la realidad es que cuando se ignora el comportamiento y no se reacciona, te das un tiempo para pensar en cómo actuar si las malas acciones continúan. Así, tienes un pequeño margen de tiempo para pensar en qué decirle a tu hijo y para buscar una consecuencia inmediata y reconducir su conducta.
Mantener una actitud positiva
Las rabietas o los enfrentamientos entre hermanos pueden hacer que tu positivismo se acabe rápidamente. Pero la realidad es que esperar que los niños sean ‘malos’ es una profecía autocumplida. Cuando etiquetas a tu hijo, es mejor que te asegures de que sea en positivo porque tu hijo se encargará de cumplir con esa etiqueta… Si le etiquetas de forma negativa, también cumplirá con esa etiqueta asignada, y si no le etiquetas, ¡mejor!
Pensar en el propio mal comportamiento
No siempre son los niños los causantes del mal ambiente familiar o de su comportamiento negativo. En muchas ocasiones puede ocurrir que sean los padres quienes provocan la situación sin apenas darse cuenta. Por este motivo, es necesario que los padres hagan una reflexión interna para cambiar su propio mal comportamiento.
Si no te quejas ante ellos, te darás cuenta de cómo las cosas irán mejorando casi sin darte cuenta. Si mantienes la calma, no les gritas, les explicas lo que estás esperando de ellos a cada momento y usas la paciencia para aplicar las consecuencias inmediatas en caso de que sean necesarias, las situaciones estresantes se convertirán en menos problemáticas.
Validar los sentimientos antes de disciplinar
Los padres pueden creer que los niños pueden comportarse mal para manipularles, pero nada más lejos de la realidad. Los niños, siempre suelen actuar por una razón y por eso hay que pensar en los sentimientos que han causado que los niños se hayan comportado de forma negativa y darle una consecuencia justa dependiendo de lo que ha sucedido. Cuando un niño se siente comprendido y sabe que se han validado sus sentimientos y emociones se sentirá aceptado/a y comprendido, algo que le ayudará a comportarse mejor.
A veces, hay que cambiar las reglas y ser flexibles
En ocasiones se pueden poner unas reglas que después, hay que modificarlas o ser flexible para que todo funcione. Por ejemplo si les dices a tus hijos que no pueden ver la televisión y después crees que no pasa nada por verla un ratito antes de cenar, simplemente cambia las reglas y hazles entender el por qué de tu cambio (porque se han portado bien, porque han hecho todos los deberes, etc).
Asimismo, si quieres imponer una nueva regla es posible que tus hijos quieran ‘tensar la cuerda’ porque no estén de acuerdo con esos límites, pero hay que ser consistente para poder lograr cambios positivos. En el caso de la televisión puede ser lo contrario, es decir, que prefieras que tus hijos no vean la televisión antes de la cena… En este caso puedes quitarle la televisión y decirles varias opciones: que te ayuden a poner la mesa o que acaben sus deberes. Sin importar sus reproches, te darás cuenta que cuando comience la cena, estarán calmados. Imponer límites no es fácil, pero ellos tienen que ver que no retrocederás.
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