La maternidad transforma, pero no ahoga
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En la actualidad hay muchas madres que callan su sufrimiento solo por miedo a las críticas, porque parece que ser madre da vía libre para la crítica. Parece que todo el mundo sabe hacerlo mejor que tú. Y no, eso no es verdad. Da la sensación que nuestra sociedad se ha dividido en dos partes en cuanto a la maternidad: las buenas madres vs las malas madres. Llega un momento en el que sin darnos cuenta hay dos bandos: las madres que hacen las cosas de una forma y las madres, que lo hacen de otra. Sin respeto entre un bando y el otro.
La constante culpabilidad
Lo peor de esto es que parece que todo lo que hagas esté mal. Si no quieres darle el pecho a tu bebé y hay una madre que sí le da al suyo, te mirará como si fueses una mala madre o si quieres hacer colecho y otra no, te mirará como bicho raro. O quizá tengas a un hijo de 4 años al que aún le das teta y te miran como si fueses una extraterrestre. A algunas madres se les olvida lo más importante al ser madres: el respeto.
Son muchas las responsabilidades y presiones sociales las que las madres debemos lidiar cada día como para que encima andemos señalándonos unas a otras. Además, parece que si no quieres ser madre te miran como si fueses de otra especie, pero si eres madre debes continuar tu vida como si no lo hubieras sido… Es un sinsentido social que debe acabar. El respeto es la base de todo.
Que no se note que eres madre
Sí, ser madre es maravilloso pero la sociedad quiere que no se note en tu vida: sigue cumpliendo con tu trabajo, con tus obligaciones, recupera tu figura, muestra que aún vales como mujer además de madre, sigue siendo productiva para la sociedad, gana dinero, dedica tiempo a tu pareja, a tus amigos, a tu familia, ten tu casa impecable y por supuesto, cuida tu aspecto porque tu aspecto es fundamental para esta sociedad. Pero, ¿dónde quedan los hijos en esta larga lista? La maternidad cambia la vida de las mujeres, en todos los aspectos, da un giro de 180º aunque la sociedad no quiera darse cuenta de ello.
Pero claro, al mismo tiempo que tienes que hacer todo lo mencionado, también tienes que ser la madre perfecta para que nadie te juzgue, de esas madres que pasan tiempo en la cocina haciendo galletitas para los hijos y los invitados. Cuida a tu hijo a tiempo completo, dale la mejor educación, colabora en la escuela y muestra tu implicación, haz las mejores fiestas, lleva a tus hijos a todas las extraescolares, no pierdas la sonrisa de madre perfecta.
Pero cuidado. Esto parece que son dos vidas totalmente diferente… ¿realmente en 24 horas se puede conseguir todo esto? Pues parece que sí, que las madres SÍ somos capaces de hacer todo esto en 24 horas. ¿Y aún tenemos el valor de señalarnos las unas a las otras?
24 horas. Ni una más
Así es, el día tiene 24 horas, aunque parece que para las madres tiene 48, pero no, solo tiene 24 y también tenemos que descansar para reponer energías. Ser madre es estar entregada a los hijos 24 horas y además, no descuidar todo lo demás… Pero sí, hay veces que hay que descuidar algunas cosas por el bien de los hijos, y no pasa nada. Digan lo que digan.
Tienes que escuchar tu instinto y hacer por tus hijos lo mejor que creas conveniente. Si alguna vez te ves saturada, pide ayuda para mejorar tu camino, pero que sea tu decisión y nunca una imposición. Porque eres madre sí, pero también eres mujer. Recuerda que NADIE que es madre puede llevar el mismo ritmo de vida que llevaba antes de serlo.
Todas las madres hacen equilibrio para poder tener una vida estable. Se tomarán unas decisiones u otras y todas son respetadas. Algunas dejarán de hacer ejercicio, otras dejarán el trabajo, otras cuidarán de sus hijos todo el día para no llevarles a la guardería, otras preferirán dejar a sus hijos con los abuelos para poder trabajar, otras elegirán dejar su vida altamente sociable para disfrutar más de sus hijos…
No hagas caso a la sociedad si te hacen creer que la maternidad no es importante… La maternidad es lo más importante que te puede pasar en la vida. Estás criando a futuras personas adultas, son el presente de nuestra sociedad. Son la vida de cada hogar.
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