Maneras en las que destruyes la autoestima de tus hijos
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La mayoría de los padres son conscientes de la importancia de que sus hijos desarrollen una autoestima adecuada. Sin embargo, muchos de ellos no son capaces de estimular correctamente la autoestima de sus hijos. De hecho, a veces adoptan conductas o dicen frases que en vez de potenciar su autoestima terminan limitando sus potencialidades y su desarrollo. Normalmente no lo hacen de manera intencional, pero aún así los efectos negativos a largo plazo dejan una profunda huella emocional en sus hijos.
Las consecuencias de tener una baja autoestima en la infancia
Se ha demostrado que los niños que tienen una autoestima baja poseen una imagen negativa de sí mismos, no confían en sus decisiones y se sienten inferiores respecto a sus coetáneos. Asimismo, suelen tener problemas para hacer amigos ya que tienen dificultades para ser empáticos y asertivos, a la vez que desarrollan una gran inseguridad, que a veces esconden tras conductas déspotas y violentas.
A largo plazo estos pequeños se convierten en personas que temen enfrentarse a la vida, por lo que sus metas y objetivos son muy limitados. Al crecer, suelen supeditarse a los deseos de sus amigos, parejas o compañeros de trabajo ya que son incapaces de defender sus puntos de vista y hacer valer sus criterios. También tienen una mayor propensión a padecer depresión, ansiedad y estrés debido a que no suelen contar con suficientes estrategias emocionales para lidiar con los problemas y conflictos cotidianos.
¿Cómo los padres afectan la autoestima infantil?
1. Dejándoles ganar siempre
Muchos padres dejan que sus hijos ganen para evitar que tengan una rabieta o se entristezcan. De esta forma los niños son felices ya que experimentan una agradable sensación de empoderamiento. Sin embargo, esta tendencia podría pasarles factura en el plano psicológico ya que les arrebata la posibilidad de desarrollar estrategias eficaces para lidiar con la derrota y el fracaso. Una investigación realizada en la Universidad de Virginia reveló que los niños a los que se les deja ganar sin merecerlo desarrollan una percepción distorsionada de sus habilidades. Asimismo, pasan por alto información relevante que les podría ayudar a solucionar los problemas por sí solos.
2. Haciendo las cosas en su lugar
A veces los padres suelen encargarse de las actividades de sus hijos pensando que así le facilitan la vida. Sin embargo, al hacer las cosas en su lugar no les estás haciendo ningún favor, todo lo contrario, les estás negando la oportunidad de desarrollar habilidades necesarias para la vida y que desarrollen estrategias para solucionar sus propios problemas. También les estás inculcando la necesidad de ser dependientes, a la vez que le impides que asuman la responsabilidad por sus propios actos. Si siempre haces las cosas por ellos les harás sentir que no son capaces de conseguir lo que se propongan.
3. Impidiéndoles cometer sus propios errores
Cometer errores también es una forma de aprender. Sin embargo, muchos padres pasan este detalle por alto y evitan que sus hijos cometan errores para que no tengan que sufrir las consecuencias de sus malas decisiones. Lo curioso es que mientras más los niños evitan las situaciones en las que son propensas a equivocarse, más miedo tendrán a asumir nuevas tareas y menos propensos serán a asumir riesgos en el futuro. A la larga se convertirán en personas incapaces de lidiar con la frustración y el fracaso y con muy pocas habilidades para enfrentarse a la adversidad.
4. Comparándolos con otros
Comparar a los niños con sus hermanos o amigos del colegio es un error mucho más frecuente de lo que imaginan los padres, a pesar de que muchas veces no se percatan de ello. Lo peor es que ese tipo de comparaciones generan una gran inseguridad en los niños, a la vez que afectan su autoestima ya que sienten que no son lo “suficientemente buenos” respecto a sus hermanos o amigos. Al comparar a los niños con otros pequeños solo se logra dañar la imagen que tienen de sí mismos y generarles una sensación de incapacidad muy limitante.
5. Poniendo demasiadas expectativas sobre sus hombros
Motivar a los niños es muy positivo para su desarrollo, pero hacerlo en exceso puede hacer que se sientan “presionados” e incapaces de cumplir con las expectativas de sus padres. Frases como “Puedes esforzarte más”, “Es muy fácil, tú puedes” o “Vas a conseguirlo, sigue esforzándote” incitan a los pequeños a dar más de sí mismos, pero llegado a un punto pueden hacer que los niños se sientan unos fracasados por no poder hacer más. Es importante que los padres animen a sus hijos a seguir adelante, pero también que les enseñen cuándo ha llegado el momento de abandonar ese objetivo y cambiar de meta.
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