Los malos ejemplos que los padres dan a sus hijos
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Educar a un hijo no es tarea fácil, las dudas y las inseguridades siempre están a la vuelta de la esquina, a la espera del momento justo para asaltarnos. ¿Lo habré hecho bien? ¿Se me habrá ido la mano con el castigo? ¿Quizás mis palabras fueron demasiado duras? Estas y otras preguntas suelen rondar la mente de los padres, sobre todo cuando son primerizos en estas lides.
Sin embargo, antes de ir un paso más allá y hablar de los malos ejemplos que les podemos dar a nuestros hijos, es fundamental dejar claro que es imposible no equivocarse. La educación infantil es un camino que no está exento de errores por lo que es mejor no presionarse demasiado y no aspirar a la perfección. Aún así, hay algunos errores garrafales que sería mejor evitar a toda costa ya que tienen repercusiones muy negativas en el desarrollo de los niños.
Los malos ejemplos que los padres dan a sus hijos
1. Opiniones contradictorias entre los padres
La discrepancia de criterios entre los padres es uno de los mayores errores que se pueden cometer en la educación de un hijo. A veces ni siquiera nos damos cuenta de ello y se nos escapan frases como: “Mejor pregúntale a tu mamá” o “Pídele permiso a tu papá”. De hecho, muchas veces estas frases les indican a los niños que uno de los padres no coincide con el criterio del otro.
Aún peor es el hecho de que uno de los padres le permita al niño hacer cosas que el otro le impide porque de esta forma el pequeño se sentirá confundido y no tendrá un modelo al cual respetar. Además, no debemos olvidar que los niños son muy inteligentes y pueden utilizar estas contradicciones para obtener lo que deseen y manipular a uno de los padres. Por tanto, a la hora de educar a un hijo, los padres deben hacer frente común.
2. La falta de constancia en las reglas
La educación de un niño es un proceso que dura las 24 horas de la jornada y los 365 días del año. No importa si el niño está en casa, en el supermercado o en el parque, que hayas llegado agotada del trabajo o que te sientas mal, las reglas que impongas deben mantenerse inalterables.
Esto significa que debes evitar responderle de manera desagradable a tu hijo solo porque hayas tenido una mala jornada en el trabajo, o que un día decidas castigar lo que el día anterior permitiste. Las normas básicas siempre se deben cumplir, no es un buen ejemplo cambiar las reglas a mitad del juego solo porque no estás de buen humor. De esta forma, no solo estarás confundiendo al niño sino que le transmitirás la idea de que las emociones son una excusa para determinados comportamientos. Obviamente, eso no fomenta su autocontrol emocional.
3. Insultar y humillar
No es extraño que en un momento de ira digamos cosas de las que después nos arrepentimos. De hecho, a veces no somos plenamente conscientes del impacto de nuestras palabras pero lo cierto es que pueden dejar heridas, sobre todo cuando por un solo comportamiento denigramos al niño. Por ejemplo, si al pequeño se le resbaló la taza con la leche, no debes decirle cosas como “eres torpe” porque se trata de un apelativo que engloba toda su personalidad y que puede afectar la imagen de sí mismo.
De la misma manera, no es conveniente que insultes a otras personas delante del pequeño porque este pensará que se trata de una manera válida de relacionarse, cuando en realidad no es así. Si en alguna ocasión te enfadas y se te escapa una frase humillante o un insulto, discúlpate inmediatamente. Así tu hijo aprenderá que todos podemos cometer errores pero que es importante tener la humildad de rectificar.
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