La Madre Teresa de Calcuta: Símbolo de la caridad entre los pobres
Biografía de la Madre Teresa de Calcuta para niños
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Existen personas con la capacidad de inspirarnos y sacar la mejor versión de nosotros mismos: Teresa de Calcuta era una de ellas. Esta monja católica de origen albanés fue la fundadora de la congregación de las Misioneras de la Caridad y dedicó más de 45 años de su vida a cuidar de pobres, enfermos y huérfanos en todo el mundo. Un ejemplo de bondad, abnegación, generosidad y sensibilidad humana, cuya historia todo niño debería conocer.
La infancia de Teresa de Calcuta: Sus inicios en la religión
Teresa de Calcuta, cuyo nombre original era Agnes Gonxha Bojaxhiu, nació el 26 de agosto de 1910 en Uskub, ahora Skopie, República de Macedonia del Norte, en el seno de una familia acomodada. Fue la menor de sus hermanos y disfrutó de una bonita infancia hasta la muerte repentina y misteriosa de su padre, cuando solo tenía ocho años. A partir de entonces, la familia tuvo que implementar muchos cambios en su estilo de vida.
La madre de Agnes decidió educarla en el seno de la religión católica. De esta manera, asistía a la escuela estatal y en sus horas libres, participaba como soprano en el coro de su parroquia. Desde una edad temprana entró a formar parte de una congregación mariana y empezó a interesarse por las historias de los misioneros jesuitas y su trabajo en Bengala. Para los doce años, Agnes estaba convencida de que iba a dedicarse a la religión, pero no tomó la decisión definitiva hasta más adelante mientras rezaba en una capilla.
Así, a los 18 años ingresó en la Abadía de Loreto, en Irlanda, y poco después se trasladó a Calcuta, donde inició su noviciado y aprendió bengalí. Allí hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia como monja y trabajó durante casi 20 años como profesora de historia y geografía en el colegio del convento de Loreto donde más tarde se convirtió en directora. Y allí también fue donde eligió llamarse Teresa, en honor a Teresa de Lisieux, la santa patrona de los misioneros. Sin embargo, aunque disfrutaba enseñar en el colegio, pronto empezó a centrar su atención en otro tema que le causaba una profunda impresión: la pobreza.
La misionera de los pobres encuentra el sentido de su vida
La pobreza y la miseria que poco a poco fue inundando Calcuta, caló muy profundo en Teresa, quien no tardó en darse cuenta de cuál era el sentido de su vida: llevar el amor de Dios a los más pobres. Así, decidida a abandonar la orden y entregarse por completo a la causa de los menesterosos, Teresa de Calcuta solicitó permiso a Pio XII y partió a cumplir su propósito. Comenzó en la India, donde hacía muy poco había terminado una dilatada lucha liderada por Gandhi, pero rápidamente expandió su ayuda a todo el mundo.
Mientras estudiaba enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna abrió su primer centro de acogida para niños. Poco después inauguró una escuela en Calcuta y empezó a trabajar en atender las necesidades de los indigentes y hambrientos. Los inicios fueron duros. Teresa contaba que al principio no tenía ingresos y se veía obligada a pedir donaciones, durante ese tiempo se sintió muy sola y estuvo tentada a regresar al convento. Sin embargo, pronto contó con la colaboración de un grupo de mujeres jóvenes que le devolvieron la motivación.
Fueron precisamente esas mujeres quienes más tarde sentaron las bases de la nueva comunidad religiosa creada por Teresa de Calcuta: las Misioneras de la Caridad, que más tarde fue reconocida como una congregación pontificia por Roma y el Vaticano. Inicialmente solo contaba con trece miembros en Calcuta, pero con el paso del tiempo llegó a sumar más de cuatro mil integrantes de hospicios, orfanatos y centros de sida en todo el mundo. Su objetivo: cuidar y ayudar a ciegos, discapacitados, ancianos, pobres, personas sin hogar y víctimas de epidemias, hambrunas o catástrofes ambientales.
En 1952, la congregación inauguró el primer hogar para moribundos en Calcuta y rápidamente se extendió a otros países como Tanzania, Austria y gran parte de África, Europa, Asia y Estados Unidos. Para el final de los días de Teresa de Calcuta, la orden contaba con 610 misiones en 123 países y colaboraba con cerca de 450 centros en todo el mundo, incluidos programas de asesoramiento para familias y niños, escuelas, comedores públicos y hogares para personas con enfermedades como la tuberculosis, la lepra o el sida.
Los últimos días de la Madre Teresa de Calcuta
En la década de 1980, Teresa de Calcuta consiguió llevar su misión a países que anteriormente habían ignorado a las Misioneras de la Caridad y se embarcó en nuevos proyectos siempre con el propósito de ayudar a los necesitados. Se cuenta que en 1982, tras el asedio de Beirut, Teresa de Calcuta junto a la Cruz Roja rescató a 37 niños que estuvieron atrapados en un hospital tras negociar un cese al fuego con las guerrillas palestinas y el ejército israelí.
Gracias a su intenso trabajo y labor desinteresada, fue condecorada con numerosos honores a lo largo y ancho del mundo. Recibió el premio “Bharat Ratna”, la condecoración más importante entregada a una civil en la India, así como la “Orden de Mérito en Reino Unido y la ciudadanía de honor en Estados Unidos. Su país natal le otorgó el “Honor de Oro de la Nación” y recibió el premio internacional “Balzan” por promover la humanidad, la paz y la hermandad entre los pueblos. Aunque sin duda, uno de los más importantes fue el “Premio Nobel de la Paz”, que le fue otorgado en 1979.
A pesar de su energía inagotable y su dedicado esfuerzo, poco a poco la salud de Teresa de Calcuta empezó a deteriorarse a un ritmo acelerado. En todos esos años, continuó con su labor al frente de la orden y siguió ayudando de manera desinteresada a los que más lo necesitaban. Sin embargo, al término de sus 87 años su salud ya era muy delicada y falleció el 5 de septiembre de 1997. Tras su muerte, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada y canonizada por la Santa Sede.
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