La madre de la nueva madre: la fuerza silenciosa en el nacimiento de una vida
La conexión invisible y esencial entre una madre recién estrenada y la mujer que la vio crecer.
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La madre de la madre es una mujer que se difumina cuando el bebé de su hija acaba de nacer, pero esa madre es la fuerza vital de la mujer que acaba de parir. Mientras todo el mundo solo tiene ojos para ese precioso bebé que ha venido al mundo, la madre de la madre, que ya adora a esa criatura y que lo hacía desde el momento en que supo que había sido concebido… Ahora solo tiene ojos para su hija.
La hija se convierte en madre
Su hija se acaba de convertir en madre. La madre de la madre sigue siendo esa mujer leona que lucha por sus hijos, que les quiere por encima de todo y que daría su vida por ellos. Porque una madre, aunque se convierta en abuela, sigue siendo madre ante todo. Su papel de abuela será maravilloso y seguro que lo hará estupendamente, pero en ese momento en que una mujer tiene un bebé, necesita a su madre más que a nada en el mundo, y ella, lo sabe. Su hija es su niña, y ahora mismo llora y le duele todo.
La madre de la madre no durmió mientras su hija estaba en el proceso de parto, no duerme los días que su pequeña está en el hospital con su bebé, y si ya dejó de dormir décadas atrás cuando se convirtió en madre, ahora no le importa pasar más noches de sueño, porque su hija, una vez más, la necesita como el respirar. Ella sabe lo duro que es tener un bebé (o más de uno), y sabe que nunca se deja de ser madre.
La madre piensa en su hija
Ella piensa solo en su hija. Quiere verla sonreír. Quiere verla con fuerza. Quiere cogerle de su mano y no soltarle jamás. Quiere que sepa que ella estará a su lado pase lo que pase, que será buena abuela pero siempre será la mejor madre. La madre de la madre sufre en silencio. Sufre en las decisiones de su hija, que respeta y acepta sin reproches, que las siente como propias porque le recuerda a ella, décadas atrás. En ocasiones se cuestiona a ella misma, duda de si sus elecciones fueron las correctas o si se equivocó en muchas de ellas, pero en realidad… El tiempo no vuelve, y fuesen cuáles fuesen sus decisiones, su hija fuerte y luchadora, está delante de ella. Preparándose para ser una madre con la fuerza de una leona para cuidar a sus crías, desde ese momento y durante el resto de su vida.
El bebé tiene un regazo, pero su hija seguirá teniendo el suyo mientras la madre de la madre tenga fuerza para respirar en este mundo. La cuidará siempre, aunque el tiempo pase. Porque aunque su hija sea madre, ella siempre será su pequeña. A la que vio crecer y a la que sigue viendo con ojos cristalinos como se convierte en una mujer y madre.
El puerperio necesita de esta conexión femenina
Toda mujer con un bebé recién nacido necesita a su madre al lado, porque es la única mujer del mundo que entiende lo frágil que es este momento y lo vulnerable que se siente.
En ocasiones y desafortunadamente, no se tiene esa figura materna con la que una mujer en pleno puerperio puede contar… Pero, en estos casos, la madre de la madre puede ser una hermana, la suegra, una amiga, la abuela, una cuñada… Esa mujer que sabe por lo que se pasa y que quiere a la reciente madre. En esta etapa del puerperio una mujer necesita la figura de otra, que sea madre, porque solo ella puede comprenderle realmente.
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