Así puedes lograr que tus hijos obedezcan a la primera
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Muchos padres se quejan de que sus hijos no obedecen a la primera y tienen que repetirles las cosas una y otra vez para que les hagan caso. En algunos casos, deben incluso recurrir a los gritos o las manipulaciones para conseguir que los niños les obedezcan. Sin duda, se trata de un gran reto que a menudo pone a prueba la paciencia y la calma de los padres. Sin embargo, debes saber que aunque parezca una misión imposible, existen formas de educar a los niños para que obedezcan a la primera sin necesidad de repetirles las órdenes. Te explicamos cómo conseguirlo.
5 consejos para que tus hijos obedezcan sin necesidad de repetirles las cosas
Ya sea que estés educando a los niños para que te hagan caso o que tengas un problema con tus hijos porque les cuesta obedecerte, debes saber que existen algunas estrategias prácticas y sencillas para hacer que te obedezcan a la primera. Obviamente, no son recursos infalibles ni que funcionan al instante, pero con un poco de paciencia y práctica conseguirás que den sus frutos.
1. Marca reglas claras sobre la obediencia desde el inicio
Los niños necesitan reglas en su vida. Las reglas y normas les enseñan lo que pueden o no hacer, lo cual les hace sentirse más seguros y confiados en su entorno. Por eso, si quieres que tus hijos aprendan a obedecer a la primera es fundamental que dejes claro cuáles son las reglas en casa. Para ello, lo ideal es que converses que los niños y les expliques por qué es importante la obediencia para una convivencia armónica y les expongas los motivos por los que deberían obedecerte a la primera cuando les pides que hagan algo.
Eso sí, para que los niños entiendan tu punto de vista es fundamental que seas claro y utilices un lenguaje adaptado a su nivel de desarrollo. Por ejemplo, en lugar de decirles: “Cuando te pido que hagas algo y tengo que repetirlo varias veces, me siento frustrado y termino gritándote. Por eso, cuando te vuelva a pedir alguna cosa, intenta hacerlo a la primera” puedes decirles, “Si te pido que hagas la cama, no quiero tener que repetirlo varias veces porque eso me hace sentir frustrado”. De esta manera, ellos lo entenderán mejor y estarás delimitando muy bien las reglas.
2. Convierte el lenguaje no verbal en tu aliado
El lenguaje no verbal dice lo que no eres capaz de transmitir con palabras. Además, es una manera de llamar su atención y reforzar el mensaje que quieres transmitirles. Por eso, es importante cuidar el lenguaje no verbal que usas con tus hijos para enviarles el mensaje adecuado y ser coherente con lo que dices y haces. Por ejemplo, si quieres que tus hijos escuchen atentamente lo que dices, puedes utilizar un tono de voz bajo pero firme, que no autoritario, para que preste atención a lo que les estás explicando.
Otro recurso no verbal muy efectivo consiste en agacharte hasta la altura de los niños y mirarlos a los ojos mientras hablas. De esta manera, no solo te aseguras que te escuchan, sino que acortas distancia emocional con los pequeños, mostrándote más empático y conciliador. En cualquier caso, evita gesticular demasiado o parecer irritado o frustrado cuando les pides algo a los niños, esto no ayudará en nada, sino que puede restarte autoridad ante sus ojos.
3. Sé concreto y claro en las órdenes
Un error que comenten muchos padres es dar a sus hijos instrucciones demasiado largas o enrevesadas. Ten en cuenta que los niños tienen una atención reducida, por lo que en estos casos es probable que, aunque quieran obedecerte a la primera, no recuerden qué instrucciones les diste o estas le parezcan demasiado vagas. Para evitar que esto ocurra, lo ideal es que seas concreto y muy claro con las órdenes.
Por ejemplo, en lugar de decirles a los niños: “Recoge tu habitación antes de salir, haz bien la cama, no te olvides de los libros ni de los juguetes que estaban en el suelo” puedes decirles “Haz la cama, pon los libros en la estantería y guarda los juguetes en la caja”. De hecho, si los niños son muy pequeños, incluso puedes fragmentar estas indicaciones y dárselas a medida que vayan terminando la anterior.
4. Explícales las consecuencias de sus decisiones
A veces los niños no son conscientes de las consecuencias de sus actos. Esta es una habilidad que desarrollan a medida que crecen, de manera que cuando son pequeños a veces pasan por alto que cada comportamiento tiene un efecto. Sin embargo, hacerles saber que no obedecer tus órdenes a la primera puede tener consecuencia más allá de la desobediencia puede ayudarles a tomar mejores decisiones.
Por ejemplo, si en lugar de decirles: “¿Puedes hacer la cama? Hace un rato que te pedí que hicieras la cama… Por favor, puedes hacer la cama” puedes decirles la primera vez: “Por favor, ¿puedes hacer la cama? Cuanto antes la hagas, antes podremos irnos al parque a jugar”. De esta manera, les estarás explicando de manera sutil que hasta que no haga la cama no podrá salir al parque a jugar, una forma sencilla y eficaz de exponer las consecuencias que puede tener no obedecer una orden a la primera.
5. Da las órdenes en positivo
Los niños, como la mayoría de los adultos, reaccionan mejor cuando les pides las cosas de manera positiva que cuando lo haces a través de un matiz negativo. No es lo mismo decirles: “No chilles más” a pedirles “Por favor, puedes hablar más bajo”. Se trata de la misma petición, pero la segunda es una manera más respetuosa de pedirles que bajen la voz porque están molestando a los demás.
Por tanto, cuando vayas a pedirles algo a los niños intenta darles siempre las instrucciones con un matiz positivo que le anime a cumplirlas. Asimismo, puedes utilizar mensajes de ánimo o motivadores para que obedezcan a la primera. Por ejemplo, puedes decirles: “Por favor, si pudieses hablar más bajo tu padre que está leyendo te lo agradecerá”.
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