Los juegos tecnológicos pueden causar ansiedad y depresión infantil
Juegos al aire libre vs Juegos tecnológicos
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Para los niños, el juego es un asunto serio. De hecho, es a través del juego que descubren el mundo y que comienzan a entender cómo funcionan las relaciones sociales. A través del juego también desarrollan sus habilidades motoras y sus funciones cognitivas, además de apropiarse de diferentes valores. Por eso, no es descabellado pensar que el juego también puede influir en la aparición de diferentes trastornos psicológicos, como la ansiedad y la depresión.
Un locus de control cada vez más externo
Un estudio publicado en la revista Personality and Social Psychology Review desveló que el locus de control de los niños y adolescentes es cada vez más externo, una tendencia que ha ido en aumento desde los años ‘60.
El locus de control es, a grosso modo, las atribuciones de nuestros éxitos y fracasos. Una persona con un locus de control interno comprende que sus éxitos son el resultado de su esfuerzo y sus competencias, y asume la responsabilidad por sus fracasos. Una persona con un locus de control externo tiene la tendencia a creer que sus éxitos y fracasos no dependen de sí misma sino de una serie de circunstancias externas, como la suerte o el destino.
El problema es que el locus de control también determina cómo nos sentimos. Una persona con un locus de control externo puede pensar que tiene muy poco control sobre su destino, lo cual puede dar paso a una gran incertidumbre, que es la base de la ansiedad; o puede experimentar impotencia e indefensión, dos sensaciones que están en la base de la depresión.
De hecho, estos investigadores piensan que el aumento de los casos de ansiedad y depresión en los niños que se ha apreciado en los últimos años está vinculado a ese cambio hacia la externalidad. Cuando el nivel de satisfacción personal está supeditado a las recompensas materiales y los juicios de los demás, nos convertimos en una marioneta del destino y sentimos que estamos en una especie de montaña rusa emocional. Estas condiciones se convierten en un terreno fértil para la ansiedad y la depresión.
¿A qué se deben estos cambios?
Ese cambio en el locus de control se debe, entre otros factores, a la cultura del materialismo. Los niños expuestos a mensajes que indican que la felicidad y el éxito dependen de su apariencia, popularidad o posesiones tendrán la tendencia a desarrollar un locus de control externo. Estos mensajes son transmitidos a través de los medios de comunicación, pero también en el seno familiar y en la escuela, a veces de manera implícita mediante determinadas actitudes u observaciones.
No obstante, el psicólogo Peter Gray, especialista en educación y aprendizaje infantil del Boston College, considera que también incide el cambio en la forma de jugar de los niños. De hecho, no es un secreto para nadie que la libertad de los niños para jugar espontáneamente ha disminuido de forma considerable con la introducción de los juegos tecnológicos.
Sin embargo, el juego libre es la manera que tiene el niño para conectar con su mundo interior y expresar sus sentimientos y preocupaciones. A través de este tipo de juego los niños aprenden a resolver algunos de sus problemas y van adquiriendo cierto grado de control sobre sus vidas. Por eso, al privar a los niños del juego libre, favoreciendo los juegos electrónicos, también les privamos de la oportunidad de tomar el mando de sus vidas y desarrollar un locus de control interno.
Cada vez que los padres o los videojuegos indican un camino perfectamente trazado para el juego, en el que no existen posibilidades de explorar y crear, disminuyen las probabilidades de que el pequeño desarrolle su sentido del autocontrol. Este peligro es aún mayor durante los primeros años de vida, una etapa en la que el juego debe ser lo más espontáneo posible.
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