¿Cómo conviertes tu casa en un hogar emocionalmente tóxico para tus hijos?
Hábitos que convertirán tu casa en un hogar tóxico
[mashshare icons=»1″]
El hogar es el sitio donde los niños adquieren sus primeros hábitos, desarrollan sus habilidades básicas y adquieren el apego que determinará su forma de relacionarse. Por eso, es fundamental que los pequeños se sientan seguros, amados y protegidos en el seno del hogar. Sin embargo, en algunas ocasiones el estrés cotidiano, las tensiones y las preocupaciones nos pasan factura y terminamos vertiendo ese malestar sobre el resto de los miembros de la familia. De esta forma podemos convertir la casa en un entorno tóxico emocionalmente que dejará heridas en nuestros hijos.
Los 5 hábitos que no debes dejar entrar en tu hogar
1. Los gritos
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Harvard reveló que gritar a los niños con frecuencia puede afectar de manera permanente su estructura cerebral. Según estos neurocientíficos, los gritos pueden provocar una falta de integración entre las dos mitades del cerebro, lo cual podría desencadenar problemas emocionales y comportamentales a mediano y largo plazo.
El problema es que, si gritamos a los niños, estos asumirán que se trata de una forma válida de comunicación, por lo que desarrollarán un estilo relacional más agresivo. Además, muchos pequeños asumen que cuando sus padres les gritan, es porque no les quieren ya que no pueden comprender que en realidad esos gritos solo son una señal de frustración.
2. El desorden
Una casa ordenada es un lugar al que nos apetece regresar y donde da gusto estar. Obviamente, cuando hay niños es difícil que todo esté perfectamente organizado pero es importante que en tu hogar no reine el desorden porque este genera estrés, tensión y ansiedad.
La confusión que se aprecia en el espacio se traslada a la mente y puede afectar la capacidad de atención. Además, si tu hijo aprende a ser organizado desde pequeño, más tarde le resultará más fácil gestionar su vida escolar porque la organización es una habilidad que se refleja en todas las facetas del día a día.
3. La hostilidad
Si los padres actúan como si el hogar fuera un campo de batalla, crearán un ambiente hostil que los niños pueden percibir. De hecho, una investigación desarrollada en la Duke University con 1.299 niños y sus padres, provenientes de 9 países con bagajes culturales diferentes, reveló que cuando los pequeños perciben que los demás actúan con hostilidad, responden de la misma manera, lo cual genera en ellos un patrón de agresividad.
Estos niños aprenden a desconfiar de los demás y se ponen a la defensiva, por lo que a menudo interpretan estímulos neutros como agresiones y responden de manera más violenta. Por consiguiente, asegúrate de que en tu hogar hay sonrisas, cooperación, amor y paz.
4. La devaluación
Los pilares de la autoestima se construyen en el seno de la familia. Por eso, si nunca felicitas a tu hijo por sus resultados, si minimizas constantemente sus logros y le comparas con los demás, terminarás fomentando una autovaloración muy negativa.
Hay hogares en los que sus miembros se ven atrapados en este tipo de dinámica, en la que priman los reproches, los castigos y las culpas. Ese ambiente es muy negativo porque genera pesimismo y frustración. El niño aprenderá que nada de lo que diga o haga es suficiente, por lo que es probable que desarrolle un espíritu derrotista.
5. Los miedos
Es normal que a los padres les preocupe la seguridad de sus hijos, por lo que a menudo asumen un estilo de educación sobreprotector y aprensivo. Sin embargo, dejar que los miedos sienten casa en tu hogar no es una buena idea porque le transmitirán al niño la creencia de que el mundo es un lugar peligroso.
Si bien es importante que los niños no se expongan a riesgos innecesarios y que aprendan a defenderse de los peligros potenciales, también es fundamental asegurarse de que desarrollan una buena autoconfianza y seguridad en sí mismos que le motiven a asumir nuevos retos. Si en casa todo lo que perciben es miedo, límites y negativas, jamás desarrollarán sus potencialidades.
Comentarios