Los hijos presionados no son hijos perfectos
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Hoy en día vamos rápido. Queremos que nuestros hijos sean los mejores en todo y si pueden ser los mejores en aquello en lo que nosotros no pudimos serlo porque no tuvimos la oportunidad, aún mucho mejor. Los niños viven en una sociedad construida por adultos, donde las exigencias son cada vez más altas y donde la infancia parece que queda relegada a un segundo plano.
El estrés y los niños
Los niños sienten estrés, sienten cómo en la escuela tienen que sacar buenas calificaciones, como en casa se les presiona para que las saquen -olvidando que el esfuerzo es más importante que un número-, saben que deben tener amigos e intentan mantenerlos, además están apuntados a clases extraescolares que les roba mucho tiempo libre al que podrían dedicar a otras cosas como por ejemplo, el ser niño/a.
Los adultos nos quejamos constantemente de que vivimos ante mucho estrés, que queremos desconectar, que necesitamos unas vacaciones… Y esa misma frustración se la pasamos a nuestros hijos, cuando quizá sin pensar y queriendo lo mejor para ellos, les exigimos una y otra vez, les sobrecargamos de tareas y nos olvidamos que son niños que necesitan jugar, crecer, amar y disfrutar de tiempo de calidad con sus padres.
Estimular no significa presionar a los hijos
La mayoría de los padres hacen lo mejor para y por sus hijos, pero en ocasiones el desconocimiento puede hacer que repitan patrones del pasado que no ayudan a los niños y que por desgracia, les hace crecer con complejos e inseguridades, e incluso sin entender que los errores no son nada malo, sino que son estupendos maestros. Lo peor, es que sin una buena educación emocional en las familias, es probable que los niños cuando se conviertan en adultos, repitan ese mismo patrón a sus hijos.
Es posible que no sepas distinguir cuando presionas a tus hijos o cuando los estás estimulando. Es tan fácil como entender que si quieres que tu hijo sea perfecto en algo, estarás presionando y creando estrés en él. En cambio, si lo que quieres es que tu hijo mejore en algo pero no te importa que se equivoque y que aprenda de sus errores, conectas con tu hijo y participas en su proceso de aprendizaje, entonces, estarás estimulando.
Recuerda que si tus deseos personales son los que guían tu conducta y son más importantes para ti que el desarrollo saludable y emocional de tu hijo, entonces, sí estarás presionando a tu hijo. De igual modo, cuando exiges a tu hijo resultados sobre algo mientras no le proporcionas ayuda ni apoyo emocional, entonces también estarás presionando.
No quieras hijos perfectos, quiere hijos felices
La felicidad es mucho más importante que la perfección. Cuando estés educando a tus hijos deberás diferenciar qué es ‘perfección’ y qué es ‘felicidad’. Lo mejor es que los hijos aprendan a ser felices haciendo cosas que les gusta, estando con las personas a las que aman, dejándoles libertad para que puedan escoger y tomar sus propias decisiones.
No está mal querer cosas buenas y grandes para nuestros hijos, es lo normal. En cambio, no hay que pagar un alto precio para que ellos lo consigan, no hay que sacrificar su felicidad para que te sientas orgulloso de ellos. Si tu hijo no saca buenas notas, piensa que son solo números, pregúntale qué puede hacer para mejorar el resultado la próxima vez y ayúdale a conseguirlo, dejando su espacio para que sepa que es su esfuerzo lo que marcará la diferencia.
Es necesario criar a los niños para que se conviertan en adultos resilientes, que puedan sacar su máximo potencial sin tener que compararse con nadie, que puedan sonreír y ser felices gracias a las decisiones que han ido tomando en la vida, con tu guía y con tu apoyo, pero no con tus exigencias.
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