Si tu hijo quiere un móvil, sigue el ejemplo de esta madre…
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Criar a los niños no es fácil y aún es una tarea más ardua cuando los niños se convierten en preadolescentes y luego en adolescentes. Ellos no vienen con manual de instrucciones y es la vida la que nos enseña a ser padres o madres. Conocimientos que después, pasarán de generación en generación… Aunque mientras estamos ejerciendo como padres o madres, podemos ayudarnos entre nosotros y tomar ideas que nos parezcan interesantes ante la educación de los hijos.
¿Tu hijo quiere un móvil?
Si tu hijo quiere un móvil y no sabes cómo gestionar el asunto, entonces el ejemplo de esta madre americana te va a venir muy bien. Ella decidió establecer un contrato que su hijo debía firmar y estar de acuerdo para poder obtener el teléfono. Si incumplía algunas de las normas del teléfono, entonces, se le requisaba… Y hablaban de ello. Ambos aprendieron el uno del otro.
La madre admite que no fue tarea fácil cumplir el contrato, pero que le ayudó a que su hijo fuese más responsable ante el uso del teléfono. Antes de establecer ningún contrato con tu hijo, es necesario que seas consciente de que un contrato es cosa de dos. ¿Qué significa esto? Que tu hijo tendrá unas responsabilidades, pero tú también, y deberás estar atento/a a que se cumplan las normas porque si no se cumplen, deberás aplicar las consecuencias rápidamente. Si no lo haces así, el contrato perderá valor y tu hijo acabará haciendo lo que quiera porque se dará cuenta de que no te tomas las cosas en serio… Y entonces él, tampoco.
18 normas sin desperdicio para el contrato
La madre se llama Janell Burley Hofmann y es una madre que tiene nada menos que 5 hijos, de 13, 10, 8, 6 y 5 años). Janell es escritora y quiere crear un movimiento para educar de forma responsable a las familias, teniendo en cuenta las nuevas tecnologías. Suele escribir sobre sus reflexiones y métodos educativos que también aplica a sus hijos.
En uno de ellos, explica cómo su hijo mayor (de 13 años) lleva como un año rogándole tener un iPhone. Ella es consciente de que es una herramienta que exige responsabilidad y que tiene riesgos, así que decidió que su hijo firmara un contrato para poder obtener su tan deseado smartphone de Apple. Se lo regaló por Navidad porque se lo merecía, pero debía cumplir estas 18 reglas:
- Es mi teléfono. Yo lo compré. Yo lo pagué. Yo te lo presto. ¿A qué soy genial?
- Yo siempre sabré la contraseña.
- Si suena, cógelo. Di «hola». Sé educado. Coge siempre la llamada de mamá y papá.
- Entregarás el teléfono a mamá o a papá a las 7:30 de la mañana cada día de colegio y a las 9:00 de la tarde durante el fin de semana. Estará apagado toda la noche y se volverá a encender a las 7:30 de la mañana. Si no llamarías al teléfono fijo de alguien, porque pueden responder sus padres, tampoco llames o envíes mensajes al móvil. Respeta a las otras familias como nos gusta que nos respeten a nosotros.
- No te llevarás el iPhone al colegio. Conversa y habla con la gente y con tus amigos en persona. Los días de media jornada, las excursiones y las actividades extraescolares requerirán consideraciones especiales.
- Si el iPhone se cae, se golpea o se estropea, tú eres el responsable. Por tanto, asumirás los costes de la sustitución o de la reparación. Para ello ahorra dinero de tu cumpleaños o realiza otros trabajos: corta el césped, haz de canguro… Si el iPhone se rompe, tendrás que estar preparado.
- No uses el iPhone para mentir, hacer tonterías o engañar a otro ser humano. No te involucres en conversaciones que sean dañinas para los demás. Sé un buen amigo.
- No envíes mensajes, correos electrónicos o digas nada a través del iPhone que no dirías en persona.
- No envíes mensajes, correos electrónicos o digas a alguien algo que no le dirías en voz alta y en presencia de sus padres. Sé capaz de censurarte a ti mismo.
- Nada de pornografía. Busca en la web información que compartirías abiertamente conmigo. Si tienes alguna duda sobre algo, pregunta a una persona. Preferiblemente, a tu padre o a mí.
- Apágalo o siléncialo cuando te encuentres en lugares públicos. Especialmente en restaurantes, en el cine o mientras hablas con otro ser humano. No eres una persona maleducada, no dejes que el iPhone cambie eso.
- No envíes ni recibas imágenes íntimas tuyas ni de otras personas. No te rías. Algún día estarás tentado de hacerlo, a pesar de tu gran inteligencia. Es arriesgado y puede arruinar tu vida de adolescente, joven y adulto. Es siempre una mala idea. El ciberespacio es más poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo de esa magnitud desaparezca, incluyendo una mala reputación.
- No hagas millones de fotos o vídeos. No hay necesidad de documentar todo. Vive tus experiencias. Quedarán almacenadas en tu memoria para la eternidad.
- A veces conviene dejar el iPhone en casa. Siéntete seguro de esa decisión. No es un ser vivo ni ninguna extensión de tu cuerpo. Aprende a vivir sin él. Tienes que vencer el miedo a perderte algo que está ocurriendo y a estar siempre conectado.
- Bájate música que sea nueva o clásica o diferente de la que millones de chicos como tú escuchan, que es siempre lo mismo. Tu generación tiene un acceso a la música mayor que cualquier otra de la historia. Aprovecha esa oportunidad. Expande tus horizontes.
- De vez en cuando puedes jugar a juegos de palabras, puzzles y rompecabezas.
- Mantén tus ojos abiertos. Observa el mundo que te rodea. Mira por la ventana. Escucha a los pájaros. Date un paseo. Habla con un desconocido. Pregúntate si es necesario buscar en Google.
- Meterás la pata. Te quitaré el teléfono. Nos sentaremos y hablaremos sobre ello. Volveremos a empezar. Tú y yo siempre estamos aprendiendo. Somos un equipo. Estamos juntos en esto.
Después de un año de aplicar el contrato, Janell explica así su experiencia:
‘Todos tratamos de mantener los ojos abiertos. Ver cómo el mundo pasa a nuestro alrededor. Nuestras normas tecnológicas no solo se aplican al iPhone, también a la vida’ .
‘La tecnología es una hermosa herramienta, emocionante, de nuestro mundo. Deja que sea divertida, que sea una herramienta social, creativa y expansiva. Mi hijo sabe que nunca podrá sustituir la lectura de un libro o un café con un amigo o un paseo por el bosque, pero ambas cosas pueden coexistir’.
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