Familia

Tu hijo no aprenderá a calmarse si no lo haces tú primero

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calmar niño alterado
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

Son muchos los padres que exigen a sus hijos que dejen de gritar a través de gritos, o que se calmen a través del nerviosismo. No tiene sentido, pero es mucho más habitual de lo que te imaginas. Los padres exigen que los niños, sin saber cómo y sin tener las herramientas suficientes sean capaces de controlar y gestionar sus emociones… cuando ellos son los primeros que tienen escaso control.

Es posible que en tu infancia también te mandaran callar con un grito o te amenazasen una y otra vez para que te portases bien cuando solo te estabas comportando como un niño. También es probable que si hoy eres padre o madre, te hayas dado cuenta de que ahora estás en la otra parte… Es decir, tu hijo/a tiene rabietas y no sabes bien cómo gestionarlo, y en ocasiones… puedes perder hasta los nervios.

No puedes calmar a tu hijo si es calma lo que te hace falta

Hay veces que a los padres se nos olvida que los ojos de nuestros hijos están todo el tiempo mirándonos. Son nuestras acciones y forma de comportarnos lo que les forma como personas. Los padres en muchas ocasiones se obcecan y se enfadan cuando sienten que sus hijos no les escuchan, no les hacen caso, no les obedecen a la primera… pero para educar y enseñar, es el ejemplo lo que realmente sirve.

Tus hijos te miran cuando te enfadas, cuando no sabes controlar la ira, cuando estás frustrado y no lo gestionas correctamente, cuando tienes una actitud impaciente. Todo lo miran, de todo se dan cuenta… aunque no siempre seas consciente de ello. Pero claro, tú quieres que tus hijos te comprendan (a cualquier edad) y crean que ser padre o madre no es fácil, quieres que entiendan que el hecho de que te enfades, grites o pierdas los estribos es algo totalmente justificable… Pero no es así.

No eres capaz de comprender que tus hijos aprenden a controlar (o no) las emociones. Que ellos no tienen las herramientas que tú sí (y que no utilizas) y que cuando necesitan calma lo que realmente necesitan ese que seas tú quien le guíes en el camino con tu propia calma y no con tu estado iracundo.

Sabemos que la vida es estresante, que se tienen muchas responsabilidades como adulto, que la rapidez nos pasa factura a todos. Puede que estés cansado/a de que los hermanos peleen, de explicarles las cosas una y otra vez, de que debas tomar tantas decisiones diarias, de que tengas que trabajar tantas horas…

Tus hijos no pidieron venir a este mundo, y tú tampoco. Pero ellos son tu responsabilidad, en todos los aspectos. Es normal que la vida familiar, personal y laboral te pueda causar estrés pero la calma no la encontréis entre ansiedad, gritos o malos modos. Tú la encontrarás con gestión e inteligencia emocional, y tus hijos la encontrarán si son capaces de ver el ejemplo en ti.

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Cómo calmar a un niño alterado

Antes de calmar a un niño alterado, debes calmar a ese niño interior que tienes dentro de tu corazón y que te suplica que mejores esos sentimientos intensos que tanto daño te hacen. Una vez que lo consigas, lo demás será más fácil.

Cuando tu hijo se sienta frustrado, respira hondo, cuenta hasta 10, agáchate, mírale a los ojos y háblale de la misma manera calmada que le gustaría a ese niño de tu corazón. Recuerda que tú eres el adulto, tú eres quien debe guiarle en el camino de las emociones…

Tú eres la figura de referencia de tus hijos, tú eres su ejemplo, tú eres la calma en mitad de la tempestad. Y para ello:

  • Pon nombre a las emociones, dile a tu hijo cuál es la emoción que siente (por ejemplo: ira o enfado) y por qué la siente.
  • Acepta sus emociones y nunca las minimices, por muy tontas que te parezcan. Lo que tu hijo está sintiendo es de verdad y por lo tanto, requiere tu comprensión y tu apoyo.
  • Recuerda que detrás de toda rabieta o enfado en los niños, siempre hay necesidad de cariño, de un abrazo y/o de recibir todo tu amor.
  • Los niños no nacen enfadados. Prueba a abrazar a tu hijo siempre que tenga una rabieta y cuando le hayas calmado en tus brazos, entonces hablad sobre las emociones que ha sentido en una situación determinada. Te sorprenderás de cómo ese abrazo desde el amor y el cariño, calmará hasta los enfados más grandes.

Será en ese momento cuando tu hijo estará receptivo (y no bloqueado emocionalmente) para entender sus emociones y aprender a gestionarlas mejor gracias a tus indicaciones. Tú también te sentirás mejor porque al darte cuenta que ahora, a través del amor, eres capaz de gestionar tu calma y enseñar a tu hijo a que gestione la suya… todo irá mucho mejor tanto en casa, como fuera de ella. Haz la prueba, te sorprenderás.

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