¿Tiene tu hijo comportamientos obsesivos?
Aprende a diferenciarlo para poder ayudar a tu hijo
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A todas las personas nos gustan las rutinas, nos hacen sentir que tenemos el control y que estamos seguros. Por este motivo, muchas personas tienen rituales como parte de sus rutinas diarias sin que esto suponga ningún problema. Algunos de estos rituales en la familia puede ser contar un cuento antes de ir adormir, cantar una canción, desayunar churros los domingos, etc.
Sin embargo, algunos comportamientos pueden ir más allá de las preferencias normales o pueden no ser únicamente actividades que gusta realizar o compartir con los demás, puede que sean comportamiento diferentes y fuera de lo normal: los comportamientos obsesivos.
Cuando un niño tiene comportamientos obsesivos, puede indicar que está sufriendo problemas del comportamiento, del desarrollo o que tiene problemas emocionales. Es necesario que como padres podáis identificar los posibles trastornos mientras el niño aún está creciendo, así podréis encontrar los recursos y servicios necesarios para apoyar un buen desarrollo en el niño o niña.
Qué es un comportamiento obsesivo
Un comportamiento o conducta obsesiva es la preocupación o hábitos constantes y que se convierten en destructivas para la persona que lo padece o que consumen cantidades excesivas de tiempo. Por ejemplo, si un niño pasa más de una hora organizando su ropa o contando las baldosas del suelo del cuarto de baño, podría indicar un comportamiento obsesivo poco saludable.
Cuando un niño no es capaz de completar las actividades diarias por su comportamiento obsesivo, hará que el pequeño se sienta triste o con ansiedad ya que será consciente que él mismo se retiene. Las obsesiones pueden relacionarse con sentimientos persistentes y repetitivos. Por ejemplo, un niño puede tener un sentimiento muy fuerte de que algo malo va a pasar y hacer rituales o acciones repetitivas porque piensa que de este modo ‘podrá evitarlo’.
Cuidado con potenciar la obsesión
Los padres pueden creer que están ayudando a su hijo mirando hacia otro lado en sus comportamientos obsesivos o incluso asegurándose que sus miedos son infundados y que se puede solucionar solo, pero esto puede ser contraproducente. Hay que tener cuidado para no potenciar la obsesión porque se podría volver aún más grave y difícil de tratar, el miedo puede hacer que la obsesión se complique más.
Los niños necesitan el apoyo de los padres y saber que todo va a estar bien. Un niño con comportamientos obsesivos y con rituales necesita sentirse seguro. Si como padres sospechas que tu hijo tiene un trastorno relacionado con las obsesiones o con comportamientos obsesivo compulsivos, será mejor que le lleves al pediatra cuanto antes para que te derive al profesional que necesita.
La terapia puede ayudar
La terapia psicológica puede ayudar a los niños a hacer frente a sus miedos, a sus inseguridades y a sus ansiedades. Cuando los niños se sienten de este modo pueden presentar obsesiones. Los terapeutas pueden ayudar a un niño a diferenciar sus miedos y a relacionar los comportamientos que se relaciona con ellos, de este modo el niño podrá tomar conciencia de lo que le ocurre.
La identificación de las obsesiones a veces conducen a comportamientos ritualistas o compulsivos y los niños creen que esto les aporta seguridad, es necesario que el terapeuta trabaje de forma individual con el niño y también con la familia. Los terapeutas pueden proporcionar actividades a los niños para realizar y otras a la familia para completar en casa y poder ayudar al niño a que entienda sus miedos y que los supere, haciendo que de este modo los comportamientos obsesivos puedan disiparse. El objetivo es conseguir que un niño entienda que sus miedos obsesivos no tienen que materializarse si no lleva a cabo sus rituales.
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