¿Fotografías a tu hijo constantemente? Quizá sufres el “trastorno mamarazzi”
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En la era del smartphone, es difícil mantener el dedo alejado de la cámara. Para las madres primerizas lo es aún más, de manera que para algunas es una misión imposible. Todas las posiciones que adopta su bebé y todas las muecas que hace, les resultan simplemente adorables y dignas de ser conservadas.
Así ha surgido una nueva tendencia, que algunos incluso han llegado a catalogar como un trastorno: las madres mamarazzi. El término es una conjugación de “mamá” y “paparazzi”, por lo que hace referencia a las madres que siguen de manera casi obsesiva a sus hijos, armadas con cámaras, para tomar fotos o vídeos, documentando todos y cada uno de sus pasos.
¿Cuáles son los signos que indican que te estás convirtiendo en una mamarazzi?
- Quieres fotografiar prácticamente cada instante de la vida de tus hijos, hasta el punto que comienzas a sentir ansiedad cuando no estás a su lado, por miedo a perderte algún momento importante. De hecho, cuando tienes que salir, es probable que dejes al papá con instrucciones, cámara en mano, para que capte ese momento “especial”.
- Tienes el móvil siempre a mano, hasta el punto que prácticamente se ha convertido en un apéndice de ti. Es probable que experimenten una gran ansiedad si lo olvidas en casa o cuando se le está terminando la batería.
- No borras ninguna foto o vídeo, a pesar de que hayan quedado desenfocados o aunque hayas tomado otra imagen prácticamente idéntica. Simplemente no puedes deshacerte de ellas porque crees que todas y cada una son mágicas.
- Publicas constantemente las fotos de tus hijos en las redes sociales o, en su defecto, se las enseñas a todos tus conocidos, hasta el punto que llegas a agobiarles.
Vivir a través de la lente de la cámara
Para tranquilidad de las madres, no existe un “trastorno mamarazzi” propiamente dicho, pero sería conveniente preguntarse hasta qué punto es saludable obsesionarse con documentar cada momento de la vida de los niños.
Es perfectamente comprensible que los padres quieran tener fotos y vídeos de cada etapa en la vida de sus hijos. Sin duda, captar sus primeros pasos es mágico, pero existe una línea muy sutil entre los recuerdos y la obsesión.
Ver el mundo a través de la cámara, al final termina restándole emoción a las experiencias. Por tanto, podrías cometer el error de guardar recuerdos de experiencias que realmente no aprovechaste al máximo en su momento. Después, al echar la vista atrás, podrías arrepentirte de no haber estado plenamente presente en ese momento, de haber visto esas cosas a través de la lente de una cámara.
Por otra parte, la exposición constante a la cámara puede terminar agobiando a los niños, quienes ven que su privacidad es invadida en todo momento. Más tarde, es probable que esos niños no sean capaces de distinguir entre las cosas que deben mantener privadas y las que pueden compartir, por lo que pueden terminar subiendo fotos inadecuadas a las redes sociales que los conviertan en víctimas de pedófilos o ciberacosadores.
Recuerda que los niños aprenden por imitación y, si crecen viendo a sus padres todo el día con el móvil en mano tomando fotos, es probable que cuando sean adolescentes sigan tus pasos. Se convertirán en una de esas personas que no disfrutan de los pequeños detalles de la vida porque están más preocupados por tomar la foto perfecta.
Por tanto, asegúrate de encontrar un equilibrio entre esos recuerdos adorables que te apetece guardar y el fluir natural de la vida, la ilusión y la alegría, que muchas veces se puede ver cortado por el flash de una cámara. Recuerda que las mejores cosas de la vida no se fotografían, se viven. Sin más.
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