5 formas eficaces de corregir la agresividad infantil
Tu hijo aprenderá a calmarse con tu ayuda
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Es probable que antes o después, la mayoría de los padres tengan que lidiar con la conducta agresiva de sus hijos. Se trata de un problema que afecta a muchos niños y al que se le debe poner coto cuanto antes ya que lo que comienza como una simple respuesta agresiva ante situaciones puntuales, se puede convertir en un trastorno de conducta a largo plazo. Por eso, es fundamental estar atento a las primeras señales de agresividad del pequeño para ofrecerle herramientas que estimulen su autocontrol y el manejo de sus emociones. En Etapa Infantil te proponemos algunas estrategias que pueden ser muy eficaces en la mayoría de los casos.
Estrategias para evitar que tu hijo se convierta en un niño agresivo
1. Recurre a la caja o el monstruo de la rabia
Se trata de una técnica diseñada por la psicóloga Marina Martín, basada en el cuento infantil “Vaya Rabieta”, de la escritora francesa Mireille d’Allancé. Su aplicación es muy sencilla: cada vez que tu hijo se sienta frustrado o enfadado, incítalo a que plasme su ira en un dibujo libre. Es una herramienta que le permitirá canalizar sus emociones negativas, aliviar la frustración y el enojo y relajar las tensiones acumuladas. Al terminar el dibujo, pídele que lo observe para que concientice su ira, también le puedes motivar a que le ponga un nombre a su “monstruo de la rabia” y a continuación incítalo a arrugar el papel y depositarlo en una caja con tapa o en la basura para que el monstruo no vuelva a salir nunca más.
2. Motívalo a practicar ejercicio físico
El ejercicio físico reporta enormes beneficios para el cerebro, sobre todo cuando se trata de actividades aeróbicas. De hecho, se ha demostrado que mientras el niño practica deporte, su cerebro produce más endorfinas, las cuales hacen que se sienta mejor consigo mismo, a la vez que libera las tensiones y se siente más relajado. Deportes como la natación, las artes marciales o el fútbol le ayudan a gestionar mejor sus emociones, ganar en autocontrol y mantener a raya la ira y agresividad. Además, son una buena excusa para que tu hijo aprenda a relacionarse con otros niños de su edad y desarrolle sus habilidades comunicativas.
3. Muéstrale cómo es el volcán que habita en su interior
Es una técnica muy útil para fomentar el autocontrol, sobre todo en los momentos de ira y agresividad. Para ponerla en práctica, basta pedirle que imagine su interior como si fuera un volcán que contiene toda su fuerza y energía. Puedes explicarle que, como la mayoría de los volcanes, su interior también puede entrar en erupción, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. De esta forma, le estarás enseñando a reconocer los signos de ira y agresividad, relacionándolos con la lava caliente y la erupción, para que pueda detenerse antes de llegar al punto de no retorno. Una vez que el pequeño sea capaz de distinguir su enfado e impulsividad, podrás enseñarle algunas técnicas para relajarse, como pedirle que cuente hasta 10 o 20 o que respire profundamente hasta que se le pase la ira.
4. Controla su conducta con un semáforo
Este es un ejercicio muy sencillo con el que le das una retroalimentación al niño sobre su comportamiento, para que pueda reflexionar y controlar su ira y/o agresividad. Básicamente, la técnica consiste en ofrecerle una señal que le alerte cuando está demasiado irritado o a punto de ponerse agresivo. Para aplicarla necesitarás un cartón de colores, que imiten las luces de un semáforo. Tendrás que explicarle al pequeño cómo funciona el semáforo y decirle que, a partir de ese momento, funcionaréis como un semáforo en casa. La luz verde es para indicar que debe buscar una mejor manera de expresar lo que siente, la naranja para señalar que debe reflexionar sobre lo que está sintiendo y la roja para decirle que debe detenerse porque la situación se le ha ido de las manos o está a punto de perder el control.
5. Da el ejemplo
La mejor manera de enseñarle a un niño a autocontrolarse y regular su agresividad consiste en convertirse en su modelo a seguir. Los niños suelen imitar los comportamientos de los adultos, sobre todo de sus padres, y si tienen un buen patrón de autocontrol, seguramente terminarán aplicando esas mismas estrategias para gestionar sus emociones y comportamientos. Por eso, es importante que frente a tu hijo siempre intentes mantener la calma y, cuando por algún motivo, pierdas los nervios, utilices una técnica de relajación para retomar el control de tus emociones. También es conveniente que le expliques por qué te has enfadado y reconozcas tu error.
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