Familia

¿Cómo las familias tóxicas afectan el desarrollo psicológico de los niños?

Las familias tóxicas y el desarrollo infantil

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Familias tóxicas
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

La familia es un pilar fundamental para el desarrollo infantil. Se trata de una increíble fuente de seguridad, apoyo y afecto que contribuye al bienestar emocional y el crecimiento saludable de los niños. De hecho, se ha demostrado que los pequeños cuyas familias les transmiten seguridad y confianza suelen ser más seguros de sí, tienen un mayor rendimiento académico y un mejor desarrollo cerebral.

Sin embargo, no siempre es así, hay ocasiones en que la familia se puede convertir en una fuente de estrés y sufrimiento para los niños. En estos casos el influjo negativo de los padres o demás miembros del hogar puede afectar notablemente su desarrollo emocional y causarles severos daños que pueden durar incluso hasta la edad adulta.

Se trata de familias tóxicas que mantienen actitudes dañinas en su forma de educar o relacionarse con los niños, de manera que terminan afectando su estabilidad emocional y psicológica. Lo peor es que muchas veces no son conscientes de que sus comportamientos perjudican a los pequeños, por lo que pueden mantener su forma de relacionarse durante años, agravando cada vez más los daños psicológicos.

5 actitudes familiares que pueden afectar el desarrollo psicológico infantil

1. Etiquetar a los niños

Las etiquetas que colocamos sin darnos cuenta terminan incidiendo en el concepto que el niño se forma de sí mismo y pueden dañar su autoestima. Frases como “eres malo”, “eres vago” o “eres tonto” son algunas de las sentencias que pueden causar un fuerte impacto emocional en los pequeños. Además, a largo plazo estas etiquetas pueden volverse realidad ya que este tipo de frases repetidas una y mil veces sientan un precedente en el niño sobre cómo debe actuar o comportarse de acuerdo a las expectativas que se tienen de él, lo cual se termina convirtiendo en una profecía autocumplida, un fenómeno conocido en el área de la psicología como Efecto Pigmalión.

2. Sobreprotegerlos

Los padres quieren proteger a sus hijos, es un instinto natural. Lo mismo les sucede a los abuelos con sus nietos y es probable que a hasta los hermanos mayores con los más pequeños. Sin embargo, una cosa es cuidar al niño y otra completamente diferente sobreprotegerlo constantemente. El niño al que se le limitan las posibilidades para explorar el mundo y aprender por sí mismo, no es feliz y a la larga terminará convirtiéndose en un joven inseguro, incapaz de tomar decisiones por sí mismo y de resolver sus propios problemas.

Familias tóxicas desarrollo psicológico infantil

3. Inculcarles miedo

Los niños no tienen sentido del peligro, pero ese no es un motivo válido para inculcarles el miedo a vivir. Es cierto que el papel de los padres y el resto de los miembros de la familia es velar por su seguridad y evitarle accidentes innecesarios, pero eso no implica que le impidan vivir y explorar su entorno. Cuando se le inculca miedo a lo desconocido y a enfrentar la vida le convertimos en una persona insegura y temerosa, incapaz de proponerse metas y asumir riesgos.

4. Generarles culpa

Tener la responsabilidad de educar a un niño es una tarea difícil, pero esa no es excusa para descargar las frustraciones en los más pequeños de casa. Hay ocasiones en las que los padres culpan a sus hijos por no haber podido terminar sus estudios o les echan en cara no haber disfrutado de su juventud por tener que cuidar de ellos. Así el niño se convierte en el único responsable de la felicidad o la desdicha familiar. El problema es que cuando un niño crece con ese sentido de culpa es probable que termine convirtiéndose en un adulto dependiente de la aprobación de los demás, que no es capaz de tomar sus propias decisiones porque le aterran las consecuencias.

5. Condicionar el amor

La familia no solo contribuye a satisfacer las necesidades de los niños, sino que también es una fuente de seguridad y afecto. De hecho, constituye un pilar fundamental para el equilibrio emocional de los niños, sobre todo durante los primeros años de vida. Por eso, cuando privamos a un pequeño del cariño o condicionamos el amor a determinados comportamientos o logros, estamos transmitiéndole la idea de que no es digno de ser amado. Obviamente, si el niño crece pensando en que no merece cariño y respeto de los demás, será una persona insegura y retraída, lo cual se revelará en sus relaciones personales.

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