Familia tóxica: cuando los niños no son los culpables
La familia tóxica existe y es el entorno más dañino para los más pequeños
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La palabra “tóxico”, y sus derivados, es una de las más empleadas en la actualidad. ¿Cuántas veces nos dicen que una persona es tóxica por comportarse de un modo u otro? ¿Cuántas veces nos han comentado lo duro que ha sido salir de una relación tóxica? Todas estas preguntas, y muchísimas más, están en el orden del día. Sin embargo, ¿nos hemos parado a pensar cómo estas “situaciones tóxicas” pueden darse en la familia y qué consecuencias comportan para los niños?
¿Cuándo se convierte una familia en tóxica?
Se entiende por familia tóxica aquella en la que los integrantes están sometidos a comportamientos que no les permiten crecer y desarrollarse como personas. Estas familias se caracterizan por tener un miembro (o más) que ejerce una autoridad desmesurada sobre el resto, que influencia negativamente y que pretende controlar todo lo que está a su alcance. Estas conductas, llevadas al extremo, interfieren en el óptimo funcionamiento de la familia y, por ende, potencian el malestar y afectan la salud mental.
Agresiones y violencia
Las agresiones físicas, así como psicológicas, son características de la familia tóxica. Cuando los niños ven agresiones de un progenitor hacia el otro, o de ambos hacia ellos, se sienten desamparados, además de culpables. Los niños tienen una gran facilidad a la hora de culparse, sobre todo lo negativo que sucede en casa.
Falta de amor, cariño y empatía
Una familia en la que haya falta de amor, cariño, respeto y admiración es una familia que puede llegarse a convertir en una familia tóxica. Los niños necesitan crecer rodeados de personas que los amen, pero que también se amen a ellas. Por este motivo, siempre se ha dicho que es fundamental que los padres estén bien para que los niños estén bien.
Gritos constantes
Cuando una persona de la familia tiene constantes dificultades a la hora de comunicarse sin emplear los gritos o expresiones hirientes, se convierte en la persona tóxica de la familia. Estos comportamientos, lejos de unir a la familia, causan un distanciamiento entre los miembros con consecuencias negativas para los hijos. Del mismo modo, cuando se dan estas situaciones, la comunicación suele ser escasa o nula, además de inefectiva.
Falta de complicidad
La falta de complicidad de los progenitores también puede llevar a vivir situaciones tóxicas, las cuales no son buenas para los pequeños. Los niños necesitan ver que hay buena sintonía con sus padres y que ambos tienen los mismos objetivos. De lo contrario, será complicado que los niños tengan los límites y las normas necesarias para su correcto desarrollo.
Además de todas las casuísticas mencionadas, resulta importante destacar también que la familia tóxica puede no ser el núcleo central de esta, sino aquellas personas que ejercen una influencia directa y negativa a alguno de los miembros. Sea como sea, cuando se dé alguna de estas circunstancias, el interés del menor siempre debe estar por encima del interés de los adultos, por lo que se debe actuar en consecuencia.
Consecuencias de las familias tóxicas en los niños
Además de sentirse culpables por todo lo que sucede a su alrededor, los niños también desarrollan una falta de seguridad que afecta la manera en la que perciben el mundo. Los niños que han vivido estas situaciones suelen ser niños con escasas habilidades sociales, a los que les cuesta relacionarse con los demás. Sin embargo, estas consecuencias también pueden observarse a largo plazo: adolescentes con falta de autoestima o trastornos de la personalidad, adultos dependientes e incapaces de tomar decisiones, etc. A fin de minimizar estas posibles consecuencias, es importante garantizar un entorno seguro a los niños.
Cómo mejorar el entorno familiar
El entorno en el que el niño crece debe ser lo más saludable posible y esto afecta tanto a los progenitores, como a los hermanos, abuelos, tíos o amigos de alguno de ellos. En este sentido, los padres deben asegurarse de que las experiencias que reciben los niños de estos entornos son lo más sanas y ricas posibles. Así, en cualquier caso, cuando veamos que hay alguien cercano a la familia que destaca por presentar alguno de los rasgos tóxicos detallados, lo mejor es alejar al niño.
Del mismo modo, hay ciertas conductas que los niños no deberían ver, aunque no siempre es posible evitarlo. En este caso, siempre es recomendable hacerles comprender que el comportamiento que han presenciado no es aceptable y las consecuencias que este puede acarrear. Así mismo, debemos reforzar el hecho de que este comportamiento no es algo que vea en casa y, por ende, no es algo que los padres acepten. Como siempre, los padres debemos dar ejemplo de lo que les pedimos a los niños, por lo que nunca deberíamos aceptar como válidos aquellos comportamientos destinados a dañar a alguien.
Por último, también es importante señalar que los amigos del niño pueden ser parte de este entorno tóxico que queremos evitar. Por ello, es sumamente necesario que, durante los años escolares y en la adolescencia, los padres conozcan todos los entornos en los que pasa tiempo su hijo, así como sus amistades. Algo que no ven en casa pueden verlo en otras familias, por lo que seguiría siendo una influencia negativa para ellos.
Un entorno tóxico, sea cual sea, siempre tiene consecuencias psicológicas negativas para aquellos que están sometidos a conductas abusivas. En el caso de los niños, estas consecuencias son aún peores dado que ellos están en pleno desarrollo cognitivo. Los padres, con el fin de evitar futuros problemas de conducta en los más pequeños, deben valorar todos los entornos en los que estos crecen y alejarlos de todas aquellas personas que puedan representar un peligro para su bienestar.
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