¿Faldas para ir al parque? No, gracias
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Es posible que alguna vez hayas visto a las niñas acudir al parque vestidas con falditas, zapatos y muy presumidas. Nada que ver con la ropa holgada y zapatillas cómodas que llevan los niños… Ellos sí van cómodos para disfrutar, en cambio la ropa de las niñas es mucho más engorrosa y acaban con rozaduras en los pies por los zapatos o incómodas porque la falda no para de volarse con el aire.
La importancia de la ropa
La ropa define el carácter sobre cómo uno es o debe ser… parece ser que para que una niña se considere niña debe llevar elementos “de niña”; ¿realmente es buena idea poner una falda a una niña que va al parque a jugar?
En la actualidad, desgraciadamente, aún se considera que la feminidad es sinónimo de pasividad, dependencia, comprensión, cuidado de otros, emocionalidad… Y la masculinidad se sigue asociando a combatividad, control emocional, violencia… Y es en la ropa de los niños donde se puede ver reflejado esto cada día.
Por supuesto, esto no es una norma general y también hay familias que ponen faldas a sus hijas y están cómodas, por lo que no les importa que jueguen, se ensucien y trepen por los árboles… aunque todos sabemos que una falda o zapatitos de charol no son lo más cómodo para tirarse por el tobogán o correr por la tierra.
Roles y estereotipos
Es hora de empezar a romper con los roles y estereotipos que siguen marcando la sociedad para abogar por la comodidad de nuestros hijos e hijas y también para pensar en la ropa con la que se sientan más cómodos en clase, en casa o en el parque. No importa si es falda o pantalón, zapatillas o zapatos, pero sí importa que sea cómodo y que puedan moverse libremente.
Dejemos a un lado los referentes predefinidos de masculinidad y feminidad, así como las actitudes o conductas que se espera de cada uno de ellos. Las niñas no tienen que ser princesas y los niños tampoco piratas.
Aunque el hecho de que las niñas lleven falda y los niños chándal parece algo inofensivo en realidad no lo es, puesto que condiciona de manera sutil el comportamiento y los gustos de los niños y niñas.
En la sociedad actual este mecanismo de control ha cambiado, pero existen otras muchas sociedades en el mundo que se sigue manteniendo, anulando a la mujer para que no tenga derechos ni sea capaz de pensar, actuar, ni hacer nada libremente sin el yugo masculino que la oprime.
La igualdad está en los pequeños gestos
La igualdad en la vida adulta se encuentra en los pequeños gestos que hacemos en la infancia con los niños y niñas. Por eso, es necesario que se eduque a los pequeños en igualdad de oportunidades y obligaciones.
La ropa cómoda para ir al parque también es importante tenerlo presente. Desgraciadamente aún existen datos de violencia machista, de desigualdad laboral hacia la mujer, feminización en la pobreza y un largo etcétera que deja claro que estamos ante una sociedad desigual que pinta sus paredes de igualdad, pero que queda mucho camino por hacer.
Desde todos los hogares del mundo hay que tomar conciencia de lo que está pasando y que sean nuestros hijos e hijas los protagonistas del cambio social. Dejar los valores patriarcales a un lado para siempre y así modificar las actitudes o creencias limitantes que diferencian a las personas y les lleva a una desigualdad sutil e injusta.
Hay que poner nombre a las desigualdades de género para poder identificarlas y así, erradicarlas y que dejen de provocar consecuencias negativas en nuestra sociedad. Y para empezar, hay que dejar que los niños y niñas sean solo eso: niños y niñas dispuestos a explorar el mundo y disfrutar de una infancia feliz, sin estereotipos.
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