Educación

Si tu estilo de crianza tiene errores… Así puede ser tu hijo

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Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Educar a un niño no es una tarea fácil. Se requiere mucho esfuerzo y constancia. También es importante tener objetivos claros y mantener la coherencia en todo momento. Aun así, la práctica suele superar la teoría, por lo que no importa cuántos consejos hayas escuchado o cuántos libros hayas leído, al final, es probable que todo no salga como habías planeado.

Cuando se es padre/madre, presos de las preocupaciones cotidianas y las nuevas responsabilidades, es muy fácil equivocarse y cometer errores. En la mayoría de los casos estos errores no tienen mayores consecuencias, pero a veces pueden dejar una huella profunda en los niños.

5 consecuencias en los niños de los errores de crianza de sus padres

1. Desconfianza e inseguridad

Apostar por una educación sobreprotectora y mantener una actitud catastrofista es una estrategia segura para educar a niños desconfiados e inseguros. Los pequeños que nunca han tenido la oportunidad de enfrentarse solos a los retos de la vida, a los que los padres les han enseñado a ser demasiado cautos y les han transmitido sus propios miedos, algunos incluso irracionales, suelen convertirse en personas temerosas de la vida, que prefieren mantenerse en su zona de confort por miedo a arriesgarse y a las que les cuesta confiar en las personas que les rodean.

2. Incapacidad para asumir responsabilidades

Hacer sentir únicos a los pequeños está bien, pero hacerles sentir superiores al resto puede generar problemas de cara al futuro. A la larga, estos niños sentirán que no necesitan esforzarse en la vida porque creen que tienen el éxito garantizado. Si a esto se le suma una crianza hiperprotectora en la que los padres toman las riendas de sus vidas, es probable que se conviertan en personas incapaces de asumir responsabilidades y de tomar sus propias decisiones, adultos que siempre ponen la carga sobre los hombros de quienes los rodean sencillamente porque no son capaces de superar los obstáculos con sus propios recursos.

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3. Violencia y agresividad

Algunos padres recurren a los gritos, las ofensas, los castigos y a veces incluso a los golpes para educar a sus hijos, ya sea porque creen que de esta manera imponen respeto o simplemente porque en ocasiones la situación se les va de las manos y pierden la calma. En cualquier caso, este tipo de conducta lejos de educar a los niños les enseña que la agresividad y la violencia son alternativas válidas para enfrentarse a los problemas, por lo que es probable que recurran a ellas en el futuro. Asimismo, en ocasiones un exceso de permisividad puede conllevar a que los niños no tengan límites claros y se crean con el derecho a usar la violencia para conseguir sus propósitos.

4. Timidez e indecisión

A menudo los padres limitan la espontaneidad y libertad de los niños, no les dejan tomar sus propias decisiones y hacen todo por ellos pensando que de esa forma les protegen y ahorran trabajo y sufrimiento. Sin embargo, así solo están educando a niños indecisos y tímidos que crecerán con miedo a enfrentarse a los problemas, a relacionarse con otras personas y a labrarse su propio camino, todo porque no han desarrollado habilidades para enfrentarse a las adversidades de la vida. Se trata de niños que crecerán siendo personas dependientes y a las que les resultará muy difícil gestionar conflictos por sí solos.

5. Intolerancia al fracaso

En un ambiente de hiperprotección, en el que los padres toman las riendas de la vida de sus hijos para evitarles posibles fracasos, los niños no tienen la oportunidad de asumir riesgos, equivocarse y aprender de sus errores. Obviamente, tampoco desarrollan habilidades para lidiar con el fracaso y gestionar sus emociones ante los problemas porque nunca han tenido que enfrentarse solos a un desafío ya que sus padres eran los que se encargaban de sortear los obstáculos. De esta manera, a largo plazo terminan convirtiéndose en adultos intolerantes al fracaso, con dificultades para adaptarse a los cambios, incapaces de gestionar los conflictos e inestables emocionalmente.

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