¿Se nos está yendo de las manos el Ratoncito Pérez?
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Primero fueron los regalos por aprobar las asignaturas en la escuela, después las comuniones que parecen bodas… Y ahora, parece que le ha tocado al Ratoncito Pérez pasarse de la raya. Los padres empiezan a ver en el Ratoncito Pérez una especie de competición para ver qué regalo es mejor para sus hijos, qué Ratoncito Pérez da más dinero a sus hijos (casi como para pagar dos ortodoncias cuando ya se han caído los dientes) o cuál es el regalo más original de todos.
Bueno, primeramente es necesario recordar que el Ratoncito Pérez solo tiene que dar un regalo a modo simbólico a los niños, para potenciar la ilusión, pero no es la finalidad del Ratoncito Pérez tener que potenciar el materialismo o la competición tóxica en los niños. Para comprender esto, solo hay que remontarnos a los orígenes de este misterioso y sigiloso ratón.
Los orígenes del Ratoncito Pérez
El popular y conocido Ratoncito Pérez fue inventado y creado por el jesuita Luis Coloma para consolar al joven rey español Alfonso XIII porque se quedó triste y preocupado cuando perdió un diente a los 8 años. Fue desde Palacio los que le encargaron un cuento para hablar de ello. Luís Coloma imaginó a un pequeño ratón que vivía con su familia dentro de una lata de galletas en la famosa confitería Prats, a unos 100 metros del Palacio Real de Madrid.
Este ratoncito, era pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro y una mochila roja que llevaba en la espalda para recoger los dientes de los niños. Viajaba rápidamente a través de las cañerías para llegar a palacio y dejarle un pequeño detalle, así como lo venía haciendo con los niños pobres que perdían un diente de leche. En este cuento, se habla de cómo el Rey Buby (Alfonso XIII) inició un viaje con el Ratón Pérez, para conocer cómo vivían sus pequeños súbditos, que algunos de ellos eran muy pobres. Buby aprendió valores como la valentía, el cuidado de los otros o la generosidad.
Este cuento tuvo su primera edición en 1902 y se reilustró en 1911. Este manuscrito se conserva desde 1984 en la biblioteca del Palacio Real. En el cuento se intercambiaba una moneda de oro por los dientes que se llevaba el ratoncito. Gracias a esto se comenzó la tradición de dejar una moneda debajo de la almohada a los niños a los que se les caía un diente. Esto comenzó en España pero también siguió la tradición en la mayor parte del ámbito cultural hispanoamericano.
Como puedes comprobar, el objetivo del ratón es dejar una moneda debajo de la almohada, porque es lo que mejor carga en su mochila. Y nada tiene que ver los regalos que se ven hoy en día como balones de fútbol, billetes de 20 y 50 euros (¡por diente caído!), entradas a parques temáticos… Son regalos desproporcionados que restan valor a la tradición y que además se olvida de la ilusión fomentando el temido materialismo e individualismo. Hay que dejar hacer su trabajo al Ratoncito Pérez y olvidarse de regalos absurdos y desmesurados.
Los amigos del Ratoncito Pérez
El Ratoncito Pérez vive en España y con su magia viaja a Sudamérica, pero en otros países también están sus amigos que realizan el mismo trabajo cuando a los niños se les caen los dientes. Por ejemplo, en los países anglosajones está el Hada de los dientes, en Italia está otro ratón que se llama Topolino.
En España como hay mucho trabajo, el Ratoncito Pérez también se reparte el trabajo con algunos de sus colegas, como por ejemplo: ‘L’angelet de les dents’ (El angelito de los dientes) en Cataluña, ‘Maritxu Teilatukoa’ (Mari la del tejado) en el País Vasco y ‘L’Esquilu de los dientis’ (La ardilla de los dientes) en Cantabria.
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