¿Esperas demasiado de tu hijo/a?
Hay padres que esperan más de lo que los hijos pueden dar…
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Son muchos los padres que no sabrían qué contestar a la pregunta que encabeza este artículo, ya que es bastante habitual que tanto padres como madres idealicen en ocasiones a sus hijos y esperen quizá más de lo que puedan dar. Esto puede ser peligroso porque podría causar en los niños frustración, inseguridad y también debilidades internas ante las expectativas demasiado altas de los padres.
Una encuesta muestra que la mayoría de los padres creen que sus hijos pequeños tienen una mayor capacidad de control emocional de lo que en realidad pueden hacer acorde a su desarrollo normal según la edad. Por ejemplo, hay padres que esperan que sus hijos de dos años y medio o tres sean capaces de regular sus emociones y que se controlen ante las rabietas o sepan reconducir su propia conducta. Evidentemente, esto no es posible porque los niños pequeños deben aprender a regular su conducta y a entender sus emociones con la guía y la paciencia de sus padres.
Una encuesta lo dejó bastante claro
Un grupo de recursos para la primera infancia llamado ‘Zero to three’ realizó una encuesta en su país para padres que llamaron: ‘Tuning In’ y encontraron que la gran mayoría de los padres a los que encuestaron sobreestimaban la capacidad de autodominio de sus hijos. A esto lo llamaron: ‘brecha de expectativas’. Lo mismo sería decir que los padres esperan mucho más de sus hijos de lo que éstos son capaces de realizar según su desarrollo evolutivo.
Matthew Melmed, director ejecutivo del proyecto, explica las implicaciones de los resultados de esta encuesta. Expone que tener expectativas realistas sobre la capacidad del niño es fundamental para apoyar el desarrollo saludable y reducir al mínimo el estrés tanto para los padres como para el niño. Pero en cambio, si un padre o una madre piensa que un niño es capaz de tener un mayor autocontrol de lo que realmente puede tener, puede conducir a una frustración de los padres que se comportarán de forma más punitiva con el menor en lugar de mostrarle el apoyo que necesita su hijo. Esto a su vez, ocasionaría problemas emocionales en los niños.
Los resultados de la encuesta
- El 56% de los padres creen que los niños tienen un buen control de sus impulsos para resistir la tentanción de hacer algo que no se les permite antes de los 3 años.
- El 36% creen que los niños menores de 2 años tienen un buen autocontrol sobre sus impulsos y emociones.
- El 43% de los padres piensan que los niños son capaces de compartir y esperar turnos con otros niños antes de los 2 años.
- El 24% de los padres creen que los niños tienen la capacidad de controlar sus emociones y que pueden resistirse a sus rabietas cuando están frustrados cuando tienen un año.
- El 42% de los padres creen que los niños pueden controlarse a los dos años.
Estos datos, realmente distan mucho de la realidad, por lo que los padres están bastante equivocados con respecto a lo que sus hijos son capaces de hacer respecto a sus impulsos, autocontrol o emociones. La realidad en estos casos es la siguiente:
- El autocontrol en realidad se desarrolla entre los tres años y medio y los cuatro y no es fácil conseguirlo si no se ha trabajado con anterioridad en las fases en las que el niño no tenía esta capacidad. Para que el niño además sea capaz de desarrollar el control de forma consciente se tarda aún un par de años más y siempre trabajando desde la Inteligencia Emocional en el hogar.
- Será capaz de mejorar sus habilidades comunicativas con otros entre los 3 y los 4 años. La comunicación y el lenguaje es fundamental para regular y entender las propias emociones y las de los demás.
- El control emocional por tanto, empezará a desarrollarse (con trabajo previo en el hogar) a partir de los 3 y 4 años.
Los niños necesitan aprender y los padres deben enseñar
Los primeros años de vida de los niños es imprescindible que los padres enseñen cómo deben ser las habilidades adecuadas en el comportamiento y no castigar a los niños por tener expectativas poco realistas sobre su manera de comportarse. Los padres deben guiar el comportamiento de sus hijos pequeños de una forma sensible y efectiva, evitando en todo momento el comportamiento punitivo.
Pero la encuesta también encontró que muchos padres luchan por tener suficiente paciencia cuando sus hijos pierden el control y también les ocurre que les cuesta el propio control de las emociones cuando se enfrentan a un niño con una rabieta. Es fundamental trabajar este punto para poder enseñar a los niños la autorregulación, ya que el ejemplo es la enseñanza más poderosa.
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