La escucha reflexiva ante la ira infantil: cuando las palabras ya no ayudan
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‘¡No me entiendes! ¡No quiero! ¡Déjame!’ ¿Te resultan familiares estas frases? Si es así, es porque en muchas ocasiones tus hijos se habrán enfadado porque no han sabido canalizar su ira adecuadamente y además, no han podido expresar sus emociones ni tampoco sus sentimientos. Es necesario aprender a mantener una buena buena escucha reflexiva y a tener la calma para poder desactivar esa ira activada en las emociones de tu hijo.
Cuando los niños se sienten mal, se comportan mal. Esto es importante tenerlo en cuenta para recordar que el mal comportamiento siempre tiene detrás una fuerte emoción que el niño siente y que no es capaz de canalizar. Los niños a menudo no saben verbalizar sus sentimientos, por eso aparecen las rabietas o el comportamiento más rebelde. No tienen otra manera de comunicar lo decepcionados o enfadados que se sienten. Los padres por lo general reaccionan inadecuadamente ante la mala conducta de los hijos, en lugar de centrarse en por qué está sucediendo y así poder abordar la sensación que está teniendo y encontrar verdaderas soluciones.
Cuando las palabras no bastan: la escucha reflexiva
La escucha reflexiva te dará la forma de ayudar a tu hijo a sentirse mejor y casi de forma automática se comportará mejor. Esta técnica ayuda a los niños y a los adultos a que los sentimientos incómodos se acepten y después, poder encontrar la mejor solución. Cuando un padre practica la escucha reflexiva, es una forma de reconocer los sentimientos de los hijos y la mala conducta normalmente desaparece.
Esta estrategia trata de tomar el tiempo suficiente y hacer el esfuerzo para tratar de entender lo que tu hijo está sintiendo en ese momento. Después, cuando el niño sienta más calma en su interior, entonces llegará el momento de usar las palabras para nombrar las emociones que está sintiendo en ese momento. Una vez llegado a este punto y cuando el niño sabe que sus emociones y sus sentimientos nos importan, entonces, llegará el momento de buscar soluciones de forma conjunta a ese malestar.
Cómo dominar la escucha reflexiva cuando el niño está enfadado
- Pon tus emociones temporalmente a un lado. Si tu hijo está molesto no te molestes tú más. No es una batalla de enfados. Tus fuertes sentimientos pueden nublar tu pensamiento y llevarte a reaccionar de forma impulsiva en lugar de ayudar a tu hijo a mejorar sus emociones.
- Antes de nada, busca tu calma. Despeja tu mente y aunque sigas teniendo ese sentimiento, puedes volver más tarde a él. La calma es primordial para que tu hijo se calme. Eres su ejemplo.
- Mira a tu hijo y escúchale de verdad. Mira a tu hijo y demuéstrale que realmente le estás escuchando con tu lenguaje no verbal y contestando a todo lo que te pregunte (ponte a su altura, mírale a los ojos, cógele la mano…). En caso de que tu hijo no explique con palabras lo que le ocurre, deberás tener en cuenta su lenguaje corporal y sus expresiones faciales, su postura o sus gestos.
- Imagina lo que está sintiendo tu hijo. Imagina lo que está sintiendo tu hijo y pon esas emociones en palabras. Pregúntale si ese sentimiento es lo que le hace sentir mal y así entenderá mejor qué le ocurre. Pero en lugar de intentar cambiar sus pensamientos utiliza la empatía para la resolución de conflictos.
Y sobre todo, muestra a tu hijo que estás a su lado.
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