Educación

¿Cómo enseñarle a un niño a no resignarse cuando le tratan mal?

Descubre cómo la indefensión aprendida puede afectar a la vida de tus hijos

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Enseñar niño no resignarse cuando tratan mal
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

La indefensión aprendida es uno de los peores estados psicológicos en el que puede caer una persona. Se refiere al convencimiento de que, hagamos lo que hagamos, no podremos cambiar la situación. Por tanto, aunque estemos sufriendo, simplemente nos resignaremos a esos malos tratos porque creemos que no podemos hacer nada para ponerle fin.

Este estado bloquea de antemano cualquier posibilidad de cambio o liberación pues pensamos que no existe solución posible. De esta forma, sufrimos en silencio y ni siquiera pedimos ayuda. De hecho, se trata de una situación común en los casos de violencia de género, cuando las mujeres no solo no hacen nada por escapar del maltratador sino que incluso lo justifican y creen que tienen la culpa.

Sin embargo, la indefensión aprendida es un estado que se adquiere desde muy temprana edad. Cuando los padres no satisfacen las necesidades básicas de su bebé o tardan mucho en responder, se crea una huella en el cerebro infantil que influirá en la manera de percibirse a sí mismo y relacionarse con el mundo.

Los castigos arbitrarios también sientan las bases para la indefensión aprendida ya que el niño solo entenderá un mensaje: haga lo que haga, me van a castigar. Cuando los premios y los castigos no dependen del comportamiento del niño sino del estado de ánimo de los padres, el pequeño no sabrá cómo comportarse ni qué se espera de él.

Estos niños serán más propensos a sufrir en silencio el acoso escolar y el maltrato, ya que creen que nada de lo que hagan puede cambiar esa situación. Normalmente tienen una baja autoestima y han destruido su capacidad para reaccionar, anulando su voluntad.

¿Cómo educar en la no resignación?

1. Ser coherentes

Los niños necesitan saber que pueden confiar en sus padres, que estos representan una fuente de seguridad. Para lograrlo, es importante que ambos progenitores estén de acuerdo con los premios y castigos que aplican en casa, los cuales deben depender de la conducta del pequeño y no de su estado de ánimo. Esto también significa que el castigo debe ser adecuado a la infracción cometida. De esta manera el niño crecerá sintiendo que el mundo es un lugar seguro.

Educar no resignarse

2. Dejar que se equivoquen

Impedirles a los niños que cometan sus propios errores y los reparen es un gran error. Los niños necesitan experimentar toda la gama de emociones catalogadas como “negativas” para poder desarrollar sus propios recursos de afrontamiento. Si intentas protegerles, les privas de la capacidad de perseverar y sentirse competentes cuando finalmente logren hacer las cosas bien. Esa sensación de competencia y autosuficiencia les empodera y les enseña que son los artífices de su vida. Por tanto, serán menos propensos a dejarse intimidar o sufrir en silencio.

3. Enseñarles que merecen y deben respeto

Los niños deben crecer en un ambiente de respeto, lo cual no solo significa que los padres deben respetarse entre sí sino que también deben mostrar respeto por las decisiones y opiniones del niño, aunque les parezcan infantiles. De esta forma el pequeño desarrollará una autoestima sana y detectará inmediatamente cuando los demás intenten vulnerar sus derechos como persona. Obviamente, también es importante que le enseñes a respetar los derechos, opiniones y decisiones de los otros.

4. Potenciar las habilidades de resolución de conflictos

Una educación demasiado paternalista, en la que los padre sobreprotegen a sus hijos y resuelven sus problemas en su lugar solo bloqueará sus capacidades. Por eso, es importante que los niños sepan que pueden contar con sus padres y contarles sus problemas, pero también es fundamental incentivarlos a buscar y aplicar soluciones por su cuenta, sobre todo cuando se trata de conflictos interpersonales, ya sea con los hermanos, primos o compañeros del colegio.

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