Cómo enseñar a los niños y adolescentes a tratar los conflictos
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A medida que se va creciendo se empiezan a experimentar muchas emociones intensas, que en ocasiones no son tan buenas como parecen. Los intercambios emocionales que vienen con el crecimiento proporcionan grandes oportunidades para los niños y los adolescentes para aprender y experimentar con diferentes formas para relacionarse con el mundo. Por todo esto, es importante enseñar a los niños y adolescentes a tratar los conflictos.
Una de las formas de vida que más enseña lecciones a las personas es a través de las relaciones. Todos los padres queremos que nuestros hijos y jóvenes desarrollen sus mentes, sean independientes y tengan curiosidad por encontrar su independencia. Todo esto es parte de la transición saludable en la edad adulta. Con esta transición saludable viene el conflicto -que no siempre es saludable ni es fácil-. Como con cualquier otro aspecto difícil, es una oportunidad para crecer y aprender nuevas lecciones.
Hay formas de enseñar a los niños a ser fuertes en sus relaciones y a que crezcan, deben aprender a ‘dar un paso hacia atrás’ mentalmente desde su propio punto de vista y mirando a la situación en calidad de observador, en lugar de como un participante. La investigación ha demostrado que es una manera eficaz de hacer frente a las emociones negativas y al conflicto.
Aprender a distanciarse emocionalmente
Existe un estudio reciente que evaluó la importancia de ‘dar un paso atrás’ y examinó la pregunta: ‘Cuando te imaginas en medio de una pelea, ¿te sientes como si estuvieras peleando o como si te estuvieras viendo a ti mismo en una película?’.
Las personas que fueron capaces de distanciarse de la experiencia cuando sintieron malestar emocional tienen diferencias con aquellos que no lo hicieron. Las personas que dieron un paso atrás en la situación:
- Piensan en la experiencia de otra manera
- Son capaces de reflexionar acerca de la situación de una manera para poder entender el significado de lo que ha ocurrido
- Son menos propensos a reproducir la situación en su mente una y otra vez (la rumiación es un factor de riesgo para la depresión)
- Son menos propensos a culpar a otras personas de lo que les ocurre
- Se enfadan de forma más saludable y se adaptan a tratar positivamente las discusiones y los conflictos. El poder de esta estrategia aumenta con la edad, cuanto más mayor es una persona más efectivo será la dilución de la emoción, aunque a partir de 10 años los niños son capaces de marcar distancia emocional para controlar sus emociones.
Cuando se da un paso atrás
Imagina que tienes tu cara presionando un vidrio: está frío, es duro, está claro pero como tienes la cara tan cerca del vidrio no puedes ver bien lo que hay detrás de él, solo sientes que está duro y frío. Si das uno o dos pasos hacia atrás podrás ver lo que hay detrás del vidrio, incluso podrás ver las cosas desde diferentes perspectivas. Cuando estás demasiado cerca de algo pierdes el panorama general y también el punto de vista de los demás, todos los conflictos son así. Pero, ¿cómo enseñar a los niños a hacer esto?
En medio de una intensa emoción hay una tendencia a creer que los demás no entienden lo que ocurre o que están equivocados. El tiempo es importante y por eso hay que dejar espacio entre el conflicto y la otra persona para pensar y escucharse a uno mismo. Es necesario hacerle ver a la otra persona que no está solo y que es una relación de ganar-ganar. La empatía y la asertividad son esenciales para que un niño/a o adolescente sea capaz de empezar a manejar los conflictos de buena manera.
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