Enfadarte con tus hijos no es malo
[mashshare icons=»1″]
Todos tenemos derecho a enfadarnos, incluso los padres. Enfadarse es algo natural y es una emoción válida que nos ayuda a entender que hay algo que nos está afectando. El secreto está en cómo nos enfadamos y cómo lo gestionamos para no hacernos daño a nosotros mismos o a las personas que están a nuestro alrededor.
Enfadarse es normal
Estar siempre enfadado no nos hace bien a nosotros ni tampoco a nuestros hijos, ensucia el ambiente y no permite que haya un buen clima para educarles en armonía. Por eso es fundamental que en el hogar existan límites y normas para mejorar el comportamiento y la convivencia y que el enfado no aparezca demasiado a menudo.
Pero en ocasiones surge, y es natural que lo haga. A nadie le gusta enfadarse y menos con los hijos… pero las veces que ocurra pueden ser una oportunidad para mejorarnos a nosotros mismos y también a nuestros pequeños. En ocasiones el enfado permite que los niños entiendan que en casa, los padres son los que “mandan” o también sirve para detener una situación conflictiva que de otra manera, se hubiera desbordado. Es una forma de decir; ya basta.
Si no se gestiona el enfado correctamente, entonces es más que probable que agrave el problema y que la situación conflictiva no pare de crecer. Tienes derecho a enfadarte, pero tanto por ti como por los demás, debes gestionarlo correctamente.
Por qué enfadarse con los hijos no es malo
Existen varios motivos que hacen que enfadarse con los hijos no sea algo malo. Es más, con una buena gestión podría ser hasta beneficioso. Pero, ¿qué puede tener de bueno un enfado? Te lo contamos en los siguientes puntos:
- Valida la emoción. Enfadarse valida la emoción y tus hijos aprenderán que hacerlo es natural y que también tienen derecho a sentir esta emoción tan intensa. Enfadarse no es nada malo, pero hay que enseñarles a reconocerlo y sobre todo, a entender que aunque tienen derecho a estarlo no tienen derecho a hacer daño a los demás porque su estado iracundo esté en alza.
- Aprenderán a canalizar y gestionar el enfado. Por supuesto, para que tus hijos aprendan a canalizar y a gestionar el enfado, deberán tenerte a ti como buen ejemplo. Tendrás que enseñarles a través de las oportunidades que se te presenten en la vida (cuando te enfades) a cómo gestionar esta emoción tan intensa de manera correcta.
Cómo enfadarte y gestionarlo correctamente
Siguiendo el último punto comentado más arriba, es importante que aprendas a enfadarte y a que lo gestiones bien. Así, tus hijos tendrán un buen modelo a seguir y por lo tanto, serán personas emocionalmente más equilibradas.
Para ello ten en cuenta lo siguiente:
- Cuando comiences a notar que te enfadas, para. Es la única manera de tener autocontrol en uno mismo y que la ira no se apodere de ti. En el momento en que empieces a notar que los nervios aparecen, detente por completo para aumentar el control sobre ti. Tus hijos aprenderán a que no hay que perder el control por muy intensa que sea la emoción.
- En el momento en que te enfadas, cuidado con blasfemar o decir palabras mal malsonantes. No insultes a nadie y enseñarás a tus hijos que siempre hay que respetarse a uno mismo y a otros por muy enfadados que estemos en un momento determinado.
- Puedes enfadarte con cara de enfado, voz de enfadado o incluso con lenguaje corporal que muestra esta emoción. Pero en ningún caso es apropiado gritar, pegar golpes o lanzar cosas al suelo. Esto solo asustará a tus hijos y se le quedará esa imagen terrorífica de ti en su mente… y que repetirán en un futuro no muy lejano. Enseña a tus hijos a que enfadarse también se puede hacer a través de la calma y sin sentir miedo.
- Cuando te enfades expresa lo que no te ha gustado y busca maneras de solucionar el problema. De esta manera tus hijos aprenderán a que el enfado viene siempre de algo que ha ocurrido y que, si le prestamos la atención suficiente de manera positiva, podremos encontrar la solución ya sea de manera externa y/o interna a nosotros.
- Haz teatro. Cuando veas que un enfado comienza a apoderarse de ti, en lugar de usar toda tu ira o tu rabia de manera destructiva, haz teatro. Enfádate como un animal salvaje e imítale. Puedes ser un tigre o un orangután enfadado. Así tus hijos no pasarán miedo y tú expresarás toda esa ira sin hacer daño a nadie… y quizá saques unas sonrisas a tus pequeños que aprenderán a sacar una parte buena de los momentos negativos.
Tú también tienes derecho a enfadarte… solo es importante saber hacerlo bien. Eres el mayor ejemplo para tus hijos y si quieres que tengan una buena gestión emocional deberás mostrarles que se puede conseguir.
Comentarios