Qué es la disciplina positiva en la vida de los niños
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La disciplina positiva se trata de enseñar a los niños a cómo comportarse, así como ayudarles a comprender las consecuencias de su comportamiento, desde el amor y el cariño. Muchos padres buscan la culpa en los niños, piensan que son ellos los que deben cambiar su comportamiento, pero la realidad es que son los padres quienes necesitan apoyo y ayuda para desarrollar nuevos enfoques y fomentar así, la disciplina positiva.
Niños responsables desde el amor
La disciplina positiva está pensada para que los niños se conviertan en personas responsables, respetuosas y que tengan empatía y asertividad en sus vidas. Enseña a los niños valores positivos y habilidades sociales para la vida, de forma que se respeten a sí mismos y sobre todo para que respeten a todos los demás. Los niños desde que nacen, necesitan conectar con los demás, sentir la conexión con su comunidad, con la familia y con la escuela, cuando sienten esta conexión no tendrán la necesidad de portarse mal.
Con la disciplina positiva se les enseña a los niños a pensar, se les enseña a reflexionar sobre su comportamiento y se elimina para siempre la obediencia ciega -que en la vida adulta sólo le traería problemas-. La disciplina positiva enseña a los niños a comunicarse eficazmente, a pensar con flexibilidad y a tener una buena resolución de problemas.
Pero es necesario no confundir la disciplina positiva con dejar que tu hijo haga lo que quiera (esto sería una crianza permisiva, cargada de consecuencias negativas en los niños). Los padres que son demasiado relajados o permisivos, crearán a niños inseguros, con poco autocontrol y que tendrán graves dificultades para comprometerse con las decisiones o para asumir las consecuencias de sus actos.
La disciplina positiva implica una crianza con cariño, amabilidad y sobre todo, que se sea respetuosa con las necesidades de los niños pero estableciendo también límites que sean justos y razonables y con consecuencias pactadas y pertinentes a la situación en concreto.
Claves para utilizar la disciplina positiva
- La disciplina positiva tiene que desarrollarse en un ambiente cálido, positivo y amoroso. La atención debe ser positiva, con comentarios alentadores y dejar a un lado las respuestas desaprobadoras.
- Elige tus batallas. Si eres una persona persistente y crítica tu hijo desconectará de lo que dices. Disminuye el número de órdenes excepto para aquellas cosas que sean más importantes. Ignora las conductas de menor importancia y céntrate en las cosas que realmente importan, pensando en cómo puedes ayudar a tus hijos a escuchar.
- Utilizar un tono educado, respetuoso y positivo para realizar peticiones, debes preguntarte que si alguien te hablase de esa forma, si te sentirías bien. Es necesario evitar a toda costa el sarcasmo, las amenazas, la crítica, las etiquetas, las burlas o los gritos.
- Cuando hagas una petición si tu hijo no sabe desarrollarla, acompáñalo en el proceso para que seas su guía y sepa qué esperas de él en todo momento.
- Si tu hijo no hace caso a las preguntas, pregunta de nuevo con más firmeza. Esto le ayudará a tu hijo a cambiar su respuesta. Si sigue sin responder, podrás optar por imponer una consecuencia relevante, así tu hijo si lanza un juguete deberá recogerlo y sino lo hace tendrá una consecuencias como quizá, quedarse sin postre.
- Ayuda a tu hijo a expresar sus sentimientos, a entender sus emociones y a poder expresarse con las palabras adecuadas. Una buena comunicación es esencial. Muestra preocupación y empatía siempre que tu hijo se sienta desbordado por sus sentimientos. Recuerda que detrás de un mal comportamiento siempre hay una razón emocional en los niños.
- Escucha a tu hijo. Respeta sus intereses, sus gustos y su forma de pensar. Ponte de acuerdo con él en soluciones que sean ganar-ganar.
Es posible que en ocasiones te sientas frustrado pero en esos momentos, no caigas en la disciplina tradicional o reactiva, es mejor que tomes un momento para ti mismo/a, respirar profundamente -siempre que tu hijo esté a salvo- y comportarte adecuadamente como padre o madre. Esta será una forma fabulosa de modelar el comportamiento apropiado en tu hijo. Por ejemplo puedes decirle algo como: ‘Mamá está muy estresada, me voy a sentar 5 minutos en el jardín para calmarme’. Así comprenderá que perder los estribos no es la solución.
Además, es necesario que te asegures que no eres demasiado duro/a contigo mismo/a. Es muy fácil ser autocríticos y detenerse en situaciones en la que te sientas culpable por cómo has reaccionado, pero recuerda que eres humano y que todos cometemos errores, lo importante es aprender de ellos. Puedes tomar un tiempo al final del día para recordar las veces que has manejado bien las cosas y pensar cosas positivas acerca de tus habilidades de crianza. Si hay algún fallo, busca la forma de hacerlo mejor la próxima vez y ponlo en práctica.
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