Las principales diferencias entre el método Montessori y el tradicional
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La educación es un pilar fundamental en el desarrollo infantil. No solo estimula las funciones cognitivas, sino que transmite a los niños conocimientos básicos para la vida e inculca los valores que darán forma a su personalidad. Sin embargo, para educar bien a los niños no vale cualquier tipo de método de enseñanza. Si queremos educar a niños autodeterminados y empoderados es importante descartar un método educativo demasiado rígido y esquemático para centrarnos en una educación que estimule la autonomía y la capacidad innata de los niños para aprender.
Esta es la razón por la que cada vez más padres de todo el mundo apuestan por el método Montessori como una alternativa a la educación tradicional para sus hijos. Su filosofía centrada en los pequeños la convierte en un método educativo ideal para transmitir conocimientos a los niños mientras estimula su autonomía y respeta su ritmo de desarrollo e intereses individuales. Sin embargo, esta no es su única diferencia con la educación tradicional. Estas son algunas de las claves que distinguen al método Montessori de la enseñanza que se aplica hoy en la mayoría de los colegios del mundo.
7 diferencias entre el método Montessori y el tradicional
Las diferencias entre el método Montessori y el tradicional van más allá de cómo entienden la educación infantil o los métodos que utilizan. Detrás de ambos métodos educativos existe una filosofía que explica la manera en que cada una comprende y estimula el desarrollo infantil.
1. Objetivo de la educación
El objetivo principal de la educación tradicional es transmitir a los niños el conocimiento y formarlos para que se integren a la sociedad. Para ello se vale de un plan de estudios bien estructurado en el que se incluyen todos los contenidos que deben dominar para adaptarse al mundo donde viven.
En cambio, el objetivo de la educación Montessori se centra en estimular el desarrollo integral y autodeterminado de los niños. De esta manera, permite que los pequeños intervengan en la creación de su propio plan de estudios, que se adapta en función de sus intereses personales. Por esa razón, el plan de estudio Montessori se va transformando y enriqueciendo a medida que cambian las necesidades de los niños mientras crecen.
2. Estructura educativa
En la metodología tradicional, el papel protagónico de la enseñanza lo ocupa el profesor, quien es el encargado de transmitir los conocimientos a los niños. El problema es que de esta manera los pequeños pasan a ocupar un segundo plano, convirtiéndose en agentes pasivos de su aprendizaje.
En el método Montessori ocurre precisamente lo contrario. Los niños desempeñan un papel protagónico y son los principales responsables de su propio aprendizaje, por lo que adquieren un rol activo en el proceso educativo. En este caso, los profesores asumen el rol de guía durante el camino de descubrimiento y aprendizaje infantil.
3. Entorno educativo
El entorno educativo en la enseñanza tradicional suele ser siempre el mismo, independientemente de si se trata del nivel primario, secundario o universitario. A menudo consiste en una mesa central y frente, varios bloques de mesas ubicados en la misma dirección. Sin embargo, con esta disposición los niños apenas tienen libertad para explorar su entorno, un problema que el método Montessori ha solventado adaptando el espacio a las necesidades infantiles.
Por eso, en la metodología Montessori, las aulas no cuentan con una distribución uniforme, sino que se amueblan y disponen atendiendo a la edad de los peques. Como resultado, cambian continuamente su distribución para adaptarse a las necesidades de aprendizaje.
4. Material de estudio
El material de estudio principal en la escuela tradicional son los libros de textos que contienen el conocimiento que los niños deben aprender en cada curso académico. Dependiendo de las asignaturas, necesitarán unos u otros libros, los cuales deben llevar a diario al colegio y cambian cada año escolar.
En la metodología Montessori no se trabaja con libros de textos sino con material manipulativo para que los niños puedan descubrir por sí solos y de manera práctica el conocimiento. Este material suele permanecer en el colegio y se va volviendo más complejo a medida que los niños desarrollan sus habilidades.
5. Forma de evaluación
En la enseñanza tradicional la evaluación se centra en los resultados. Básicamente, los profesores evalúan el nivel de conocimiento que han adquirido los niños a través de un sistema de tareas, trabajos y exámenes parciales y finales. Para motivarles, a menudo les instan a ser competitivos con sus compañeros.
En cambio, en el método Montessori no existe un sistema de evaluación propiamente dicho ya que está enfocado en el propio proceso de aprendizaje. De esta manera, los niños no tienen que cumplir una meta académica sino centrarse en aprender. Como consecuencia tampoco existen los sistemas de recompensa, sino que promueve el trabajo en equipo y la colaboración.
6. Foco en los errores
La educación tradicional insta a los estudiantes a no equivocarse y, cuando cometen un error, los motiva a corregirlo para que no lo repitan en el futuro. Como resultado, muchos estudiantes terminan desarrollando miedo al fracaso y asumen que los errores son algo negativo que se debe evitar a toda costa.
Por su parte, la educación Montessori concibe las equivocaciones como parte del desarrollo infantil. Los guías Montessori son conscientes que equivocarse forma parte del aprendizaje y por ello, motivan a los pequeños a abrazar sus errores, analizarlos y aprender de ellos. Como resultado, los niños aprenden a aceptar sus equivocaciones como algo natural.
7. Método de aprendizaje
El objetivo de la enseñanza tradicional radica en transmitir conocimientos a los niños y para ello, recurre fundamentalmente a la memorización. Básicamente, exhorta a los estudiantes a aprender el contenido que se evaluará en los exámenes. El problema es que así los niños se convierten en meros reproductores de contenido.
En contraposición, la educación Montessori se centra más en estimular la capacidad reflexiva, el pensamiento crítico y la comprensión infantil. Su idea no es que los niños aprendan de manera automática, sino que descubran el conocimiento y sean capaces de incluirlo en su concepción del mundo.
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