Diferencias en la educación de antes y ahora
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¿Te has preguntado alguna vez cómo ha cambiado la educación infantil en las últimas décadas? ¿Qué diferencias hay entre los niños que nacieron en los años 80 y los que nacen hoy en día? ¿Cómo influye la sociedad actual, marcada por el miedo y la sobreprotección, en el desarrollo de los más pequeños?
Queremos reflexionar contigo sobre esto, hablar sobre las ventajas y desventajas de la educación de “antes” con la educación de ahora. No pretendemos juzgar ni criticar a nadie, sino simplemente ofrecer una visión sobre este tema.
Los niños de los 80: más libertad, más riesgo
Los que crecimos en los años 80 recordamos una infancia llena de aventuras, juegos al aire libre, amigos del barrio y pocas preocupaciones. Nuestros padres nos dejaban salir solos a la calle, ir al colegio andando o en bicicleta, explorar el mundo sin demasiada supervisión. Aprendíamos a base de ensayo y error, de caídas y heridas en las rodillas, de experiencias directas con la realidad.
Esto nos hacía desarrollar una serie de habilidades y competencias que hoy en día se valoran mucho, como la autonomía, la creatividad, la resiliencia, el espíritu crítico o la capacidad de resolver problemas. También nos ayudaba a forjar nuestra identidad, a conocer nuestros límites y a respetar los de los demás.
Sin embargo, no todo era color de rosa. También había aspectos negativos en esa forma de educar. Por ejemplo, estábamos más expuestos a situaciones de peligro, como accidentes, robos, abusos o violencia. Nuestros padres no siempre estaban al tanto de lo que hacíamos o con quién nos relacionábamos. A veces nos sentíamos solos, incomprendidos o abandonados. No teníamos tantos recursos ni apoyos como los niños de ahora…
Los niños de hoy: más protección, menos estímulo de la vida
Los niños que nacen hoy en día se enfrentan a un escenario muy distinto al de los 80. Viven en una sociedad asustada, donde el miedo al fracaso, al rechazo, a la enfermedad o al terrorismo domina el ambiente. Sus padres son más conscientes de los riesgos y las amenazas que les rodean, y por eso intentan protegerlos al máximo. Los llevan y los traen en coche, controlan su uso de las tecnologías, los apuntan a actividades extraescolares, supervisan sus tareas…
Esto tiene sus ventajas, por supuesto. Los niños de hoy están más seguros, más informados, más preparados académicamente. Tienen acceso a una gran cantidad de recursos y oportunidades para aprender y divertirse. Reciben más atención y afecto por parte de sus padres y educadores. Muchos de ellos, se sienten más valorados y queridos.
Pero también tiene sus inconvenientes. Al estar tan sobreprotegidos, los niños pierden la oportunidad de experimentar por sí mismos, de tomar decisiones, de asumir responsabilidades. Se vuelven más dependientes, más pasivos, más conformistas. Les cuesta más desarrollar su imaginación, su iniciativa, su autoestima. También se enfrentan a una mayor presión social y familiar para cumplir con unas expectativas que a veces son demasiado altas.
¿Qué podemos hacer?
Como hemos visto, cada época tiene sus pros y sus contras en cuanto a la educación de los niños. No se trata de idealizar el pasado ni de demonizar el presente, sino de buscar un equilibrio entre ambos extremos. ¿Cómo podemos conseguirlo? Ten en cuenta los siguientes puntos para la crianza de tus hijos:
- Fomenta la autonomía de tus hijos: déjales hacer cosas por sí mismos, aunque se equivoquen o se ensucien. No les resuelvas todos los problemas ni les hagas todos los deberes. Confía en su capacidad para aprender y mejorar.
- Estimula su creatividad: proporciónales espacios y materiales para que puedan expresarse libremente. No les impongas tus gustos ni tus criterios. Respeta su individualidad y su originalidad, ¡tiene su propia idiosincrasia!
- Apoya su resiliencia: ayúdales a superar las dificultades y los fracasos. No les sobreprotejas ni les compadezcas. Enséñales a ver el lado positivo de las cosas y a sacar lecciones de las experiencias.
- Potencia su espíritu crítico: anímales a cuestionar, a investigar, a contrastar. No les des todo hecho ni les digas lo que tienen que pensar. Fomenta su curiosidad y su sentido común.
- Respeta su ritmo y sus intereses: no les compares ni les presiones. No les exijas más de lo que pueden dar. Reconoce sus logros y sus esfuerzos. Valora su diversidad y su potencial.
En definitiva, se trata de educar a los niños con amor y respeto, confianza pero también límites, protección pero también libertad. Así conseguiremos que crezcan felices y preparados para afrontar el futuro…
Recuerda que no existen épocas ni buenas ni malas, solo épocas diferentes… La sociedad cambia y evoluciona y la educación dentro de las familias, también. Lo que realmente importa es ser capaces de ofrecer a nuestros hijos apoyo y amor incondicional, al mismo tiempo que les enseñamos a entender el mundo y a tomar decisiones que les permitan tener un futuro exitoso.
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