Diferencias entre la culpa y la vergüenza en los niños
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En ocasiones, cuando los niños hacen algo mal los padres utilizan la culpa o vergüenza pensando que de ese modo aprenderán a comportarse mejor. Pero, ¿deberían avergonzarse los niños? ¿Hay difieren mas entre la vergüenza ‘buena’ y la ‘mala’? Las vergüenza es la sensación que se tiene cuando haces algo mal pero piensas que deberías haberlo sabido antes. Es el derivado de la culpa.
Las personas usan la vergüenza y la culpa de forma indistinta para educar a los hijos, pero ninguna de las dos es correcta. La culpa aparece cuando hacemos algo mal y la vergüenza es una sensación profunda y penetrante de que hay algo que no está bien dentro de nosotros.
La culpa y la vergüenza
La culpa le dice al niño: ‘has hecho algo malo’ y la vergüenza le dice: ‘soy malo’. La culpa es una emoción que puede ser saludable pero únicamente si se reflexiona y se ayuda a desarrollar la empatía y la búsqueda de soluciones para poder orientar a ese niño a quitarse el sentimiento de culpa de encima.
La vergüenza crea automáticamente una autoimagen negativa y no ayuda a los niños a reconocer ni sentir remordimiento por la acción negativa. Les hace creer que algo dentro de su personalidad está mal y que no hay solución.
Entonces, si la culpa es la emoción más productiva, ¿qué hacemos con la vergüenza? Algunos lo ven como una forma de provocar cambios en el corazón de un niño. La vergüenza es un sentimiento que provoca angustia porque se tiene conocimiento de que se ha dicho o hecho algo impropio y esto también puede generar el cambio dentro del niño, siempre y cuando se reflexione con él ya que no siempre las acciones que provocan vergüenza son intencionadas.
La vergüenza bien trabajada no tiene que ser del todo mala cuando se quiere que el niño tenga una reacción interna en cuanto a un comportamiento negativo del niño. Pero, ¿qué pasa cuando un padre, madre, maestro u otra figura de autoridad le impone vergüenza a un niño? ¿Esto daña su bienestar mental? Sí, lo daña y nunca en ninguna circunstancia hay que hacer que los niños pasen vergüenza. Una cosa es la vergüenza que sale de forma innata ante algún comportamiento como hemos comentado en los párrafos anteriores y otra cosa bien diferente es la vergüenza impuesta.
La vergüenza impuesta no debe usarse jamás en educación
La vergüenza no debe usarse nunca como una forma de evitar que los niños sean realmente niños. La vergüenza impuesta solo hará que los niños sufran emocionalmente y que tengan problemas graves de comportamiento. Incluso si no se avergüenza a un niño a propósito, es probable que se sienta avergonzado en algún momento por algo que alguien les dijo. Cuando un niño se siente así, es importante validar sus sentimientos y no ignorar sus emociones.
Si ves que tu hijo se siente mal o avergonzado pregúntale por qué está así y hazle saber que está bien sentirse decepcionado o incómodo a veces, pero siempre deben preguntarse a ellos mismos por qué se encuentra así y buscar las soluciones necesarias para dejar de estarlo.
Es decir, debes validar sus sentimientos y después ayudarle a expresar sus emociones y a continuación pregúntate qué puede hacer diferente la próxima vez para evitar que le ocurra lo mismo y qué pueden hacer en ese momento para mejorar su sentimiento y realizar algunos ajustes en la situación provocada queriendo o sin querer.
Es importante no ignorar el comportamiento que provocó los sentimientos y aún resulta más prioritario ayudar a los niños a encontrar el camino adecuado para evolucionar y que no se quede atrapado en patrones negativos. Cometer errores no les convierte en malas personas, solo hay que reconocerlos y aprender de ellos.
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