Detrás de cada niño feliz, hay una madre que piensa que está fallando
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Quizá no siempre sea así, pero en algún momento de la maternidad toda madre siente que hay algo que está haciendo mal o que está fallando. Evidentemente es un pensamiento intrusivo que no tiene por qué ser cierto, pero cualquier madre o padre que realmente se preocupa por sus hijos y que quiere lo mejor para ellos, no evitará tener alguna vez.
Pero, ¿por qué detrás de cada niño feliz hay una madre que piensa que está fallando? Porque una madre que se preocupa por sus hijos es una madre que intenta hacer lo mejor cada día. Por supuesto, habrán días que se falle y se cometan errores, pero eso es parte de la crianza.
Lo que importa es volverse a levantar a la mañana siguiente, aprender de los errores cometidos y buscar otras vías para poder tener una crianza armoniosa. Para que los hijos crezcan felices, tanto las madres como los padres debemos creer en ellos, confiar en lo que nos cuentan, respetar sus sueños y sus capacidades.
No estás fallando, estás aprendiendo con tus hijos
La maternidad es un camino de aprendizaje donde no se tienen todas las respuestas. Nadie las tiene porque tu realidad es tuya. Puedes encontrar consejos, libros sobre crianza que te orienten… pero solo tú conoces cómo funciona tu familia y cuáles son las necesidades que tienen tus hijos.
Por eso habrá ocasiones en las que consideres que estás fallando. Esto ocurre sobre todo cuando nos comparamos con otras personas o pensamos que otras familias lo están haciendo mejor que nosotros. Pero nadie lo hace mejor que nadie, cada familia hace las cosas lo mejor que puede o sabe en un momento determinado.
Si en algún momento sientes que no puedes más o que podrías hacerlo mejor, nunca es tarde para buscar ayuda profesional. Buscar ayuda no te hace débil, solo te permite encontrar otras vías en tu maternidad que quizá no hayas pensando y que te pueden permitir que la crianza se vuelva más sencilla.
La inteligencia emocional en el hogar
La inteligencia emocional es el mejor regalo que te puedes hacer a ti y a tus hijos. Es el aprendizaje autorregulado lo que significa que los niños aprenden estrategias gracias a la guía y acompañamiento de sus padres, que le llevarán a un bienestar en la vida, comprendiendo sus emociones y también las de los demás.
La inteligencia emocional será beneficiosa tanto para una madre que piensa que está fallando como para un hijo que se cría con ella. Esto permitirá que sean capaces de identificar y reflexionar sobre sus pensamientos, fortalezas, debilidades y sentimientos. De este modo, cuando se descubre qué es lo que está afectándonos será cuando sea más fácil encontrar las soluciones en caso de que las haya, o en caso contrario, aceptar la situación que se esté viviendo.
Para que los niños aprendan a hacer esto deberán verlo diariamente en la actitud ante la vida de sus padres, puesto que es un proceso activo y constructivo. Necesitarán recibir mensajes alentadores desde el exterior. Como ocurre con el “Efecto Pigmalión”, las expectativas que transmitimos a nuestros hijos serán las encargadas de su éxito, siempre y cuando se haga de forma respetuosa y sin exigencias o autoritarismo.
No se trata de inculcar el “querer es poder” porque esto no siempre es así. Se trata de enseñarnos a nosotras como madres que las estrategias son adecuadas y que para que nuestros hijos puedan volar con sus propias alas, tenemos que creer en nosotras y también en ellos.
Todo camino autónomo genera confianza, y en la maternidad, necesitamos perseverancia y todo el amor del mundo hacia nuestros hijos. De esta manera ellos se sentirán seguros y crecerán absolutamente felices.
Esto permitirá que los niños crezcan con una mejor autoestima y que cuando se conviertan en adultos sean personas de éxito. Pero para que esto sea así hay que sembrar su autoestima desde bien pequeños, aunque haya días que sintamos que no lo estamos haciendo bien, como padres y madres es nuestro deber hacer lo siguiente:
- Hablarnos amablemente a nosotros mismos y hablarles bonito a nuestros hijos
- Mejorar nuestro diálogo interno
- Elogiar y no humillar a nuestros hijos ni a nosotros mismos
- Ayudarles a que toleren sus frustraciones y ser nosotros su mejor ejemplo cuando las cosas se ponen difíciles en la vida
- Hacer que los hijos se sientan importantes en la familia cada día de nuestras vidas
- Favorecer la flexibilidad mental en cualquier ámbito
- Valorar nuestras opiniones y también las de nuestros hijos, así como validar nuestras emociones y darles importancia
No somos madres perfectas y tampoco podemos pretender que nuestros hijos lo sean. Lo que importa es disfrutar del presente y de lo bonita que es la vida… así la crianza será mucho más sencilla y nosotras nos sentiremos mejor sin pensar constantemente que estamos fallando, cuando la realidad no es así; lo estamos haciendo cada día lo mejor que sabemos.
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