Cuidado con el Síndrome de Princesa
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Cuando tratas con tu hija es probable que te encante llamarle princesa y ver cómo es de femenina y sentir que es un dulce en tu vida. Es normal, tu hija es tu tesoro y eso no va a cambiar por nada en el mundo. Cuando llegó a tu vida, todo era ilusión y alegría, pero sin quererlo, al ser niña, puede que la protejas un poco más de lo normal. Los peligros que acechan hoy en día, hacen que los padres, de forma instintiva hagan que el Síndrome de Princesa sea una realidad.
Los hombres que tienen hijas experimentan cambios positivos en sus vidas, incluso más que aquellos que solo tienen hijos varones (según un estudio de Harvard Business School). Sin darse cuenta estos padres se vuelven más cariñosos, cuidan más sus emociones, se preocupan por el mundo que les rodean y viven más tiempo. Se convierten en un pilar imprescindible por y para sus hijas.
El Síndrome de Princesa
Que los padres protejan tanto a sus hijas no siempre es algo bueno. Cuando existe una sobreprotección excesiva hacia las niñas se les está robando la autonomía y regalando demasiada inseguridad. Pueden desarrollar el “síndrome de princesa”. Este síndrome consiste en hacerles creer a las niñas que viven en un cuento de hadas, donde siempre habrá otra persona dispuesta a resolver sus problemas para que ellas no tengan que pasarlo mal. Grave error.
A las niñas no hay que criarlas en una burbuja de cristal, hay que darles las herramientas necesarias para que se den cuenta de que pueden ser las mejores guerreras en su vida. Por supuesto, esto no es culpa siempre de los padres, ya que en ocasiones, son las propias niñas las que adoptan ideas equivocadas por culpa de los medios de comunicación, películas e incluso por los cuentos.
Pero lo que más preocupa es que este síndrome puede hacer que las niñas tengan un concepto totalmente equivocado del mundo que les rodea. La realidad nada tiene que ver con los cuentos de hadas y es necesario que aprendan a defenderse en este mundo hostil porque si crecen siendo inseguras, no alcanzarán el éxito en su vida adulta.
No es saludable que las niñas crezcan pensando que son el centro del universo y que lo demás es secundario. Además, cuando llegan a la adolescencia se centran demasiado en la belleza y en conceptos materialistas, un aspecto peligroso para su desarrollo. Sentir que tienen que ser “perfectas” les generará ansiedad, depresión y trastornos de alimentación.
Superar este síndrome
Superar este síndrome es posible pero es necesario actuar lo antes posible. Es necesario que desde la infancia a las niñas se les inculquen buenos valores, igualdad de género… Hay que enseñarles el respeto por ellas mismas pero también por los demás, trabajar la empatía, la autonomía… y sobre todo, que se den cuenta de que no necesitan siempre la ayuda de otros para resolver las cosas. Pueden pedir ayuda siempre que la necesiten, por supuesto, pero con una buena formación y con experiencia podrán resolver los problemas que se encuentren en la vida.
Deben aprender que la satisfacción nace del esfuerzo y no siempre de los resultados. Es importante que sepan que no existe ningún príncipe azul, no existe el hombre perfecto ni la mujer perfecta en la vida real. Es importante educar a las hijas desde el respeto y el amor incondicional, pero siempre velando para que sean capaces de valerse por sí mismas y que vivan sus propia experiencias. Los errores que comentan en su vida les ayudarán a aprender y a ser mejores versiones de ellas mismas… lo que les llevará al éxito personal.
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