Cuántas mujeres murieron para crear la ginecología
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La ciencia nunca ha sido fácil y desarrollar el conocimiento menos. William Hunter y William Cullen fueron los responsables de los estudios anatómicos primigenios que dieron forma a la ginecología y la obstetricia a mediados del siglo XVIII. Hasta entonces la reproducción humana era todo un misterio y no se comprendía cómo se fecundaba a las mujeres, ni cuál era el método exacto por el cuál se quedaban embarazadas, ni tampoco cómo era el proceso del embarazo o el nacimiento.
Ellos dos, con un trabajo por separado, crearon las guías anatómicas más avanzadas de la época con mucha precisión… tanta, que aún se alaba en el presente. Aunque las formas para conseguir esa comprensión no fueron para nada éticas.
El coste del conocimiento
El coste del conocimiento fue demasiado alto: 35 mujeres fueron capturadas y asesinadas a sangre fría porque estaban en el noveno mes de embarazo. Entre 1750 y 1774 hubieron más de 35 mujeres embarazadas que las raptaron y mataron para acabar en las mesas de operaciones de los anatomistas.
Los anatomistas no eran los encargados de matar a las pobres embarazadas, ellos contrataban a intermediarios, asesinos a sueldo que se ganaban la vida vendiendo cadáveres a este tipo de profesionales de la época. En Reino Unido, a mediados del siglo XVIII, el robo de cadáveres era común y el asesinato también para que los jóvenes estudiantes de medicina pudieran practicar en cuerpos reales. Realmente es escalofriante pero hace un par de siglos, estas cosas ocurrían en la sociedad.
Cómo mataban a las mujeres embarazadas
El método utilizado por los traficantes de cadáveres era la asfixia porque así se evitaba hacer daño a los órganos vitales. Los anatomistas sometían a los cadáveres a cesáreas, disecciones y cualquier otro procedimiento que les proporcionase información de sus inquietudes intelectuales ante el cuerpo de las pobres mujeres asesinadas. Los cuerpos eran decapitados y se amputaban las extremidades para que nadie pudiera saber quienes eran las mujeres.
A causa de todo esto, el rey Jorge III endureció la pena por asesinar a mujeres embarazadas y estos anatomistas sufrieron una persecución por sus conocimientos. Aunque pudieron salir airosos por la influencia que ejercerían entre la clase alta del Reino Unido.
La forma de actuar de estos dos anatomistas reabre el debate ético sobre los métodos utilizados hoy en día en laboratorios con animales, que aunque no sean humanos, son seres con vida.
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