¿La crianza con apego implica generar una dependencia emocional en los niños?
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Educar a un niño no es una tarea sencilla, por lo que es comprensible que a veces los padres no sepan con certeza si los métodos que utilizan son los más adecuados. Es difícil saber hasta qué punto somos demasiado autoritarios o muy permisivos, sobre todo si no contamos con puntos de referencia que nos permitan establecer límites saludables para los niños.
La crianza con apego afirma que debemos educar desde el amor y el respeto, propiciando un entorno seguro emocionalmente para el niño en el que se tengan en cuenta todas sus necesidades. Sin embargo, ¿ese apego puede transformarse en una dependencia emocional?
¿Qué es la crianza con apego?
La crianza con apego es un término acuñado por el pediatra William Sears, quien se basó en la teoría del apego propuesta por el psiquiatra John Bowlby. Según esta teoría, un vínculo emocional estrecho con los padres durante la infancia, lo que se conoce como apego seguro, permite que el niño desarrolle una personalidad segura e independiente, estableciendo relaciones saludables. De hecho, este tipo de crianza tiene efectos positivos durante toda la vida, no solo en la niñez.
La crianza con apego implica establecer una relación de cariño y seguridad con el niño, satisfaciendo sus necesidades emocionales. Estos 8 principios de la crianza con apego revelan el camino a seguir:
- Preparación para el embarazo, el nacimiento y la paternidad.
- Alimentación con amor y respeto.
- Respuesta sensible a las necesidades del bebé desde que nace.
- Contacto materno el mayor tiempo posible.
- Propicio del sueño seguro físicamente y emocionalmente.
- Propicio del cuidado cariñoso constante.
- Práctica de la disciplina positiva.
- Búsqueda del equilibrio entre la vida personal y familiar.
Disciplina positiva: La clave de la crianza con apego
La crianza con apego implica educar desde el amor, pero eso no significa que no existan límites. Los padres deben fijar los límites adecuados para la etapa de desarrollo del niño, de manera que este pueda explorar el mundo con seguridad. De hecho, los límites y las normas dan sentido al mundo infantil, le permiten saber qué se espera de él y, a la vez, evitan la frustración en los padres por alimentar expectativas poco realistas sobre su hijo.
La crianza con apego no malcría a los niños porque no cae en la permisividad, sino que disciplina desde el amor. Se establecen pocos límites, pero claros y coherentes. No se castiga al niño sino al comportamiento, lo cual significa que no se dejan heridas emocionales, pero se corrige la mala conducta.
Al establecer ese tipo de límites, se tiene el cuidado de dejar al niño la libertad y el espacio que necesita para descubrir el mundo. La crianza con apego no implica meter a los pequeños bajo una campana de cristal sino que se les permite cometer sus propios errores y aprender de ellos. No es una crianza híper protectora que genera dependencia, es una educación desarrolladora.
Satisfacer las necesidades emocionales de los niños y educarlos desde el amor y el respeto no generará una dependencia emocional, al contrario, contribuye a educar niños seguros de sí mismos y con una buena autoestima.
Apego resistente: La antesala de la dependencia emocional
El apego resistente, que suele darse aproximadamente en un 10% de los niños, es el que genera una dependencia emocional hacia los padres. Estos niños intentan mantenerse cerca de sus padres y se inquietan mucho cuando se marchan. Se muestran excesivamente prudentes ante extraños y exploran muy poco cuando sus padres no están presentes.
El apego resistente suele ser el resultado de una combinación de factores, aunque en su base se encuentra una relación inconsistente con los padres. Generalmente se debe a que los padres, debido a que experimentaron una crianza incoherente que no les transmitió la seguridad emocional que necesitaban, intentan compensar su “hambre emocional” con su hijo. Como resultado, ponen en práctica comportamientos posesivos, desarrollando un estilo educativo sobreprotector que les lleva a vivir a través de sus hijos. El resultado de esa sobreprotección es la dependencia emocional.
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